Graciela Colombres Garmendia - LA GACETA
Tengo cáncer y es horrible. No sé en qué puesto de las tragedias humanas se ubica, pero te aseguro que es una enfermedad que duele en todos los planos de la vida y eso es mucho dolor. A eso hay que sumarle que cada tumor es un mundo y cada paciente un universo, no se pueden generalizar las experiencias. Mi caso es único, como el tuyo o el de tu ser querido que intentas entender. En mi situación, lo siento como una guerra personal que atenta con todo lo que para mí es la vida. Y no me refiero a la obviedad de que si no me curo, me muero, sino a esas cosas que le dan sentido a nuestra vida. Ya sea por debilidad, por la enfermedad o por secuelas de los distintos tratamientos, actualmente la mayoría de las cosas que disfruto hacer están prohibidas para mí. Los invito a ponerse en mi lugar y pensar en tres cosas que les guste hacer, por ejemplo, andar en bici, tomar mate y trabajar. Bueno ya no las pueden hacer. Mañana sumen a esas tres, otras tres y así. Hasta que te quedan sólo unas cuantas. Entonces no sólo peleás con dolencias físicas; es toda una lucha por encontrar sentido a tu vida, reinventarla casi todos los días, porque ningún día es igual al otro. Es un trabajo mental extenuante.
Es como si te hubieran enlistado para ir a una guerra en tierra desconocida, te toca estar en la vanguardia y desde ahora en más te la pasás siguiendo órdenes de un general que te comanda a la distancia. Corrés, esperando que el campo minado y los disparos por todos los costados no te terminen de fulminar. No podés ver a tu enemigo, ni lo conocés, ni siquiera entendés por qué te están atacando a vos, que tan poco te gusta el conflicto. Pero ahí estás, la hayas elegido o no, es tu guerra y no va a terminar hasta que alguno de los dos abandone sin vida ese campo de batalla que, oh tragedia, es tu cuerpo.
Sí, algo así se siente tener cáncer.
¿Qué le puedo decir a alguien con esta enfermedad? Date tus gustos cuando puedas, descansá cuando lo necesites y cuando tengas las energías, levantá los brazos y luchá con todas, porque esta es tu oportunidad de vivir, ahora o nunca. La vida es maravillosa y una enfermedad que atenta contra ella en todos sus planos, todos los días, lamentablemente, es un gran recordatorio de eso.
¿Qué le puedo decir a alguien que acompaña a un enfermo? Hacé eso, acompañalo, no lo empujés para adelante o para atrás. Sin lugar a dudas necesitamos de manos que nos levanten cuando tropezamos, pero eso no significa que nos tienen que arrastrar por un camino en el que por la debilidad no sea posible. A veces, vale mucho más parar y sentarse con el enfermo y decirle acá estoy, al lado tuyo, y nos paramos cuando vos puedas.
¿Qué le puedo decir a alguien que goza, sí, goza, de buena salud? Disfrutá de todo lo que podés disfrutar, cuidate, no seas tonto y andá al médico cuando sientas algo extraño; la espera es el aliado del enemigo. Y, sobre todo, vos también honrá tu vida, porque sos un afortunado de tenerla.