El agua del río Medina los sorprendió durante la mañana del domingo 2 de abril. Los pobladores de Ciudacita, a 18 kilómetros al este de Concepción, sólo tuvieron tiempo para refugiarse y llevar consigo algunos muebles y ropas en carros cañeros. Los vecinos juran que es la peor inundación que sufrieron en las últimas décadas. La creciente, al desmadrarse del Medina, invadió campos de cañaverales y sumergió a la comunidad en un lago de casi un metro de altura.
Muchos pobladores no lograron todavía dejar habitables sus hogares. Conservan muchas de sus pertenencias encima de los carros que dejaron en lugares más altos, como la ruta 329. Los servicios de agua potable y de electricidad comenzaron a restablecerse de a poco a causa de los daños que sufrieron las cañerías y el cableado.
“El golpe de agua llegó mientras tomaba mate. Aunque ya antes nos inundamos dos veces, no pensábamos que la creciente esta vez venía tan brava. Sin embargo, en pocos minutos ya estaba entrando a la casa. Desesperados, nos dedicamos a salvar los muebles y los artefactos eléctricos”, relató Manuel Guillén, padre de siete hijos. “Menos mal que un agricultor nos prestó un carro y otros nos ayudaron a sacar las cosas hacia la ruta. Si no, íbamos a perder todo” agregó.
Árboles caídos, alcantarillas destrozadas y caminos socavados son los vestigios de la ferocidad que tuvo la creciente. En total fueron 250 las personas damnificadas, integrantes de 48 familias de la zona. De estas, 150 permanecieron evacuadas en la escuela del lugar y otras lo hicieron a la vera de la ruta. “Hasta hace unos días pasábamos las noches en los carros porque había gente que decía que iba a venir una inundación peor. Nos quedó mucho miedo”, confesó doña Silvana Rocha.
La mujer destacó la solidaridad de mucha gente que llevó donaciones. “Muchas personas de buen corazón nos trajeron agua, alimentos y ropas mientras permanecíamos en los carros. Nos ayudaron sin preguntarnos de qué partido político éramos. Eso nos llamó la atención porque aquí estamos acostumbrados a la discriminación política”, dijo.
Las obras de recuperación del pueblo son lentas. La escuela recién pudo reanudar sus actividades el lunes pasado. Hay caminos en pésimo estado que mantienen aisladas a una veintena de familias de la zona. “No bajamos los muebles del carro porque hay versiones de que van a volver las lluvias y el río podría salirse otra vez. No queremos perder más cosas”, comentó Roberto Véliz, padre de cuatro niños.
Doña Julia Zurita mostró su casa con habitaciones llenas de barro y electrodomésticos destruidos. “El río nos causó mucho daño y no sé cuánto tiempo voy a tardar para dejar en condiciones mi vivienda y recuperar los aparatos eléctricos. Espero que el Gobierno nos dé una mano porque nosotros apenas tenemos ingresos para sobrevivir”, se lamentó.
El comisionado comunal del pueblo, Aldo Villafañe, dijo que personal a su cargo realiza un relevamiento de las necesidades o pérdidas que sufrieron los afectados por las inundaciones. “Se va a tratar de restituirle a la gente algo de lo que perdieron o, al menos, lo que más necesiten”, se comprometió. “El río salió justo en la parte en que por razones climáticas no alcanzamos a acondicionar. Lo habíamos arreglado en un tramo extenso, desde San Carlos. Ahora las condiciones del cauce se complicaron con el desborde y va a necesitar mucho más trabajo”, explicó. Villafañe espera que Vialidad de la provincia se encargue de reconstruir las alcantarillas que destruyeron las aguas a orillas de la ruta 329 y que dejaron sin salida a varias fincas cañeras. “Si no hace esos trabajos -dijo- la producción de caña de azúcar no va a poder ser llevada a los ingenios cuando comience la zafra”.
Voluntarios que colaboran en las localidades afectadas por las lluvias se sorprendieron porque muchas de las máquinas viales instaladas en La Madrid llevan inscriptas la leyenda “Alito Assán”, en alusión al secretario de Saneamiento de la provincia.