Nilda “La Cabezona” Gómez, de 50 años, no es una desconocida en el mundo narco. Sus orígenes fueron en el humilde barrio San Marcos, al sureste de la capital. Sin embargo, en poco tiempo y a pesar de los problemas judiciales que afrontó en menos de 10 años, se mudó a Villa 9 de Julio y de ahí a un edificio de Junín al 400, en Barrio Norte. Desde ayer a la madrugada, se encuentra encerrada en un calabozo por estar acusada de dirigir una organización que se dedicaba a vender cocaína a redes de narcomenudeo y de abastecer sus propios quioscos, que estarían a cargo de sus familiares y personas de suma confianza.
“Siempre fue una mujer muy temperamental y no le tenía miedo a nada. Ella, sin ningún tipo de custodia, caminaba por lugares bien peligrosos, como la zona de las vías en Villa 9 de Julio. El que la veía la saludaba como si fuera una legisladora”, comentó un vecino de la zona.
En el barrio 8 de Marzo todos la conocen. Los vecinos, con mucho temor y en voz baja, advierten que ella es la propietaria de “Las Mellizas”. Se trata de dos casas de dos pisos exactamente iguales que se construyeron en el mismo terreno, y que sobresalen del resto de viviendas del humilde caserío ubicado en Villa 9 de Julio.
“La Cabezona” fue tres veces condenada por comercialización de estupefacientes. En dos oportunidades logró eludir el encierro porque, según esgrimían sus defensores, debía cuidar a su hija que tiene síndrome de Down. La estrategia le sirvió hasta que una trabajadora social le habría informado a la Justicia que su presencia era perjudicial para la menor, por lo que le revocaron el arresto domiciliario. En la decisión también pesó que, cuando gozaba de ese beneficio, la descubrieron comerciando drogas. “A esas tizas de cocaína me las pusieron”, juró en octubre de 2010, en su tercera detención. Siempre había sido atrapada por personal de la Dirección de Drogas Peligrosas.
El gran salto
Los pesquisas le perdieron el rastro por un par de años. Al sospechar que estaba al frente de esta organización, descubrieron que la mujer había dejado atrás los barrios de la periferia y se había mudado a un departamento en pleno centro. Con el correr de las semanas descubrieron otros detalles: se movilizaba en una camioneta Ram y en un Mini Cooper que estarían a nombre de terceros. Los vehículos, que fueron valuados en más de $1,5 millones, estaban estacionados en una guardería cercana al domicilio donde vivía.
Los vecinos la recuerdan como una mujer simpática y humilde, con algunas costumbres, como sentarse en los bares de la Santa Fe al 500 -a escasos metros donde se encuentra la sede de la fuerza que la detuvo- donde normalmente disfrutaba de un cortado en jarrita. “Jamás pensamos que se trataba de una mujer narco. Por lo único que llamaba la atención era por el color de pelo que tenía. ¡Era muy platinada!”, dijo Claudia, habitante del edificio, que no supo precisar hace cuánto tiempo vivía en esa propiedad.
Los vecinos tampoco observaron nada extraño. Es que “La Cabezona” cambió de hábitos después de haber tenido tantos problemas judiciales. Durante la investigación, los pesquisas confirmaron que ella nunca llevaba droga a su casa. Elegía a terceros para que las tuvieran o la escondía en “El Campo” del barrio Néstor Kirchner. Ella recibía el dinero, lo contaba y después enviaba la mercadería si es que le habían enviado el efectivo acordado. Pero cometió un error: hablaba demasiado cada vez que recibía un llamado telefónico. A través de las escuchas, los pesquisas pudieron identificar a los miembros de la organización y cómo desarrollaron la actividad en los últimos tiempos.
Sí la vieron acompañada en varias oportunidades por un joven de 27 años. Los habitantes del lugar pensaban que se trataba de un hijo, pero se quedaban con la boca abierta cuando ella misma lo presentaba como su pareja. Ese muchacho fue quien intentó ayudarla a escapar cuando fue detenida por los efectivos en la puerta del edificio.
Una crisis con su pareja, la habría llevado a decidir realizar un viaje. Los pesquisas confiaron que días atrás subió fotos de los paseos que realizó en Buenos Aires, junto a Miryam “La Negra” Soria, -considerada como el segundo eslabón de la cadena-, en los exclusivos restaurantes de Puerto Madero y hasta en una excursión por el Río de La Plata. Días después, volvió a ocupar un calabozo.
Algunos números
42 kilos de cocaína se secuestraron en el operativo.
9 vehículos fueron incautados en los allanamientos.
$105.000 es el dinero en efectivo que se encontró en una casa.