"El capital humano es crucial para el crecimiento"

"El capital humano es crucial para el crecimiento"

24 Julio 2016

VÍCTOR JORGE ELÍAS  
El perfil de un académico por excelencia
  
Recientemente (el jueves 21) cumplió 79 años. Es Master of Arts y Ph.D. in Economics de la Universidad de Chicago, revalidado Doctor en Economía en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Profesor Emérito de la UNT. Miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Profesor visitante de las Universidades de Harvard y Stanford. Publicó Sources of Growth: A Study of Seven Latin American Economies (San Francisco, 1992) e Infrastructure and Economic Growth (World Bank, Washington DC, 1995). Le otorgaron el Premio Konex 1996, en la categoría Desarrollo Económico.
 
HONORIS CAUSA  
Reconocimiento de la universidad del cema
 
El Consejo Superior y el Consejo Académico de la Universidad del CEMA (Ucema) aprobaron por unanimidad el otorgamiento del grado de Doctor Honoris Causa al doctor en Economía Víctor Jorge Elías. 
La ceremonia de investidura se realizará el  martes 4 de octubre, a las 19, en el Auditorio de la Ucema. Será presentada por el economista Juan Carlos de Pablo, primer Doctor Honoris Causa de la Universidad del CEMA, y finalizará con la conferencia del economista tucumano acerca de “El Análisis Económico y las Cuentas Nacionales”.

VÍCTOR JORGE ELÍAS  
El perfil de un académico por excelencia

  Recientemente (el jueves 21) cumplió 79 años. Es Master of Arts y Ph.D. in Economics de la Universidad de Chicago, revalidado Doctor en Economía en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Profesor Emérito de la UNT. Miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Profesor visitante de las Universidades de Harvard y Stanford. Publicó Sources of Growth: A Study of Seven Latin American Economies (San Francisco, 1992) e Infrastructure and Economic Growth (World Bank, Washington DC, 1995). Le otorgaron el Premio Konex 1996, en la categoría Desarrollo Económico. 

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HONORIS CAUSA  
Reconocimiento de la universidad del CEMA

 El Consejo Superior y el Consejo Académico de la Universidad del CEMA (Ucema) aprobaron por unanimidad el otorgamiento del grado de Doctor Honoris Causa al doctor en Economía Víctor Jorge Elías. 
La ceremonia de investidura se realizará el  martes 4 de octubre, a las 19, en el Auditorio de la Ucema. Será presentada por el economista Juan Carlos de Pablo, primer Doctor Honoris Causa de la Universidad del CEMA, y finalizará con la conferencia del economista tucumano acerca de “El Análisis Económico y las Cuentas Nacionales”.



Durante su época de estudiante en la Universidad de Chicago, Víctor Jorge Elías observaba que la competencia con sus colegas, en la etapa de tesis del doctorado en Economía, era tan dura como limpia; llena de sinergia. Sabía que si le dedicaba 10 horas de estudio, el otro podía hacerlo durante 14. Las ventanas de la ciudad universitaria eran el fiel reflejo del esfuerzo. “En la noche, las luces permanecían encendidas sábados y domingos y, ante tanta competencia, uno va tomando el hábito de trabajar tan duro de lunes a domingo”, dice el doctor en Economía a LA GACETA. Y agrega: “cuando uno entra en ritmo, es menos costoso y más fácil sostener el esfuerzo porque el resultado llegará y se sostendrá”. Esa imagen la traslada al rumbo que debe seguir la economía argentina, la de copiar las conductas de otros países que, a través de la cultura del esfuerzo, logran un crecimiento sostenido en el tiempo. “Sólo con las críticas, enfatizando los problemas y priorizando la discusión sin sentido no lograremos aquel ritmo”, señala. Elías, quien acaba de cumplir 79 años y pronto será investido con el premio Honoris Causa en la Universidad del CEMA.

Usa este tipo de ejemplos para entrar de lleno a la economía. Su impronta académica está tan viva como el fuego del hogar que le calienta cada mañana en su casa; allí donde atesora cartas de viejos profesores y hasta de colegas de estudio que, con el tiempo, fueron galardonados con el Premio Nobel en Economía. En su residencia recibió a nuestro diario para contar, en esta entrevista, lo que hizo desde 1961 cuando abordó -junto con otros tucumanos- el tren del conocimiento rumbo a los Estados Unidos para doctorarse en una de las universidades más prestigiosas del planeta.

- ¿Por qué se hizo economista?

- Muchas situaciones fueron dándose de forma natural. En mi familia, dos fuimos a la Escuela de Comercio y estábamos orientados a ser contadores; y si no lo lográbamos, nos íbamos a convertir en tenedores de libros. Al ingresar a la Facultad, sólo había la carrera de contador. En 1958, Adolfo Diz (uno de los precursores de los Chicago Boys) y el entonces decano Horace William Bliss sentaron las bases para crear la carrera de licenciado en Economía. Armaron un grupo e invitaron a cinco. En mi caso, recién salía del servicio militar y me incorporé a él. Me entró el interés de conocer la carrera y Chicago. No tenía otra alternativa que pensar y entré como en un tren que me llevó a transitar nuevos caminos. Tuve mucha suerte. En los cursos me fue muy bien; tuve miedo por el idioma y por el nivel de la universidad que me hacían pensar que, tres meses después de llegar, me llamaran para agradecerme y pedirme que me retire. Pero no; seguí arriba del tren con un grupo que integraban Héctor Ávila, Manuel Cordomí, Carlos Pucci y Raúl Pedro Mentz. Nos apoyaba el profesor Arnold Harberger (premio Nobel de Economía y padre de los Chicago Boys). Así empezó todo. Nunca me hice la pregunta si me gustaba o no. Yo seguí la corriente con el desafío de hacer bien las cosas con tantos buenos competidores en las áreas de estudio.

- Usted fue uno de los economistas sentó las bases de una generación que convirtió en potencia a la Facultad de Ciencias Económicas y a la Universidad Nacional de Tucumán en esa materia...

- Siempre hay un poco de suerte. Al iniciar los cursos, me acuerdo que me surgía la duda sobre por qué arriesgarse tanto ante tantos buenos alumnos. Nos fue muy bien, mejor de lo que esperábamos. La misma Universidad de Chicago se interesó en apoyar un poco más a los argentinos . Al irnos tan bien en los estudios, fueron llegando más tucumanos, como los antes mencionados y Valeriano García. Como profesor, el desafío es que continúe esa práctica y ayudar a los alumnos a obtener un doctorado. Como docente, continuamente estamos viendo a estudiantes que están en la frontera, que son considerados talentos. Y esa es la otra meta del profesor: encontrarlos, claro está que uno puede resultar duro en el proceso de selección, porque si uno se equivoca, la persona puede sufrir mucho. Generalmente se dice que los profesores suelen ser duros, pero si se equivoca al mandar o recomendar a alguien, va perdiendo crédito. Siempre es bueno ir con la verdad.

- ¿Qué profesores recuerda que le hayan marcado en su carrera?

- Muchos. Desde 1961, he tomado clases con profesores que, luego de 1969, fueron galardonados con el Premio Nobel en Economía. Por mencionar algunos, Milton Friedman, Theodore Schultz, George J. Stigler, Merton H. Miller o Robert Fogel. Y hasta tuve un colega que también fue galardonado: Robert Lucas.

-¿ Por qué nunca ocupó un cargo político?

- Mi interés siempre fue académico. Uno tiene que elegir dónde va a ser más útil. Algunos me decían que había que probar. Escuché que el mismo Friedman fue a integrar un comité a Washington y después nunca más a la función pública. Al principio, a uno le dicen haga lo que usted sabe y luego “trate de ayudarme en este problema”, y no es la forma. El funcionario tiene otra mentalidad, esa que dice “haré todo lo posible dentro de lo que puedo”.

-¿ Doctor, que es lo que más lo rejuvenece?

- La actividad. Seguir en la universidad y el contacto con la familia; saber qué es lo que hace cada uno y ayudarles en lo que uno pueda. Ahora, uno de mis grandes planes es ayudar a que uno de mis nietos vaya a estudiar a Chicago, como lo hizo uno de mis hijos, el año que viene. Y estamos en la pelea de la admisión. La competencia se hizo muy grande ahora con los asiáticos que están en carrera. En mi época, había más latinoamericanos y europeos. Luego fueron japoneses y coreanos. Chicago siempre se interesó en los chinos, antes de que fueran potencia.

- ¿Sigue viajando?

- Ahora menos. Internet y el mail sustituyeron bastante los viajes. Hoy, a través de la computadora, el contacto es permanente e, incluso, me atrevo a escribirles a profesores que hoy son líderes en sus áreas o especialidades. Ellos tienen la muy buena costumbre de contestar; eso me incentiva, pese a que algunos son bastantes duros en la cantidad de líneas que escriben. Pero cada línea tiene mucho valor; te marcan. Cuando uno necesita ciertos conocimientos o evacuar dudas, ellos están allí, dispuestos.

- ¿Qué meta le quedó pendiente?

- Uno siempre se pregunta cómo hubiera podido contribuir más desde otro lugar. Tuve muchas alternativas, pero siempre elegí Tucumán, porque me sentí cómodo con las instituciones y con los colegas. Debo decir que siempre tuve la suerte de estar donde quería estar. Un período muy lindo, por ejemplo, fue cuando terminaba mi tesis me llamaron para armar el instituto Torcuato Di Tella.

- Si tuviera que hacer una línea de tiempo, ¿qué es lo que más recordaría de los momentos económicos de la Argentina?

- Siempre son visiones personales. Escuché a algunos profesores, por ejemplo, que vivieron la gran Depresión de 1929 y eso los marcó. Aquí, en la Argentina, no recuerdo muchas cosas que nos haya marcado tanto con demasiadas tensiones sociales. Sí vi que en algunos momentos de los años 40 había problemas con los alimentos en el país. Tal vez lo que marcó más a mucha gente fue la más reciente, la de 2001, que muchos profesionales no sabían cómo explicar esa crisis. La Argentina, a lo largo de los años, no ha tomado el tren que la lleve a la senda del desarrollo sostenido, como lo hicieron muchos países. Siempre nos acostumbramos a las crisis. Una respuesta sencilla que encuentro es que la crisis es una solución bastante barata para el país, el hacer las cosas mal y volver a empezar, porque hay situaciones que resultan caro hacerlas.

- ¿Política y económicamente?

- En ambos sentidos. Tener instituciones fuertes y que respondan como debe ser no es una tarea sencilla; hay que trabajar muy fuerte. A veces es duro y hasta antipopular.

- ¿Por qué la Argentina no es potencia económica global?

- Siempre se dice que, en algún momento de la historia, el país fue potencia. Y yo tengo mis dudas si tomamos como estudio la contribución educativa al crecimiento económico, es sorprendente el bajo nivel que había en 1810 si se toma el análisis desde el punto de vista del capital humano. El capital humano es un elemento crucial para el crecimiento económico de un país. La calidad educativa es clave para establecer si una nación es potencia o no.

- ¿Cuándo podemos a llegar a ser potencia?

- Para lograr un crecimiento económico sostenido se requiere hacerlo a tasas elevadas durante muchos años y, además, para que la gente pueda sentirlo. Se requiere mucho esfuerzo y hay que pelearla en todos los frentes: en innovación, en capital y en capital humano.

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