Por Marcelo Aguaysol
30 Noviembre 2016
“Venimos de muchos años jugando en el Nacional B. ¿No creen que es el momento de empezar a jugar en Primera? Un funcionario muy cercano al gobernador Juan Manzur reflexionaba de esa manera en medio de una reunión con empresarios locales. Y es que las aspiraciones del actual mandatario son mucho más ambiciosas que la de su antecesor, José Alperovich. Un dato: en poco más de un año de gestión, Manzur acumuló más millas aéreas en el exterior que los puntos que su padrino político pudo haber reunido en 12 años de administración.
Alperovich quiso un avión. Y lo compró. Manzur necesitaba un helicóptero y no esperó hasta Navidad ni hasta los Reyes Magos. Es posible que esa aeronave llegue en el verano, porque a partir de marzo es posible que la necesita si el aeropuerto teniente Benjamín Matienzo cierra hasta junio por refacciones y obras complementarias en la pista de aterrizaje. Lo más cercano para llegar a territorio tucumano será el aeropuerto de Termas de Río Hondo.
Manzur ya dejó de sorprender al stablishment local. El desembarco de Avianca era un secreto a voces que terminó de confirmarse con la llegada del presidente del holding a Tucumán. Hay amigos comunes entre ellos que tendieron los lazos para que la aerolínea de bandera colombiana instale un centro de conexiones (hub) en la provincia cabecera de la región. Fue un trabajo silencioso, tomando como ejemplo lo que puede llegar a ofrecer Tucumán respecto de Salta. El día previo a la presentación oficial del acta acuerdo en la Sociedad Rural, varios funcionarios de otras provincias hablaron con los ejecutivos de Avianca sobre la posibilidad de aplazar los proyectos en Tucumán y elegir los suyos. Es posible que el desembarco definitivo se realice en julio del año que viene, en plena temporada turística, en plena campaña preelectoral, la del primer test en las urnas de Manzur con candidatos propios (o no). El jefe del Ejecutivo sueña con colocar una placa en el aeropuerto que le restituya el mote de internacional.
El gobernador camina hoy por Washington a la espera de que algún funcionario estadounidense del Departamento de Agricultura le jure que ya no habrá más trabas para el reingreso del limón tucumano a ese país. “Sólo faltan cuestiones técnicas; no políticas”, explican en la Casa de Gobierno. Es el mismo argumento que utilizan los productores cárnicos argentinos que también recorren esa ruta y que aguardan que la reapertura se realice antes del 20 de enero, cuando Barack Obama deje las llaves de la Casa Blanca en manos del “proteccionista” Donald Trump.
Manzur anduvo por Nueva York para firmar con el arquitecto César Pelli una de las obras que planificó para el plan de vuelo del primer mandato: el Centro Administrativo Provincial. Esa es otra vieja aspiración. Trató de montarla Antonio Bussi, a mediados de la década de 1990, en el predio Tucumán Norte. Intentó desarrollarlo también Julio Miranda en la zona del ex aeropuerto a través de un Centro Cívico, a principios de este siglo. Ambos chocaron con un condicionante: el financiamiento. El actual gobernador busca inversores para encarar, definitivamente, la construcción de la nueva sede administrativa del Estado, en un terreno fiscal cercano a El Cadillal. Pero no es lo único que está en carpeta. Además de la radicación de nuevas industrias (se analiza una legislación que promueva la instalación de empresas), en el Ejecutivo sueñan con la construcción de un estadio único y de complejos deportivos de alto rendimiento, de tal manera de convertir a la provincia en una plaza para competencias internacionales.
Ese es parte del plan de vuelo de Manzur. En tierra, sin embargo, está lo cotidiano. El gobernador se codea con los empresarios, pero no llega a las bases políticas, que son necesarias en tiempos electorales. El mandatario proyecta grandes obras, mientras los estatales reclaman el pago de un bono navideño (el anterior se anunció a fin de año y se terminó de pagar en Pascuas). El mandatario ha dicho que no endeudará más a Tucumán pero, ¿cómo hará para financiar aquellos emprendimientos? No sólo se trata del despegue de la provincia como destino de inversión, sino también de un aterrizaje suave que no signifique el encarecimiento de los servicios a costa de más impuestos. Ese es el dilema que deberá resolver la actual gestión.
Alperovich quiso un avión. Y lo compró. Manzur necesitaba un helicóptero y no esperó hasta Navidad ni hasta los Reyes Magos. Es posible que esa aeronave llegue en el verano, porque a partir de marzo es posible que la necesita si el aeropuerto teniente Benjamín Matienzo cierra hasta junio por refacciones y obras complementarias en la pista de aterrizaje. Lo más cercano para llegar a territorio tucumano será el aeropuerto de Termas de Río Hondo.
Manzur ya dejó de sorprender al stablishment local. El desembarco de Avianca era un secreto a voces que terminó de confirmarse con la llegada del presidente del holding a Tucumán. Hay amigos comunes entre ellos que tendieron los lazos para que la aerolínea de bandera colombiana instale un centro de conexiones (hub) en la provincia cabecera de la región. Fue un trabajo silencioso, tomando como ejemplo lo que puede llegar a ofrecer Tucumán respecto de Salta. El día previo a la presentación oficial del acta acuerdo en la Sociedad Rural, varios funcionarios de otras provincias hablaron con los ejecutivos de Avianca sobre la posibilidad de aplazar los proyectos en Tucumán y elegir los suyos. Es posible que el desembarco definitivo se realice en julio del año que viene, en plena temporada turística, en plena campaña preelectoral, la del primer test en las urnas de Manzur con candidatos propios (o no). El jefe del Ejecutivo sueña con colocar una placa en el aeropuerto que le restituya el mote de internacional.
El gobernador camina hoy por Washington a la espera de que algún funcionario estadounidense del Departamento de Agricultura le jure que ya no habrá más trabas para el reingreso del limón tucumano a ese país. “Sólo faltan cuestiones técnicas; no políticas”, explican en la Casa de Gobierno. Es el mismo argumento que utilizan los productores cárnicos argentinos que también recorren esa ruta y que aguardan que la reapertura se realice antes del 20 de enero, cuando Barack Obama deje las llaves de la Casa Blanca en manos del “proteccionista” Donald Trump.
Manzur anduvo por Nueva York para firmar con el arquitecto César Pelli una de las obras que planificó para el plan de vuelo del primer mandato: el Centro Administrativo Provincial. Esa es otra vieja aspiración. Trató de montarla Antonio Bussi, a mediados de la década de 1990, en el predio Tucumán Norte. Intentó desarrollarlo también Julio Miranda en la zona del ex aeropuerto a través de un Centro Cívico, a principios de este siglo. Ambos chocaron con un condicionante: el financiamiento. El actual gobernador busca inversores para encarar, definitivamente, la construcción de la nueva sede administrativa del Estado, en un terreno fiscal cercano a El Cadillal. Pero no es lo único que está en carpeta. Además de la radicación de nuevas industrias (se analiza una legislación que promueva la instalación de empresas), en el Ejecutivo sueñan con la construcción de un estadio único y de complejos deportivos de alto rendimiento, de tal manera de convertir a la provincia en una plaza para competencias internacionales.
Ese es parte del plan de vuelo de Manzur. En tierra, sin embargo, está lo cotidiano. El gobernador se codea con los empresarios, pero no llega a las bases políticas, que son necesarias en tiempos electorales. El mandatario proyecta grandes obras, mientras los estatales reclaman el pago de un bono navideño (el anterior se anunció a fin de año y se terminó de pagar en Pascuas). El mandatario ha dicho que no endeudará más a Tucumán pero, ¿cómo hará para financiar aquellos emprendimientos? No sólo se trata del despegue de la provincia como destino de inversión, sino también de un aterrizaje suave que no signifique el encarecimiento de los servicios a costa de más impuestos. Ese es el dilema que deberá resolver la actual gestión.