Nelson Acosta y Ana Isabel Martínez - Agencia Reuters
Por primera vez en 13 años, el principal grupo disidente de Cuba decidió no convocar a su habitual marcha en La Habana tras la muerte de Fidel Castro, dijeron sus dirigentes, convencidos de que la desaparición del histórico líder revolucionario marcará un punto y aparte para la isla gobernada por el comunismo.
Fidel, quien dominó la vida política cubana durante casi medio siglo, murió el viernes dejando al país conmocionado, incluso a los que dedicaron sus vidas a oponerse a su revolución.
Durante más de una década, el grupo opositor las Damas de Blanco llamó, cada semana, a protestar por los derechos humanos frente a una iglesia católica de la capital cubana, en una rara muestra de disidencia tolerada. Pero ayer ni siquiera lo intentaron, dijeron disidentes y diplomáticos. “Respetamos el dolor ajeno y no nos alegramos de la muerte de ningún ser humano”, dijo la líder del grupo, Berta Soler, agregando que desde hacía meses la policía había evitado sus marchas.
“No vamos a salir hoy para que el Gobierno no lo tome como una provocación y puedan rendir honores a su fallecido”, señaló.
Fidel Castro había desaparecido del ojo público en 2006, cuando una enfermedad intestinal lo tuvo al borde de la muerte. Eso llevó a su hermano Raúl, hoy un general de 85 años, a asumir oficialmente la Presidencia dos años después, con el objetivo de mantener a Cuba en la senda socialista.
Sin embargo, entre bastidores, continuó siendo una figura política clave, y los rumores sobre su muerte fueron constantes por el peso simbólico del ícono de la Guerra Fría, que desafió a Washington erigiendo un bastión comunista a 150 kilómetros de sus costas y resistiendo sus embates durante décadas.
“Todos van a dar un giro, incluyendo nosotros (los disidentes)”, dijo el activista opositor Antonio Rodiles. “Desaparece esta sombra, ese gurú, y ahora todo lo que hace Raúl Castro tiene que asumirlo él mismo”, agregó.
La cara visible
Las Damas de Blanco, que originalmente buscaban apoyar a sus maridos encarcelados por actividades políticas, acabaron siendo la cara más visible de la oposición dentro de la isla, protagonizando a veces enfrentamientos con policías y simpatizantes de la revolución que las acusan de ser un puñado de “mercenarias” al servicio de Estados Unidos.
Analistas creen poco probable que la salida de escena de Fidel vaya a tener un impacto inmediato en las políticas de Raúl Castro, quien impulsa un lento proceso de reformas para revitalizar la oxidada economía, pero sin renunciar al sistema centralizado comunista de partido único.
Sin embargo, la dura reacción del presidente electo de Estados Unidos, el magnate republicano Donald Trump, al definir a Castro como “un brutal dictador” arroja dudas sobre el futuro del proceso de acercamiento entre los viejos enemigos ideológicos emprendido por la administración de Barack Obama.
Ciudad sin música
Mientras, las calles de La Habana han estado tranquilas desde el anuncio de la muerte de Fidel, que fue recibida con una mezcla de homenajes y expresiones de condena en el mundo.
“Esto está tranquilo pero un poco oscuro, porque Cuba es música y ahora por el luto de nueve días de duelo no hay música”, dijo Lysset Pérez, una vendedora de maní de 44 años, ataviada con el rojo, blanco y azul de la bandera nacional. “Hay tranquilidad y tristeza. Si no fuera por Fidel y la revolución la gente no sería lo que es, preparada y culta”, agregó.
Una multitud de banderas se podía ver en las casas como muestra de orgullo nacional, mientras el Gobierno suspendió la venta de alcohol, los conciertos y los juegos de béisbol hasta que los restos de Fidel descansen en Santiago de Cuba, tras un cortejo fúnebre que recorrerá el país de punta a punta.
“Me pregunto realmente qué va a suceder a partir de ahora. A veces tengo miedo de que las cosas cambien para mal, de que el país se desestabilice”, dijo Eileen Cutino, una mujer de 27 años que estaba haciendo compras.
Raúl Castro, quien ayudó a su hermano mayor a derrocar la dictadura de Fulgencio Batista en 1959, no ha vuelto a aparecer en público ni en los medios desde que anunció con un sobrio y breve comunicado la muerte de su hermano mayor, sin detallar las causas.
Buenas y malas
La portada del domingo del Granma, el diario del Partido Comunista cubano, rezaba “Cuba es Fidel” bajo una ilustración en blanco y negro a página completa de una multitud marchando con uniformes militares y fusiles, todos con la cara del fallecido líder. La televisión estatal transmitía programas especiales sobre el legado de Castro.
“Hay muchas cosas buenas que reconocerle a la revolución como la salud y la educación, pero hay que aceptar que se cometieron errores”, dijo un jubilado cubano de 60 años, que prefirió no revelar su nombre, en un mercado de la capital.
“Sin la presencia de Fidel esto no va a ser igual. No va ser lo mismo y creo que habrá más apertura”, agregó. (Reuters)