14 Julio 2016
RESPLANDECIENTE. La imponente obra de Iramain luce ya sin los andamios de los últimos 20 días. la gaceta / foto de héctor peralta
Como si hubiese terminado una sesión de acupuntura, ayer los andamios de tubos metálicos que rodeaban a la escultura fueron retirados uno por uno. Alrededor de las 13, los operarios terminaron de quitar la última pieza metálica. De inmediato se abrió el portón para habilitar el ingreso del público al predio donde se erige El Cristo bendicente.
Los ocasionales visitantes que llegaban sin saber que, minutos antes había estado cerrado, subieron las escalinatas de piedra y cemento para tomarse la tradicional foto de recuerdo. A pesar de que una nube densa envolvía el lugar, nadie perdía el entusiasmo por el paseo. “Siempre es lindo volver a mi Tucumán querido”, dijo Javier Pérez. Por razones laborales se fue a vivir a La Pampa, donde se casó con Soledad Snipe. Ellos son padres de tres hijos pampeanos que, cada vez que pueden, vienen a Tucumán de vacaciones. La mujer se sorprendió por el brillo del Cristo y la nueva iluminación. “Está hermoso: la última vez que vinimos en 2012 estaba como muy abandonado, tenía grafittis; pero ahora parece que tiene más luces”, agregó, mientras los chicos sentados sobre el césped se preparaban un sandwich de jamón, queso y mayonesa.
Voces y tonadas se mezclaban ayer pasado el mediodía en San Javier. “Supuestamente desde aquí se ve Tucumán; supuestamente por culpa de esta nube”, comentó con resignación Estela Pereyra, quien llegó desde Berazategui para descansar en el norte argentino. Alejados de todos, en un banco de madera, en la parte de atrás de la escultura, una joven pareja disfrutaba comiendo mandarinas al aire libre, mientras esperaban con paciencia a que, en algún momento, se abriera el cielo y así poder disfrutar del paisaje.
Los trabajos de refacción incluyeron la reparación de las grietas que filtraban agua hasta la base de la escultura. Allí abajo funciona el Centro de Interpretación San Javier (con información sobre el lugar, la escultura, la flora y la fauna) de martes a domingos entre las 10 y las 18.
Tal como lo había anunciado el titular del Ente Tucumán Turismo, Sebastián Giobellina, se prevé un acto de inauguración con la presencia del ministro de Turismo de la Nación, Gustavo Santos, en fecha a confirmar.
Un efecto especial
Los operarios (trabajaron durante tres semanas) todavía estaban en la zona, durante un descanso tras haber desarmado los andamios. La escultura del Cristo tiene una altura de 28 metros. La pila de tubos se acumuló frente al portón de acceso.
La nube envolvía la escultura, pasaba por entre los árboles. El sol aparecía tibiamente. Por momentos daba la impresión de que se iba a abrir el cielo, pero el manto blanco regresaba con fuerza. Todo parecía tener un efecto fantasmagórico.
“Ahora sacame la foto, ¡ahora!”, gritaba una adolescente al abrirse apenas la envoltura espesa y blanca sobre el Cristo. De igual manera, nadie perdía el entusiasmo por tomarse las fotos. Pedro Pablo Catalán, nació en Río Negro. Se casó en Entre Ríos con Gladys Lanzi, donde viven en familia. Para aprovechar las vacaciones viajaron a Jujuy y después llegaron a Tucumán, donde se quedarán en hasta el viernes. “Esto es hermoso -dijo la esposa- y vamos a salir en el diario”, agregó contenta.
En el reacondicionamiento de El Cristo, una obra del escultor Juan Carlos Iramain, inaugurada en 1942, también participaron especialistas de la Facultad de Artes de la UNT.
La escultura tiene un nuevo sistema de iluminación. Las piezas que tenía alrededor ya no se fabrican más; por eso se instaló una nueva iluminación que podrá lucirse a la distancia. En total son 19 reflectores de vapor de mercurio halogenados (aumenta la eficacia lumínica) de alta presión, de 400 vatios cada uno.
Los ocasionales visitantes que llegaban sin saber que, minutos antes había estado cerrado, subieron las escalinatas de piedra y cemento para tomarse la tradicional foto de recuerdo. A pesar de que una nube densa envolvía el lugar, nadie perdía el entusiasmo por el paseo. “Siempre es lindo volver a mi Tucumán querido”, dijo Javier Pérez. Por razones laborales se fue a vivir a La Pampa, donde se casó con Soledad Snipe. Ellos son padres de tres hijos pampeanos que, cada vez que pueden, vienen a Tucumán de vacaciones. La mujer se sorprendió por el brillo del Cristo y la nueva iluminación. “Está hermoso: la última vez que vinimos en 2012 estaba como muy abandonado, tenía grafittis; pero ahora parece que tiene más luces”, agregó, mientras los chicos sentados sobre el césped se preparaban un sandwich de jamón, queso y mayonesa.
Voces y tonadas se mezclaban ayer pasado el mediodía en San Javier. “Supuestamente desde aquí se ve Tucumán; supuestamente por culpa de esta nube”, comentó con resignación Estela Pereyra, quien llegó desde Berazategui para descansar en el norte argentino. Alejados de todos, en un banco de madera, en la parte de atrás de la escultura, una joven pareja disfrutaba comiendo mandarinas al aire libre, mientras esperaban con paciencia a que, en algún momento, se abriera el cielo y así poder disfrutar del paisaje.
Los trabajos de refacción incluyeron la reparación de las grietas que filtraban agua hasta la base de la escultura. Allí abajo funciona el Centro de Interpretación San Javier (con información sobre el lugar, la escultura, la flora y la fauna) de martes a domingos entre las 10 y las 18.
Tal como lo había anunciado el titular del Ente Tucumán Turismo, Sebastián Giobellina, se prevé un acto de inauguración con la presencia del ministro de Turismo de la Nación, Gustavo Santos, en fecha a confirmar.
Un efecto especial
Los operarios (trabajaron durante tres semanas) todavía estaban en la zona, durante un descanso tras haber desarmado los andamios. La escultura del Cristo tiene una altura de 28 metros. La pila de tubos se acumuló frente al portón de acceso.
La nube envolvía la escultura, pasaba por entre los árboles. El sol aparecía tibiamente. Por momentos daba la impresión de que se iba a abrir el cielo, pero el manto blanco regresaba con fuerza. Todo parecía tener un efecto fantasmagórico.
“Ahora sacame la foto, ¡ahora!”, gritaba una adolescente al abrirse apenas la envoltura espesa y blanca sobre el Cristo. De igual manera, nadie perdía el entusiasmo por tomarse las fotos. Pedro Pablo Catalán, nació en Río Negro. Se casó en Entre Ríos con Gladys Lanzi, donde viven en familia. Para aprovechar las vacaciones viajaron a Jujuy y después llegaron a Tucumán, donde se quedarán en hasta el viernes. “Esto es hermoso -dijo la esposa- y vamos a salir en el diario”, agregó contenta.
En el reacondicionamiento de El Cristo, una obra del escultor Juan Carlos Iramain, inaugurada en 1942, también participaron especialistas de la Facultad de Artes de la UNT.
La escultura tiene un nuevo sistema de iluminación. Las piezas que tenía alrededor ya no se fabrican más; por eso se instaló una nueva iluminación que podrá lucirse a la distancia. En total son 19 reflectores de vapor de mercurio halogenados (aumenta la eficacia lumínica) de alta presión, de 400 vatios cada uno.
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