Madres y familiares de adictos al paco vuelven a exigir al PE asistencia para adictos

Cristian Correa y Graciela Cano volverán marchar hoy a la plaza Independencia para pedir a los tres poderes del Estado una política integral contra el narcotráfico y las adicciones. Ellos habían marchado el 10 de diciembre del año pasado, en la primera manifestación de La Hermandad de los Barrios (un colectivo de siete villas). En el ínterin, afirmaron que la situación empeoró. El hermano de Correa falleció hace dos semanas por una sobredosis de paco y pastillas. Una de las hijas de Cano tuvo una recaída y volvió a vivir en la calle. Se prostituye para poder consumir “papeles” de paco.

“No conocemos la felicidad. No sabemos qué hacer para que nuestros hijos y nietos puedan recuperarse. Necesitamos centros de asistencia, profesionales de la salud, trabajo y educación. ¿Es culpa nuestra que hayamos traído hijos al mundo para que el paco los mate y el Estado no haga nada?”, bramó enardecida Dora Ibáñez, una de las Madres del Pañuelo Negro de la Costanera. A su lado, Blanca Ledesma y Elsa Juárez asentían con la mirada fija. “Vamos a la plaza con la consigna ‘Ni un muerto más por la droga’”, explicó Ledesma. Correa, Cano (usa ese nombre para reservar su identidad), Ibáñez, Ledesma y Juárez volverán a la plaza, dijeron, porque están cansados de contar muertes. La movilización partirá a las 17 desde plaza Urquiza y presentarán otro petitorio al Gobierno.

“Si siguen sin dar respuestas, cada vez que muera un adicto lo velaremos en la plaza Independencia para que en Casa de Gobierno vean las consecuencias de todo lo que hace falta”, prometió Juárez.

Tragedia de pobreza

“El Estado me debe a mi hermano. Con el paco están exterminando a una clase social entera mientras algún poderoso se vuelve millonario”, reclamó Cristian Correa desde el patio de su casa en el barrio Antena (Alderetes). La muerte de Diego Correa, de 29 años, conmocionó a La Hermandad de los Barrios. El colectivo se reunió la semana pasada en La Costanera y resolvió presentar el mismo petitorio de la primera movilización y le sumaron nuevos reclamos, como el pedido para que se termine el Centro de Atención de Adictos de la Costanera (la obra está paralizada desde enero).

Como no tenía dinero, la familia había logrado que Diego recibiera tratamiento con una iglesia evangelista. Cada tanto tenía una crisis de abstinencia, contó Lía Casemira Ene, la mamá de Diego. “Pensábamos que estaba mejor. Lo veíamos siempre con la Biblia en la mano. Pero no pudo más; un día no volvió a dormir. Lo fuimos a buscar pero no lo encontramos. Se dio con todo. Una vecina lo encontró al segundo día. Estaba dentro de una casa, con convulsiones y espuma por la boca; una sobredosis”, recordó Ene. Falleció el 17 de agosto, tras nueve meses internado. La familia de Diego llamó a Defensa Civil para tramitar un servicio fúnebre. Cristian fue con dos testigos a pedir el certificado de pobreza a la comisaría para que el Estado cubra los costos del cajón. Consiguieron un terreno en el cementerio municipal, pero cavar la tumba costaba otros $800. Mientras velaban al joven en su casa, unos vecinos cavaron la fosa.

“Ahora tocó a mi familia. Diego era el que siempre se acordaba de anécdotas graciosas y nos hacía reír. Es la décima víctima de paco del barrio en el año. No queremos más muertes. Sólo nos queda tomar la salud en nuestras manos y hacernos escuchar. Queremos que todos los barrios tengan un grupo de psicólogos para hacer tareas de asistencia y prevención, que en los hospitales no se nos discrimine. Que entren ambulancias al barrio”, finalizó Cristian.