22 Octubre 2016
BUSCANDO RASTROS GENÉTICOS EN LOS ANCESTROS. Un esqueleto fosilizado de un ser humano que fue enterrado debajo del piso de una casa de familia en Ain Ghazal, un pueblo agrícola de 10.000 años de antigüedad, en Jordania. C. Blair / Proyecto ArqueológicoAin Ghazal
Debajo de una ladera rocosa, en el centro de Jordania, se encuentran los restos de una aldea de 10.000 años de antigüedad, llamada Ain Ghazal, cuyos habitantes vivieron en casas de piedra con vigas de madera en el techo, muros y pisos relucientes por el yeso blanco.
Cientos de personas que vivieron ahí rendían culto en templos circulares y hacían esculturas evocadoras, de ojos enormes, de tres pies de altura. Enterraban a sus queridos muertos bajo el piso de sus casas y decapitaban los cuerpos para poder decorar los cráneos.
Sin embargo, con todo y lo fascinante que era esta cultura, hay algo más sobre Ain Ghazal que intriga más a los arqueólogos: fue uno de los primeros pueblos agrícolas que hayan surgido en los albores de la agricultura.
Alrededor del asentamiento, los campesinos de Ain Ghazal cultivaron cebada, trigo, garbanzos y lentejas. Otras aldeas se iban durante varios meses seguidos para pastorear ovejas y cabras en las colinas de los alrededores.
Sitios como Ain Ghazal proporcionan un vistazo de una de las transiciones más importantes en la historia humana: el momento en el que la gente domesticó las plantas y los animales, se asentó y empezó a producir el tipo de sociedad en el que vivimos ahora la mayoría.
Pero con todo y lo que sitios como Ain Ghazal les han enseñado a los arqueólogos, todavía siguen batallando con grandes preguntas. ¿Quiénes, exactamente, fueron los primeros agricultores? ¿Cómo fue que se propagó la agricultura, una piedra angular de la civilización misma, a otras partes del mundo?
Algunas respuestas están surgiendo ahora a partir de una fuente sorprendente: el ADN que se extrajo de los esqueletos de Ain Ghazal y de otros asentamientos tempranos en Oriente Próximo. Estos hallazgos han cuestionado ideas sostenidas de largo sobre cómo surgieron la agricultura y la domesticación.
Lo que es más, los nuevos datos están mostrando que los primeros agricultores dejaban una marca tremenda. Los pueblos desde Irlanda hasta la India rastrean parte de sus antepasados hasta los que empezaron a cultivar cebada y trigo en Oriente Próximo hace miles de años.
“Es una parte de la historia de la civilización que apenas estamos empezando a conocer”, notó Iosif Lazaridis, un investigador de posdoctorado en la Escuela de Medicina de Harvard.
Falsas impresiones
La revolución agrícola cambió a nuestra especie y nuestro planeta. Conforme las bandas de cazadores y recolectores empezaron a domesticar a las plantas y los animales, abandonaron la vida nómada, construyeron aldeas y pueblos que aguantaron miles de años.
Un suministro estable de alimentos permitió el crecimiento rápido de sus poblaciones, y los pequeños grupos igualitarios se convirtieron en reinos que se extendieron a cientos de millas.
La agricultura se originó en unos cuantos centros pequeños por todo el mundo, pero, probablemente, primero en el Creciente Fértil, una región de Oriente Próximo que incluye partes de lo que hoy es Irak, Siria, Líbano, Israel y Jordania. La evidencia que hay allí de la agricultura hecha y derecha (cultivos, ganado, herramientas para la preparación de los alimentos y aldeas) data de hace unos 11.000 años.
En la década de 1990, los arqueólogos concluyeron, en su mayoría, que la agricultura en el Creciente Fértil empezó en Jordania e Israel, una región conocida como Levante Sur. “El modelo era que todo empezó allí y luego todo se propagó fuera de allí, incluidas, quizá, las personas”, comentó Melinda A. Zeder, una investigadora sénior en el Museo Smithsoniano Nacional de Historia Natural de los Estados Unidos.
Sin embargo, en los últimos años, Zeder y otros arqueólogos le han dado un giro a ese consenso. Su investigación indica que la gente estaba inventando la agricultura en varios sitios en el Creciente Fértil en más o menos la misma época. En las montañas Zagros de Irán, por ejemplo, Zeder y sus colegas han encontrado evidencia de domesticación gradual de cabras silvestres durante muchos siglos, hace como 10.000 años.
También, es posible que la gente haya estado cultivando plantas antes de lo que se creía.
A finales de los 1980, Ofer Bar Yosef, de Harvard, y sus colegas empezaron a excavar un sitio de 23.000 años de antigüedad en las costas del mar de Galilea, conocido como Ohalo II. Constaba de media docena de chozas de paja. El año pasado, Bar Yosef y sus colegas reportaron que, en una de las choza, había 150.000 semillas y frutas quemadas, incluidos muchos tipos, como almendras, uvas y olivas, que después se convertirían en cosechas. Se encontró una cuchilla de pedernal que al parecer se utilizó como segadera para cosechar los cereales. Se usaba una plancha de piedra para moler las semillas. Parece claro que los habitantes estaban cultivando plantas silvestres mucho antes de cuando se pensaba que había empezado la agricultura.
“Nos obsesionamos con las muy pocas cosas que sólo vimos preservadas en los registros arqueológicos, y nos quedamos con esta falsa impresión de que se trataba de un cambio abrupto”, dijo Zeder. “Ahora realmente entendemos que se dio este largo periodo en el que estuvieron jugando con los recursos”.
Muchos científicos han sugerido que los humanos recurrieron a la agricultura bajo presión. Quizá el clima de Oriente Próximo se volvió riguroso o quizá la población de cazadores y recolectores sobrepasó al suministro de alimentos silvestres.
Sin embargo, “jugar con los recursos” no es el tipo de cosas que hace la gente en momentos de desesperación. Más bien, argumenta Zeder, la agricultura ocurrió a medida que los cambios climáticos hicieron que la cobertura de algunas especies de plantas y animales silvestres llegaran a Oriente Próximo.
Muchos grupos distintos empezaron a experimentar con las formas de producir alimentos extras, lo que, al final, les permitió empezar una nueva forma de vida: asentarse en grupos sociales más estables.
Avances en el ADN
Entran los genetistas, que se han preguntado desde hace mucho si podrían ayudar a resolver el acertijo de los orígenes de la agricultura con el ADN de los restos humanos descubiertos en lugares como Ain Ghazal.
El material genético antiguo puede sobrevivir en esqueletos de miles de años, a veces hasta cientos de miles de años. Los científicos han podido reconstruir genomas completos de humanos antiguos y de parientes extintos, como los neandertales.
Sin embargo, fallaron diversos intentos por extraer el ADN de esqueletos de Oriente Próximo. Parecía que las condiciones en la región eran demasiado duras para que sobreviviera el ADN antiguo.
“Genéticamente, Oriente Próximo era una zona desconocida”, comentó David Reich, un genetista en la Escuela de Medicina de Harvard.
Ya no es así. En dos estudios recientes, los genetistas, incluido Reich, utilizaron métodos nuevos para extraer suficiente ADN de los huesos de los primeros agricultores, como para averiguar su relación con otros pueblos. Un equipo de investigadores con sede en la Universidad Johannes Gutenberg en Mainz, Alemania, reconstruyeron los genomas de cuatro de los primeros campesinos de las montañas de Zagros, cuyos huesos datan de hace unos 10.000 años.
Reich y sus colegas -incluido Ron Pinhasi, un arqueólogo en la Universidad College de Dublín, y Lazaridis de Harvard- recuperaron material genético de 44 conjuntos de restos de todo Oriente Próximo. Su botín incluía ADN de los primeros agricultores en Irán, así como de huesos de otros sitios en Levante Sur, como Ain Ghazal. El grupo de Reich descubrió material genético, todavía más antiguo, de cazadores y recolectores en la región, tan remotos como hace unos 14.000 años.
Los nuevos resultados indican la misma conclusión general: los primeros agricultores en cada región eran descendientes de los primeros cazadores y recolectores. Lo que es más, cada población tenía su propia genealogía distintiva que se remonta a decenas de miles de años.
Eran tan genéticamente diferentes unos de otros, como los europeos de los chinos. Y estos grupos siguieron siendo distintivos durante toda la revolución agropecuaria, conforme cambiaron de cazadores y recolectores a agricultores hechos y derechos. “Fue bastante sorprendente ver cuán diferentes eran estos grupos unos de otros”, dijo Lazaridis. “Fue más extremo que cualquier cosa que pudieras haber imaginado que estaba pasando”.
Reich y otros arguyen que los hallazgos muestran que las personas alrededor del Creciente Fértil, se hicieron agricultoras en forma independiente. “No es como si hubiera una población de Oriente Próximo que desarrolló la agricultura que se expande y supera a todas las demás”, explicó.
¿Un lugar o muchos?
Los arqueólogos han recibido bien los nuevos resultados de los genetistas. Sin embargo, por ahora, están interpretando los datos en formas diferentes.
Zeder dijo que el ADN antiguo sustenta un escenario en el que los agricultores de todo el Creciente Fértil inventaron la agricultura en forma independiente, quizá repetidas veces. Sin embargo, Bar Yosef dice que él cree que la agricultura como tal evolucionó solo una vez y que se propagó rápidamente de un grupo al otro.
El señala a la datación cada vez más precisa de los sitios arqueológicos en el Creciente Fértil. En lugar del Levante Sur, los sitios más antiguos con evidencias de agricultura hecha y derecha se encuentran en el norte de Siria y el sur de Turquía. Ahí es donde Bar Yosef cree que empezó la agricultura.
En otras partes del Creciente Fértil, argumenta, la gente sólo le estaba dando vueltas a la agricultura. Solamente cuando entraron en contacto con la combinación de cosechas y ganado, y de la tecnología para manejarlos (lo que los científicos denominan el paquete neolítico) fue que adoptaron esas prácticas en forma permanente.
“Si sólo mapeas las fechas de los sitios en los cuales se encontró evidencia de agricultura”, dijo, “y ves que siempre es más tarde conforme te alejas del centro de la zona”. Los resultados genéticos simplemente muestran que esta tecnología agropecuaria se propagó por todo el Creciente Fértil, pero que las poblaciones que la compartían no se mezclaban entre sí.
La nueva investigación también muestra que aun después de que se estableció la agricultura por todo el Creciente Fértil, la gente siguió genéticamente aislada durante miles de años.
“Si se hablaban unos a otros, no se estaban casando entre sí”, dijo Garrett Hellenthal, un genetista de la Universidad College de Londres que colaboró con los investigadores de la Universidad Gutenberg.
Sin embargo, la investigación del ADN también muestra que este prolongado periodo de aislamiento terminó en forma repentina y espectacular.
Hace unos 8,000 años, se cayeron las barreras entre los pueblos del Creciente Fértil y los genes empezaron a fluir por toda la región. Oriente Próximo se convirtió en una mezcla homogénea de personas.
¿Por qué? Reich especuló que las poblaciones en aumento de agricultores empezaron a vinculares unas con otras por medio de las redes del comercio. La gente se movilizó por esas rutas y empezó a casarse con otra y a tener hijos. Los genes no solo fluyeron por todo el Creciente Fértil: también se propagaron hacia el exterior. Los científicos han detectado ADN de los primeros agricultores en personas vivas de tres continentes.
“Parece haber expansiones hacia fuera en todas direcciones”, comentó Lazaridis.
Los primeros agricultores de Turquía se movieron por toda la parte occidental del país, cruzaron el Bósforo y viajaron a Europa hace unos 8.000 años. No encontraron agricultores ahí. Europa había albergado a grupos de cazadores y recolectores durante más de 30.000 años. Los agricultores se hicieron con gran parte de su territorio y lo convirtieron en tierras de cultivo, sin mezclarse con ellos.
Los cazadores y recolectores se apegaron a su existencia durante siglos y, al final, los absorbieron las comunidades agrícolas más grandes. Los europeos de hoy pueden rastrear gran parte de su genealogía a ambos grupos.
Los primeros campesinos en lo que hoy es Irán, se expandieron hacia el este. Al final, sus descendientes terminaron en lo que hoy es la India, y su ADN constituye una parte considerable del genoma de los indios.
¿Y las gentes de Ain Ghazal? Se expandieron al este de Africa, con todo y cultivos y animales. Los africanos orientales conservan la genealogía de los primeros agricultores de Levante Sur; en Somalia, una tercera parte del ADN de las personas proviene de ahí.
Reich espera saber más sobre los primeros agricultores obteniendo muestras en forma más sistemática de todo el Levante Fértil. “No es fácil dar con estos especímenes únicos y especiales”, dijo.
Sin embargo, es pesimista en cuanto a llenar algunos de los huecos más notorios en el mapa genético del Creciente Fértil. Nadie ha recuperado todavía el ADN de la personas que vivieron en los asentamientos agrícolas más antiguos que se conocen. Y es poco probable que lo vayan a intentar pronto.
Para hacerlo, tendrían a aventurarse al corazón mismo de la guerra civil en Siria.
Cientos de personas que vivieron ahí rendían culto en templos circulares y hacían esculturas evocadoras, de ojos enormes, de tres pies de altura. Enterraban a sus queridos muertos bajo el piso de sus casas y decapitaban los cuerpos para poder decorar los cráneos.
Sin embargo, con todo y lo fascinante que era esta cultura, hay algo más sobre Ain Ghazal que intriga más a los arqueólogos: fue uno de los primeros pueblos agrícolas que hayan surgido en los albores de la agricultura.
Alrededor del asentamiento, los campesinos de Ain Ghazal cultivaron cebada, trigo, garbanzos y lentejas. Otras aldeas se iban durante varios meses seguidos para pastorear ovejas y cabras en las colinas de los alrededores.
Sitios como Ain Ghazal proporcionan un vistazo de una de las transiciones más importantes en la historia humana: el momento en el que la gente domesticó las plantas y los animales, se asentó y empezó a producir el tipo de sociedad en el que vivimos ahora la mayoría.
Pero con todo y lo que sitios como Ain Ghazal les han enseñado a los arqueólogos, todavía siguen batallando con grandes preguntas. ¿Quiénes, exactamente, fueron los primeros agricultores? ¿Cómo fue que se propagó la agricultura, una piedra angular de la civilización misma, a otras partes del mundo?
Algunas respuestas están surgiendo ahora a partir de una fuente sorprendente: el ADN que se extrajo de los esqueletos de Ain Ghazal y de otros asentamientos tempranos en Oriente Próximo. Estos hallazgos han cuestionado ideas sostenidas de largo sobre cómo surgieron la agricultura y la domesticación.
Lo que es más, los nuevos datos están mostrando que los primeros agricultores dejaban una marca tremenda. Los pueblos desde Irlanda hasta la India rastrean parte de sus antepasados hasta los que empezaron a cultivar cebada y trigo en Oriente Próximo hace miles de años.
“Es una parte de la historia de la civilización que apenas estamos empezando a conocer”, notó Iosif Lazaridis, un investigador de posdoctorado en la Escuela de Medicina de Harvard.
Falsas impresiones
La revolución agrícola cambió a nuestra especie y nuestro planeta. Conforme las bandas de cazadores y recolectores empezaron a domesticar a las plantas y los animales, abandonaron la vida nómada, construyeron aldeas y pueblos que aguantaron miles de años.
Un suministro estable de alimentos permitió el crecimiento rápido de sus poblaciones, y los pequeños grupos igualitarios se convirtieron en reinos que se extendieron a cientos de millas.
La agricultura se originó en unos cuantos centros pequeños por todo el mundo, pero, probablemente, primero en el Creciente Fértil, una región de Oriente Próximo que incluye partes de lo que hoy es Irak, Siria, Líbano, Israel y Jordania. La evidencia que hay allí de la agricultura hecha y derecha (cultivos, ganado, herramientas para la preparación de los alimentos y aldeas) data de hace unos 11.000 años.
En la década de 1990, los arqueólogos concluyeron, en su mayoría, que la agricultura en el Creciente Fértil empezó en Jordania e Israel, una región conocida como Levante Sur. “El modelo era que todo empezó allí y luego todo se propagó fuera de allí, incluidas, quizá, las personas”, comentó Melinda A. Zeder, una investigadora sénior en el Museo Smithsoniano Nacional de Historia Natural de los Estados Unidos.
Sin embargo, en los últimos años, Zeder y otros arqueólogos le han dado un giro a ese consenso. Su investigación indica que la gente estaba inventando la agricultura en varios sitios en el Creciente Fértil en más o menos la misma época. En las montañas Zagros de Irán, por ejemplo, Zeder y sus colegas han encontrado evidencia de domesticación gradual de cabras silvestres durante muchos siglos, hace como 10.000 años.
También, es posible que la gente haya estado cultivando plantas antes de lo que se creía.
A finales de los 1980, Ofer Bar Yosef, de Harvard, y sus colegas empezaron a excavar un sitio de 23.000 años de antigüedad en las costas del mar de Galilea, conocido como Ohalo II. Constaba de media docena de chozas de paja. El año pasado, Bar Yosef y sus colegas reportaron que, en una de las choza, había 150.000 semillas y frutas quemadas, incluidos muchos tipos, como almendras, uvas y olivas, que después se convertirían en cosechas. Se encontró una cuchilla de pedernal que al parecer se utilizó como segadera para cosechar los cereales. Se usaba una plancha de piedra para moler las semillas. Parece claro que los habitantes estaban cultivando plantas silvestres mucho antes de cuando se pensaba que había empezado la agricultura.
“Nos obsesionamos con las muy pocas cosas que sólo vimos preservadas en los registros arqueológicos, y nos quedamos con esta falsa impresión de que se trataba de un cambio abrupto”, dijo Zeder. “Ahora realmente entendemos que se dio este largo periodo en el que estuvieron jugando con los recursos”.
Muchos científicos han sugerido que los humanos recurrieron a la agricultura bajo presión. Quizá el clima de Oriente Próximo se volvió riguroso o quizá la población de cazadores y recolectores sobrepasó al suministro de alimentos silvestres.
Sin embargo, “jugar con los recursos” no es el tipo de cosas que hace la gente en momentos de desesperación. Más bien, argumenta Zeder, la agricultura ocurrió a medida que los cambios climáticos hicieron que la cobertura de algunas especies de plantas y animales silvestres llegaran a Oriente Próximo.
Muchos grupos distintos empezaron a experimentar con las formas de producir alimentos extras, lo que, al final, les permitió empezar una nueva forma de vida: asentarse en grupos sociales más estables.
Avances en el ADN
Entran los genetistas, que se han preguntado desde hace mucho si podrían ayudar a resolver el acertijo de los orígenes de la agricultura con el ADN de los restos humanos descubiertos en lugares como Ain Ghazal.
El material genético antiguo puede sobrevivir en esqueletos de miles de años, a veces hasta cientos de miles de años. Los científicos han podido reconstruir genomas completos de humanos antiguos y de parientes extintos, como los neandertales.
Sin embargo, fallaron diversos intentos por extraer el ADN de esqueletos de Oriente Próximo. Parecía que las condiciones en la región eran demasiado duras para que sobreviviera el ADN antiguo.
“Genéticamente, Oriente Próximo era una zona desconocida”, comentó David Reich, un genetista en la Escuela de Medicina de Harvard.
Ya no es así. En dos estudios recientes, los genetistas, incluido Reich, utilizaron métodos nuevos para extraer suficiente ADN de los huesos de los primeros agricultores, como para averiguar su relación con otros pueblos. Un equipo de investigadores con sede en la Universidad Johannes Gutenberg en Mainz, Alemania, reconstruyeron los genomas de cuatro de los primeros campesinos de las montañas de Zagros, cuyos huesos datan de hace unos 10.000 años.
Reich y sus colegas -incluido Ron Pinhasi, un arqueólogo en la Universidad College de Dublín, y Lazaridis de Harvard- recuperaron material genético de 44 conjuntos de restos de todo Oriente Próximo. Su botín incluía ADN de los primeros agricultores en Irán, así como de huesos de otros sitios en Levante Sur, como Ain Ghazal. El grupo de Reich descubrió material genético, todavía más antiguo, de cazadores y recolectores en la región, tan remotos como hace unos 14.000 años.
Los nuevos resultados indican la misma conclusión general: los primeros agricultores en cada región eran descendientes de los primeros cazadores y recolectores. Lo que es más, cada población tenía su propia genealogía distintiva que se remonta a decenas de miles de años.
Eran tan genéticamente diferentes unos de otros, como los europeos de los chinos. Y estos grupos siguieron siendo distintivos durante toda la revolución agropecuaria, conforme cambiaron de cazadores y recolectores a agricultores hechos y derechos. “Fue bastante sorprendente ver cuán diferentes eran estos grupos unos de otros”, dijo Lazaridis. “Fue más extremo que cualquier cosa que pudieras haber imaginado que estaba pasando”.
Reich y otros arguyen que los hallazgos muestran que las personas alrededor del Creciente Fértil, se hicieron agricultoras en forma independiente. “No es como si hubiera una población de Oriente Próximo que desarrolló la agricultura que se expande y supera a todas las demás”, explicó.
¿Un lugar o muchos?
Los arqueólogos han recibido bien los nuevos resultados de los genetistas. Sin embargo, por ahora, están interpretando los datos en formas diferentes.
Zeder dijo que el ADN antiguo sustenta un escenario en el que los agricultores de todo el Creciente Fértil inventaron la agricultura en forma independiente, quizá repetidas veces. Sin embargo, Bar Yosef dice que él cree que la agricultura como tal evolucionó solo una vez y que se propagó rápidamente de un grupo al otro.
El señala a la datación cada vez más precisa de los sitios arqueológicos en el Creciente Fértil. En lugar del Levante Sur, los sitios más antiguos con evidencias de agricultura hecha y derecha se encuentran en el norte de Siria y el sur de Turquía. Ahí es donde Bar Yosef cree que empezó la agricultura.
En otras partes del Creciente Fértil, argumenta, la gente sólo le estaba dando vueltas a la agricultura. Solamente cuando entraron en contacto con la combinación de cosechas y ganado, y de la tecnología para manejarlos (lo que los científicos denominan el paquete neolítico) fue que adoptaron esas prácticas en forma permanente.
“Si sólo mapeas las fechas de los sitios en los cuales se encontró evidencia de agricultura”, dijo, “y ves que siempre es más tarde conforme te alejas del centro de la zona”. Los resultados genéticos simplemente muestran que esta tecnología agropecuaria se propagó por todo el Creciente Fértil, pero que las poblaciones que la compartían no se mezclaban entre sí.
La nueva investigación también muestra que aun después de que se estableció la agricultura por todo el Creciente Fértil, la gente siguió genéticamente aislada durante miles de años.
“Si se hablaban unos a otros, no se estaban casando entre sí”, dijo Garrett Hellenthal, un genetista de la Universidad College de Londres que colaboró con los investigadores de la Universidad Gutenberg.
Sin embargo, la investigación del ADN también muestra que este prolongado periodo de aislamiento terminó en forma repentina y espectacular.
Hace unos 8,000 años, se cayeron las barreras entre los pueblos del Creciente Fértil y los genes empezaron a fluir por toda la región. Oriente Próximo se convirtió en una mezcla homogénea de personas.
¿Por qué? Reich especuló que las poblaciones en aumento de agricultores empezaron a vinculares unas con otras por medio de las redes del comercio. La gente se movilizó por esas rutas y empezó a casarse con otra y a tener hijos. Los genes no solo fluyeron por todo el Creciente Fértil: también se propagaron hacia el exterior. Los científicos han detectado ADN de los primeros agricultores en personas vivas de tres continentes.
“Parece haber expansiones hacia fuera en todas direcciones”, comentó Lazaridis.
Los primeros agricultores de Turquía se movieron por toda la parte occidental del país, cruzaron el Bósforo y viajaron a Europa hace unos 8.000 años. No encontraron agricultores ahí. Europa había albergado a grupos de cazadores y recolectores durante más de 30.000 años. Los agricultores se hicieron con gran parte de su territorio y lo convirtieron en tierras de cultivo, sin mezclarse con ellos.
Los cazadores y recolectores se apegaron a su existencia durante siglos y, al final, los absorbieron las comunidades agrícolas más grandes. Los europeos de hoy pueden rastrear gran parte de su genealogía a ambos grupos.
Los primeros campesinos en lo que hoy es Irán, se expandieron hacia el este. Al final, sus descendientes terminaron en lo que hoy es la India, y su ADN constituye una parte considerable del genoma de los indios.
¿Y las gentes de Ain Ghazal? Se expandieron al este de Africa, con todo y cultivos y animales. Los africanos orientales conservan la genealogía de los primeros agricultores de Levante Sur; en Somalia, una tercera parte del ADN de las personas proviene de ahí.
Reich espera saber más sobre los primeros agricultores obteniendo muestras en forma más sistemática de todo el Levante Fértil. “No es fácil dar con estos especímenes únicos y especiales”, dijo.
Sin embargo, es pesimista en cuanto a llenar algunos de los huecos más notorios en el mapa genético del Creciente Fértil. Nadie ha recuperado todavía el ADN de la personas que vivieron en los asentamientos agrícolas más antiguos que se conocen. Y es poco probable que lo vayan a intentar pronto.
Para hacerlo, tendrían a aventurarse al corazón mismo de la guerra civil en Siria.