01 Noviembre 2016
ORGULLOSOS. Reynoso y su directora de tesis en el laboratorio donde trabajan con plantas medicinales. LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO.-
Y resultó que las abuelas tenían razón. Adrián Reynoso demostró, en el trabajo con el que obtuvo su doctorado en Farmacia, que el mistol y el chañar poseen propiedades antitusivas, expectorantes, antiinflamatorias y analgésicas. Su tesis ha sido publicada en dos importantes revistas científicas: “Journal of Ethnopharmacology” y “Journal of Nutrition & Food Sciences”. Y está feliz, buscando ahora identificar las moléculas específicas que son responsables de la acción terapéutica.
“Hemos podido demostrar sus cualidades y, lo que también es importante, su inocuidad, es decir, que no tiene efectos colaterales dañinos”, resalta mientras busca en la heladera el frasco de arrope de chañar. En el laboratorio de la cátedra de Farmacoquímica de la Facultad de Bioquímica de la UNT tiene su sede el equipo del que forma parte Reynoso. Hace más de una década lo fundó Alicia Sánchez Riera (ya jubilada) para estudiar las plantas que los pueblos originarios utilizaban para tratar sus enfermedades. La tesis de Reynoso fue dirigida por Nancy Vera, quien destaca que la validación de las propiedades medicinales de las plantas y la constatación de su inocuidad han sido recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Muchas ventajas
“Además de validar el uso medicinal de estos frutos, este trabajo puede tener fuerte impacto social: preservar saberes ancestrales, y ayudar a preservar la biodiversidad, a generar fuentes de trabajo y a producir medicamentos -siempre que se sigan los procesos correctos- a un costo mucho menor que el de los laboratorios”, resalta Vera.
“La costumbre norteña de usar arrope de chañar para combatir problemas respiratorios puede además potenciar las economías regionales. El chañar es un árbol que se distribuye en una zona muy amplia”, cuenta Reynoso, y enumera: desde Tucumán, Santiago del Estero, Chaco y Formosa hasta Cuyo, La Pampa y Río Negro. También se da en Chile, en el chaco boliviano y en el oeste de Uruguay. El trabajo de Reynoso analizó tanto frutos (de los que extrajo extractos), de la localidad santiagueña de Icaño, como arropes que producen los lugareños, y en ambos casos comprobó las propiedades. “Queremos estandarizar la producción del arrope; no debe contener azúcar y habrá que variar las condiciones de temperatura, porque pierden un poco su capacidad antiinflamatoria a causa del calor”, destaca.
Pruebas preclínicas
Las investigaciones, tanto de chañar como de mistol, superaron los ensayos preclínicos, y ambos demostraron su eficacia terapéutica y su inocuidad; la única diferencia es que el efecto analgésico es más fuerte en el caso del chañar. Reynoso cuenta que este actúa de modo semejante a la morfina. “En diferentes dosis, claro, pero los receptores y los antagonistas son los mismos”, aclara.
“Hemos podido demostrar sus cualidades y, lo que también es importante, su inocuidad, es decir, que no tiene efectos colaterales dañinos”, resalta mientras busca en la heladera el frasco de arrope de chañar. En el laboratorio de la cátedra de Farmacoquímica de la Facultad de Bioquímica de la UNT tiene su sede el equipo del que forma parte Reynoso. Hace más de una década lo fundó Alicia Sánchez Riera (ya jubilada) para estudiar las plantas que los pueblos originarios utilizaban para tratar sus enfermedades. La tesis de Reynoso fue dirigida por Nancy Vera, quien destaca que la validación de las propiedades medicinales de las plantas y la constatación de su inocuidad han sido recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Muchas ventajas
“Además de validar el uso medicinal de estos frutos, este trabajo puede tener fuerte impacto social: preservar saberes ancestrales, y ayudar a preservar la biodiversidad, a generar fuentes de trabajo y a producir medicamentos -siempre que se sigan los procesos correctos- a un costo mucho menor que el de los laboratorios”, resalta Vera.
“La costumbre norteña de usar arrope de chañar para combatir problemas respiratorios puede además potenciar las economías regionales. El chañar es un árbol que se distribuye en una zona muy amplia”, cuenta Reynoso, y enumera: desde Tucumán, Santiago del Estero, Chaco y Formosa hasta Cuyo, La Pampa y Río Negro. También se da en Chile, en el chaco boliviano y en el oeste de Uruguay. El trabajo de Reynoso analizó tanto frutos (de los que extrajo extractos), de la localidad santiagueña de Icaño, como arropes que producen los lugareños, y en ambos casos comprobó las propiedades. “Queremos estandarizar la producción del arrope; no debe contener azúcar y habrá que variar las condiciones de temperatura, porque pierden un poco su capacidad antiinflamatoria a causa del calor”, destaca.
Pruebas preclínicas
Las investigaciones, tanto de chañar como de mistol, superaron los ensayos preclínicos, y ambos demostraron su eficacia terapéutica y su inocuidad; la única diferencia es que el efecto analgésico es más fuerte en el caso del chañar. Reynoso cuenta que este actúa de modo semejante a la morfina. “En diferentes dosis, claro, pero los receptores y los antagonistas son los mismos”, aclara.
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