Miles de personas quedaron deslumbradas con las acrobacias que dibujaron en el cielo los aviones del Aeroclub en honor a los 201 años de la declaración de la independencia. Fue el momento más entretenido del desfile cívico militar que se realizó ayer por la tarde en el parque 9 de Julio. Durante más de seis horas un gran número de familias disfrutó del paso de veteranos de Malvinas (fueron los más aplaudidos), de los efectivos de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, del siempre elegante andar de los caballos de paso montados por los gauchos, entre otros participantes del desfile.
“El día se ha prestado, chango”, comenta Raúl Martorell, vendedor de praliné, pochoclos y manzanitas caramelizadas. Es que un sol tibio, que ilumina y calienta lo justo y necesario, se posa sobre el parque. Son las 14 y poco a poco comienzan a llegar allí familias, grupos de amigos, parejas y uno que otro solitario para ver el desfile.
Los más precavidos ya están ubicados desde pasadas las 13:30. Querían ganarse las primeras filas. Almuerzan sentados en el pasto, en los bancos de madera o en el cordón de la avenida Soldati. Hay una gran variedad de opciones para comer. Están los choripanes, las hamburguesas, las empanadas, y, claro, los sándwiches de milanesas.
“Tengo buenas expectativas (de venta) para el desfile de este año”, confiesa Raúl. Hoy cumple 25 años su sobrina, que es como una hija, y el hombre, de 46 años, salió a trabajar porque, explica, vive de esto. “La realidad del país está pesada -considera-. Ando en la calle todos los días. Tenés que patinarla”, añade.
A metros de Raúl están Elizabeth y sus tres hijas comiendo mandarinas, ansiosas por que comience el desfile. “Si pensamos en cómo está hoy el país, definitivamente, no hay mucho para festejar”, opina la mujer, de 40 años. E inmediatamente aclara: “pero el 9 de julio es un momento para tratar de olvidar este malestar que estamos pasando a nivel económico”.
Florencia Videla, una de sus hijas, de 18 años, ha ido para ver pasar los grupos militares. “Me encanta todo lo que sea Policía, Gendarmería y la Armada”, revela, y agrega que por eso, ya ha decidido ir a vivir a Buenos Aires para ingresar en la Armada. “Quiero estar en la acción, no quiero estar cuidando algún lugar. Iría de una a la guerra”, admite.
Ramón Caravajal, 58 años recién cumplidos, ex combatiente de Malvinas, está a minutos de participar del desfile. Al igual que Florencia, de joven también quería estudiar en la Armada e ir a la guerra. Por eso, cuando se desató el conflicto por las islas, no dudó en proponerse para combatir. “Había estudiado para eso y consideraba que estaba preparado”, afirma.
A minutos de que comience el evento, Ana y Román están al borde de las lágrimas. “Ya sé que voy a llorar todo el tiempo”, adelanta ella. Es que su hijo desfilará entre las columnas del Liceo Militar Gregorio Aráoz de La Madrid. “En este 9 de julio yo festejo estar viviendo en un país con libertad, con la libertad de poder hablar”, agrega la señora, de 76 años.
Luego, los conductores de la fiesta (Chipi Merino,“Tucu” López y Maria Belén Pereyra Colombano) anunciarán la llegada del gobernador, Juan Manzur, y el desfile arrancará. A diferencia del mismo evento organizado el año pasado, por el Bicentenario, esta vez no asistirán funcionarios nacionales ni de la capital. El detalle no le importó a la mayoría de los presentes, que festejó con ganas, en un clima de unión y de satisfacción por sentirse parte de la patria.