La investigación de la muerte Juan Viroche tuvo un giro lógico al quedar prácticamente confirmado que se quitó la vida y no fue víctima de un crimen vinculado al narcotráfico. La Policía, por orden del fiscal Diego López Ávila, secuestró seis celulares de la casa de la ex novia y de dos de sus parientes para confirmar si de allí salieron los mensajes intimidatorios que recibió el sacerdote.
Viroche fue encontrado ahorcado en la parroquia de La Florida el 5 de octubre. Los fieles y familiares denunciaron que el sacerdote había sido víctima de los narcos que comercializaban drogas en diferentes localidades del este de la provincia. Esa hipótesis, que generó movilizaciones en esta provincia y el repudio de distintos sectores de la Iglesia, le quitó fuerza a la otra teoría que se manejaba desde un primer momento. Esa línea indicaba que el padre podría haber estado sufriendo algún tipo de problema por la vida sentimental que llevaba y que se mantenía en reserva.
Con el correr de los meses los resultados de las pericias fueron contundentes para ir descartando la posibilidad de que Viroche haya sido víctima de un homicidio. Los peritos de Gendarmería Nacional coincidieron con el trabajo que realizó la Policía Científica. Concluyeron que no había elementos para sospechar que había sido asesinado y que tampoco encontraron evidencias que le permitieran establecer que peleó con una o más personas.
Esos resultados fueron respaldados por las pruebas genéticas que ordenó realizar el fiscal: la sangre hallada en el cuerpo y en la iglesia y las muestras de piel que quedaron en la linga que utilizó para ahorcarse eran suyas en un 99,9%, según los estudios de ADN que se hicieron en Buenos Aires.
En los últimos días López Ávila recibió los resultados de los análisis toxicológicos que se realizaron en Salta. El informe fue categórico: en el cuerpo del cura no se hallaron restos de drogas ni de alguna sustancia que le hayan suministrado para dejarlo indefenso y así fingir su ahorcamiento.
Teléfonos calientes
Con estos elementos sobre el escritorio, el fiscal decidió profundizar la investigación de la línea sentimental. Por eso le pidió a la Policía Federal que realizara un estudio a los celulares de Viroche que habían sido secuestrados luego de su muerte. Encontraron datos de su vida privada que sirvieron de mucho en la investigación.
Pese a que López Ávila se negó sistemáticamente a brindar detalles íntimos del cura, trascendió que habría mantenido varias relaciones en los últimos tiempos. Incluso, varios sacerdotes habrían declarado en Tribunales que estaba pensando en dejar los hábitos porque habría estado esperando un hijo con una mujer.
Esa versión cobró más fuerza aún con una imagen que se encontró en el entrecruzamiento telefónico: allí aparece él con la madre del hijo que nunca vio nacer en una reunión familiar.
S.L., la mujer que reconoció haber mantenido un romance con el sacerdote y la única que declaró en la causa, también aportó otros datos de la vida sentimental del religioso, aunque omitió dar algunos detalles que terminaron siendo clave en la investigación del caso. Por eso decidieron profundizar esa línea. Comenzaron a sospechar que en realidad ella podría saber algo más de los mensajes intimidatorios que recibió el sacerdote antes de que lo encontraran ahorcado en la iglesia del pueblo que tanto amaba.
En su declaración ante el fiscal López Ávila dijo: “Cuando hablábamos Juan me decía que recibía amenazas de la gente de la droga; le decían que lo iban a hacer boleta a él y a los sobrinos y a mi hija; que sabían el horario que salía de la escuela, como también mis horarios. No le creí. Yo le decía que era mentira suya, porque lo que había querido ya lo había tenido, que era una relación conmigo”.
Los investigadores descubrieron que los mensajes intimidatorios que recibía provenían de los teléfonos que estaban a nombre de la joven, de su hermano y de un tío. Incluso sospechan que podrían haber cambiado los números, pero siempre utilizaron los mismos aparatos, por lo que no tuvieron problemas de identificación.
En la causa figura que Raúl Toscano amenazaba al cura en Facebook, pero descubrieron que en realidad ese perfil se manejaba a través del teléfono de ella. Otro dato que no es menor: horas antes de que el sacerdote se quitara la vida, la joven le envió más de 20 mensajes de texto. Según fuentes policiales, en algunas frases le habría dicho que acabaría con su carrera como sacerdote porque la había abandonado y formado pareja con otra mujer. En otras, que lo amaba perdidamente y que quería que volvieran a estar juntos.
Personal de la División Homicidios, al mando de los comisarios Hugo Cabezas y Daniel Cuellar, realizaron allanamientos en domicilios de Delfín Gallo y en Bella Vista donde secuestraron al menos seis celulares y una tablet. Fuentes policiales confirmaron que SL estalló en llanto cuando los policías le dijeron que habían llegado a buscar su teléfono y el de su hermano. Según los pesquisas, esos serían los teléfonos de los que salieron los mensajes.
Los próximos pasos
López Ávila ahora tendrá que analizar cuáles serán los pasos que deberá seguir. En principio tendría elementos para acusarla a la joven y a sus parientes por los mensajes que recibió el sacerdote.
Sin embargo, ahora deberá establecer si esos mensajes no terminaron siendo una presión para que Viroche decidiera quitarse la vida, por lo que podría ser acusada de haberlo inducido al suicidio.
Para confirmar o descartar esa hipótesis, el fiscal necesita de la autopsia psicológica que aún resta realizar. Un perito se entrevista con los familiares de la víctima y, en base a los datos que aportan, reconstruyen cómo era su vida antes de morir.
REBELDE Y CARISMÁTICO
EL CURA DE PELO LARGO QUE TOCABA LA GUITARRA
Juan Viroche creció en el barrio Victoria, donde tenía amigos y jugaba al fútbol. Cuando decidió ser cura, se hizo popular en la Iglesia por llevar el pelo largo y tocar la guitarra. En los últimos años se había ganado el cariño de gran parte de los habitantes del este provincial, en localidades como La Florida y Delfín Gallo. La comunidad católica admiraba la valentía con la que denunciaba públicamente a los vendedores de droga de la zona, razón que hasta lo llevó a oficiar una misa en la calle a modo de protesta.
Informe
No encontraron datos de la pista narco
El fiscal Diego López Ávila, ante la posibilidad de que grupos narcos estaban detras de la muerte del cura Juan Viroche, envió las actuaciones a la Justicia Federal para que investigara la venta de drogas en La Florida y otras localidades del este de la provincia. Gendarmería Nacional, Policía Federal y Policía de Seguridad Aeroportuaria buscaron pistas para confirmar o descartar la presencia de organizaciones que se dedicaban a la venta de sustancias en esa zona. Después de meses de trabajo, los investigadores descartaron esa posibilidad, aunque aclararon que podría haber algunos “transas” que se desplazaban hacia esas localidades para vender sustancias. Todavía no se resolvió si se investigará o no la denuncia que presentó el legislador Gustavo Vera en ese fuero y que planteaba que Viroche fue asesinado por una banda de narcotraficantes que tenía contactos con la policía y la justicia tucumana.