“Esto se está desbordando”, dicen los gendarmes de Orán

“Esto se está desbordando”, dicen los gendarmes de Orán

La bandas en la ciudad salteña, según fuentes policiales, se guían por los modelos mexicanos, con traiciones y violencia El jefe del escuadrón dijo que deben enfrentar “sicariatos y mejicaneadas” por la droga

EN EL CENTRO. Raúl Martínez, alias “Mataco”, fue asesinado por dos sicarios al bajar de su camioneta.  EN EL CENTRO. Raúl Martínez, alias “Mataco”, fue asesinado por dos sicarios al bajar de su camioneta.
17 Julio 2017

San Ramón de la Nueva Orán está ubicada a unos 500 kilómetros de la plaza Independencia. Actualmente está considerada por la Nación como uno de los puntos rojos del país. Y todo lo que sucede allí, repercute de alguna manera en Tucumán. Allí está ubicado el mayor centro de acopio de mercadería que ingresa ilegalmente al país desde Bolivia, donde los “bolseros” tucumanos van en busca de productos. Es también una de las nuevas puertas de ingreso de droga al país, que las fuerzas de seguridad aún no pudieron cerrar. Es la tierra donde los narcos contratan a sicarios tucumanos para que se cobren con muerte cuestiones pendientes entre bandas rivales.

Hasta el momento, en lo que se refiere a narcotráfico, existía un vínculo Orán-Tucumán. De allí partía la pasta base que Rogelio “El Gordo” Villalba se encargaba de estirar y después comercializar en La Costanera y otros barrios. También se sospecha que de allí llegaba la “merca” que le descubrieron a “La Cabezona” Nilda Gómez. Pero ahora surgió otro dato: habitantes de esa tierra actúan de sicarios a cambio de U$S15.000 dólares o tres o cuatro kilos de droga para estirar y comercializar en sus barrios.

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En ese campo fértil para la ilegalidad no sorprende el permanente enfrentamiento entre los grupos que se dedican a cometer este tipo de ilícitos, pero preocupa que los que se manejan en ese marco de ilegalidad se mueven violando todo tipo de acuerdos y supuestos códigos que deberían existir entre ellos.

“Es una situación muy preocupante, se está desbordando. Todas las fuerzas están trabajando de manera conjunta para poner punto final a esta problemática que incluye hechos de sicariatos, mejicaneadas en la zona de la frontera y enfrentamientos diarios entre bagayeros”, explicó el comandante Ariel Ortiz, jefe del Escuadrón 20° de Gendarmería Nacional que, por pedido del gobierno salteño, se sumó a las tareas de prevención en las calles oranenses.

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Jorge Ovejero, secretario de Seguridad de Salta, se mostró preocupado por la escalada de violencia que se registró en Orán en los últimos tiempos. “Todas las provincias que tenemos límites con otros países planteamos la necesidad de la coordinación de fuerzas federales y locales. La Policía tiene mayor despliegue y las federales tienen su competencia de control y cuidado de las fronteras”, justificó a la hora de explicar por qué los gendarmes salieron a la calle.


ARMAS ESCONDIDAS. Un revólver hallado debajo de pastos y piedras. 

Dudas

“El problema es que nadie sabe quién es quién”, aseguró una fuente de una fuerza federal que se encuentra en esa ciudad realizando tarea de inteligencia.

El especialista sostiene que Orán es un lugar donde se han roto todos los moldes sobre bandas dedicadas al narcotráfico. “No existen grandes grupos, sí pequeñas organizaciones dispersas por distintos sectores de esta localidad”, agregó.

El investigador, que pidió expresamente que su nombre se mantuviera en reserva, relata que hace no mucho tiempo atrás, el tráfico de drogas era manejado por grupos familiares de Orán, Tartagal y Salvador Mazza, fundamentalmente. Sin embargo, en los últimos tiempos esta estructura comenzó a desaparecer y fueron pequeñas células las que se adueñaron del el negocio. “El problema es que, al no haber un líder fuerte, cualquiera persona de la misma organización puede aspirar a quedarse con el mando. Además, como ocurre en otros lugares, no acuerdan los territorios y no sólo compiten entre ellos, sino que además se están mejicaneando”, indicó el especialista.

Fuentes de la Justicia Federal y de las fuerzas de seguridad confirmaron que el “modelo” narco está mutando. Consideran que las bandas cada vez se parecen a los grupos mexicanos y se alejan de los colombianos. “En el país cafetero existía una especie de organización patriarcal donde un grupo tenía empleados que estaban con ellos hasta la muerte. El mexicano, en cambio, se caracteriza por el permanente desmembramiento de las organizaciones, donde las traiciones y el uso de la violencia para imponer el poder son los recursos que más utilizan”, comentó.

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