Álvaro José Aurane
Por Álvaro José Aurane 28 Abril 2017
“Mejor es huir al reino de la fantasía, como pobre consuelo ante el malestar y la sospecha de que todo anda muy mal entre nosotros. Si la realidad es una catástrofe, entonces peor para la realidad, ya que no existe”. Roberto Pucci, Fin de milenio: el irracionalismo del siglo XX, en su libro Historia. Erudición, interpretación y escritura (Biblos, 2016)

En la catequesis profana de la política tucumana hay una parábola del oprobio ampliamente difundida en las catacumbas donde se definen los asuntos públicos. Una enseñanza sobre la miseria en estado puro. Una pedagogía del disvalor. Relata el caso de un pobre que llega al despacho de una autoridad pública a implorar los recursos para pagar la factura de la luz. La fecha de corte es la de ese día. Un secretario recibe el pedido y acude al titular del despacho para presentarle el caso. Y la autoridad pública le contesta que le entregue el dinero “mañana”. El secretario se sorprende con la respuesta, y entonces recibe la explicación. “Hoy sólo pide que le demos una mano. Mañana, en cambio, vamos a estar resolviéndole un problema”.

En el horror de esa lógica, abominable en su implacable pragmatismo, y en su relato que parece tan perfectamente lógico en estas tierras, hay una falacia traficada con eficiencia: cuando le corten la luz, el tucumano que pide que le paguen la factura no va a tener un drama sino varios: ya ni siquiera puede costear sus servicios esenciales.

Entonces, la parábola oscura refiere a dos cuestiones. Una es obvia: el utilitarismo como relación imperante entre el poder y los ciudadanos. La otra no es tan evidente. Consiste, arteramente, en el reemplazo de lo real por la hermenéutica. O como propuso Friedrich Nietzsche desde el borde mismo de la nada: “no existen hechos, sólo interpretaciones”.

La lógica de este poder hace que lo real se esfume. Que deje de existir y se convierta en discurso. Sólo palabras. Por ende, es reemplazado por opiniones. Unos opinarán que el político al cual el pobre va a pedirle la ayuda es un canalla. Otros cargarán contra el tipo que va a pedir la asistencia y lo acusarán de ser parte de la “clientela” del populismo. Y la cuestión seguirá ramificándose, mientras el drama, sencillamente, desaparece.

De esa sustancia está hecha la nadería oficial que envuelve el drama de los inundados del sur tucumano.

Empeorar

Como las aguas de los ríos han bajado, y los evacuados han vuelto a sus hogares, el drama de las crecidas ha sido transformado en una serie de discusiones. Con diferentes grados de responsabilidades, pero sólo discusiones.

En el plano de la destrucción de pueblos enteros sumergidos, el Gobierno provincial desespera en responsabilizar por todo a la naturaleza. Nadie duda de la magnitud de las últimas lluvias. Ni ignora que se anegaron zonas crónicamente inundables. Pero si en los últimos 25 años los desastres ni siquiera son iguales, sino que siempre son peores, es porque nada se ha hecho en materia de infraestructura para morigerarlos.

Que la vida, la dignidad y la hacienda de los tucumanos sigan estando a la buena del clima es la manera más real, más fáctica, de advertir las consecuencias del ultraje de la institucionalidad. La instancia anterior al Estado de Derecho es el Estado de Naturaleza: en el atavismo, todos éramos iguales ante las leyes de la intemperie. Y nuestra asociación era meramente primitiva: nos uníamos para hacer frente a las fuerzas de la naturaleza. Si después de 12 años de “Década Ganada”, los comprovincianos en democracia ni siquiera están igual, sino que están peor, es porque les han fallado los hombres de los poderes de la república.

Discutir

En el plano de la reconstrucción, de la realidad sólo se ocupan quienes la sufren. Esta semana, pobladores de La Madrid sitiaron ese estragado pueblo para demandar soluciones, pero, esencialmente, para que se conozcan los hechos que padecen. Ahí, donde hace un par de semanas las personas nadaban por las calles, vivían sobre los techos y dormían en las banquinas, muchas casas siguen siendo el albergue de barros y basuras. Los niños han vuelto a una escuela que tiene habilitado solamente un baño. El hospital, en su precariedad, está tan enfermo como los pacientes. Pero las autoridades públicas niegan hasta tal punto lo real, que los tucumanos que viven ahí ya ni siquiera piden que los gobernantes vean lo que ocurre. “No vamos a levantar el corte hasta tanto las autoridades provinciales escuchen nuestros reclamos”, había advertido la damnificada Estela Galván. Y como saben que a cambio sólo recibirán palabras, piden que, por lo menos, no sean las mismas. “No queremos que se repitan las promesas que se hicieron en anteriores inundaciones”, planteó Marina Juárez.

El Gobierno provincial y el nacional, en cambio, discuten sobre recursos. La Nación ya ha dicho que no dará a la Provincia los $ 600 millones en Aportes del Tesoro Nacional (ATN) que reclama para reconstruir las comunas anfibias. La administración de Mauricio Macri no confía en que esos dineros vayan a ir a parar a infraestructura. Mucho menos a seis meses de los comicios.

El oficialismo tucumano en pleno ha salido a contrastar que municipalidades tucumanas afines a Cambiemos sí han recibido ATN (San Miguel de Tucumán, $ 40 millones; Yerba Buena, $ 10 millones; Bella Vista, $ 1,5 millón), a pesar de que no deben atender la urgencia de los inundaciones.

La advertencia manzurista de que también el macrismo usa políticamente los dineros públicos en beneficio de los distritos que administra ha sido sustentada. Pero, otra vez, los hechos no pueden ser reemplazados por argumentos.

Ocultar

La Nación, que le dio legitimidad de hecho al Gobierno provincial recibiéndolo en la Casa Rosada y visitándolo en la Casa de Gobierno cuando la legitimidad de origen estaba inundada por las maniobras fraudulentas de agosto, acaba de dar un paso enorme en EEUU para el reingreso del limón tucumano. Lo que se suma al compromiso de no importar azúcar de Brasil y al aumento del corte de naftas con bioetanol.

A cambio, todo lo que le pidió el macrismo es lo que el gobernador Juan Manzur prometió por sí mismo al asumir: la reforma política. El fin de los acoples y un régimen electoral que conjure el fraude. La Provincia se ha negado a ello rotundamente, en los hechos.

Este asunto, sobre el cual se ha venido avisando aquí, no es menor. Y una manera de dimensionarlo en el plano de la realidad son las noticias que llegan desde la convulsionada Santa Cruz, “provincia modelo” de lo que provoca el kirchnerismo a largo plazo. “Alicia Kirchner acepta derogar la ley de lemas por exigencia del Gobierno nacional”, fue uno de los títulos de ayer de Clarin.com. Esa es “una de las condiciones que le plantearon a la gobernadora para avanzar en un salvataje a la provincia”.

¿Hasta cuándo creerá el Gobierno que la vergüenza nacional de urnas quemadas, refajadas, embarazadas y vaciadas, junto con el bolsoneo, el acarreo y el tiroteo, y los posteriores 10 días de marchas de ciudadanos reprimidos por la Policía, pueden ser reemplazados por un librito titulado “Tucumán dialoga”? Esta semana, por caso, intentaron reivindicar aquel proceso electoral desvergonzado invocando un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación... que todavía no aparece. Reemplazar la realidad por la nada si que es nihilismo a la tucumana.

Anunciar

El reemplazo de la realidad por la interpretación ha alcanzado magnitudes tan altas que cualquier intento por aproximarse a los hechos será detestado. Por caso, ¿por qué, específicamente, no tiene el Gobierno provincial $ 600 millones para la reconstrucción de los pueblos subfluviales del sur? Es decir, ese monto equivale sólo al 1,09% del Presupuesto provincial 2017, de $ 55.000 millones.

Dicho de otro modo, ¿por qué hace dos años, cuando el Presupuesto General de la Provincia redondeó $ 34.000 millones, el Gobierno sí disponía de esos fondos? En 2015, cuando Manzur dejó de ser ministro de Salud de la Nación para reasumir como vicegobernador y ser candidato a gobernador, la partida legislativa de Transferencias, que alimentaba los “Gastos Sociales”, fue de $ 600 millones. La tercera parte salió en valijas del banco oficial. ¿Por qué este año, cuando hay 21.000 millones más de Presupuesto provincial y los “Gastos Sociales” han sido derogados por la actual Legislatura, la Provincia no tiene esos recursos?

Planteado de otra manera, cuando se concreten la reconstrucción de las comunas inundadas, ¿se va a anunciar a lo grande que se le solucionó un gran problema a esos comprovincianos?

Caer

“El nihilismo local puede interpretarse como un síndrome cultural del fracaso y la decadencia de la Argentina como Nación, una suerte de compensación emocional ante la impotencia para forjar una sociedad moderna”, esclarece el historiador Roberto Pucci en su último libro.

“Si nuestra historia del último medio siglo no es otra cosa que un registro en caída libre hacia el abismo, la corrupción política y la degradación institucional, el retraso científico y tecnológico y productivo, la disolución social y la miseria económica, entonces el realismo es el menos solicitado de los amigos”.

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