15 Agosto 2016
ORTODOXO. Monseñor Siluan Muci, del patriarcado de Antioquía.
Educar para la paz es una condición sine qua non para la convivencia pacífica en una sociedad de personas diferentes. Monseñor Siluan Muci, metropolita para Argentina, obispo de la iglesia ortodoxa del patriarcado de Antioquía, propicia la educación con valores religiosos como antídoto contra la violencia, los fanatismos y la intolerancia.
Monseñor Muci posa sus ojos en la juventud y en los niños, como los segmentos de la sociedad que más necesitan ser educados en la paz. “Hoy los que se inmolan con explosivos son todos jóvenes, no son hombres de 50 o 60 años. El reclutamiento se hace entre la juventud y no entre la gente mayor”, señaló en una entrevista con LA GACETA antes del comienzo de su exposición en el Congreso Nacional de Diálogo Interreligioso. El prelado se refirió a su propia experiencia interreligiosa en situaciones de conflicto, como el que le tocó vivir en El Líbano.
De padre libanés y madre siria, Muci nació en Venezuela, pero vivió toda su infancia y su juventud en Líbano. De allí que tiene doble nacionalidad. Cuenta que cuando era niño iba a un colegio católico romano, pero que tenía muchos amigos musulmanes. “Esa experiencia no sólo me permitía conocer a otros chicos sino también sus culturas y sus fiestas religiosas”, recuerda al indicar la importancia de educar en la tolerancia en una sociedad obligada a la convivencia entre cristianos y musulmanes. “Cuando no se transmiten las dimensiones de clemencia, misericordia, y al mismo tiempo de esperanza, que me genera el otro, las minorías tienen mucho miedo”, afirma.
“Durante la guerra del Líbano muchos cristianos y musulmanes no iban a la guerra sino se iban a la Cruz Roja a enrolarse como voluntarios para salvar vidas. Eran momentos en que o se tomaban las armas o se iba a aliviar las heridas. En la guerra del Líbano cuando ya no había señales de paz muchas organizaciones de la sociedad civil, entre ellas, una entidad de discapacitados hicieron una marcha de 130 kilómetros para manifestar por la paz”. Para él, la educación en valores religiosos y la fe puesta en Dios es la tabla de salvación contra la violencia.
Monseñor Muci posa sus ojos en la juventud y en los niños, como los segmentos de la sociedad que más necesitan ser educados en la paz. “Hoy los que se inmolan con explosivos son todos jóvenes, no son hombres de 50 o 60 años. El reclutamiento se hace entre la juventud y no entre la gente mayor”, señaló en una entrevista con LA GACETA antes del comienzo de su exposición en el Congreso Nacional de Diálogo Interreligioso. El prelado se refirió a su propia experiencia interreligiosa en situaciones de conflicto, como el que le tocó vivir en El Líbano.
De padre libanés y madre siria, Muci nació en Venezuela, pero vivió toda su infancia y su juventud en Líbano. De allí que tiene doble nacionalidad. Cuenta que cuando era niño iba a un colegio católico romano, pero que tenía muchos amigos musulmanes. “Esa experiencia no sólo me permitía conocer a otros chicos sino también sus culturas y sus fiestas religiosas”, recuerda al indicar la importancia de educar en la tolerancia en una sociedad obligada a la convivencia entre cristianos y musulmanes. “Cuando no se transmiten las dimensiones de clemencia, misericordia, y al mismo tiempo de esperanza, que me genera el otro, las minorías tienen mucho miedo”, afirma.
“Durante la guerra del Líbano muchos cristianos y musulmanes no iban a la guerra sino se iban a la Cruz Roja a enrolarse como voluntarios para salvar vidas. Eran momentos en que o se tomaban las armas o se iba a aliviar las heridas. En la guerra del Líbano cuando ya no había señales de paz muchas organizaciones de la sociedad civil, entre ellas, una entidad de discapacitados hicieron una marcha de 130 kilómetros para manifestar por la paz”. Para él, la educación en valores religiosos y la fe puesta en Dios es la tabla de salvación contra la violencia.
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