10 Julio 2016
EL SALUDO DE DESPEDIDA. El arzobispo Alfredo Zecca y el presidente Mauricio Macri se abrazan al término del Tedeum en presencia de Juliana Awada.
Unidad, y respeto e integración de la diversidad. Los conceptos recurrentes en los actos y discursos que las autoridades civiles ofrecieron a propósito del Bicentenario de la Independencia también se proyectaron en el Tedeum. De manera inédita, líderes de los principales cultos del país se sumaron a la solemne ceremonia de la Iglesia católica. Con el arzobispo Alfredo Zecca a la cabeza, entre los pastores convocados prevaleció el mensaje de la gratitud. El titular de la Arquidiócesis de Tucumán fue justamente quien inició la ronda de agradecimientos y el que más se explayó al respecto, y quien llamó la atención sobre el hecho de que la diversidad de origen y de cultos distingue a la nacionalidad argentina constituida en 1816.
El acto espiritual del programa oficial del 9 de Julio empezó 10 minutos después de lo previsto, a las 10.30, y se extendió durante poco más de una hora. El presidente Mauricio Macri; el gobernador Juan Manzur; la vicepresidenta Gabriela Michetti; el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti; el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo; el titular de la Cámara Baja, Emilio Monzó; los mandatarios provinciales y las autoridades extranjeras ingresaron juntos a la Catedral, y se ubicaron en las sillas y bancos de adelante. Las primeras damas Juliana Awada y Sandra Mariela Mattar Sabio aguardaban a sus respectivos consortes en los reclinatorios enfrentados al altar. Detrás de Macri y de Awada se instalaron Juan Carlos I, rey emérito de España, y los vicepresidentes boliviano y uruguayo, Álvaro García Linera y Raúl Sendic.
El resto del templo fue cuidadosamente “sectorizado” para albergar a los demás asistentes. Ministros, secretarios y parlamentarios nacionales ocuparon buena parte de la nave central, mientras que los integrantes del gabinete de Manzur, y los vocales de la Corte Suprema de Tucumán y del Tribunal de Cuentas se sentaron en una zona posterior. Legisladores, secretarios, empresarios y autoridades universitarias se ubicaron en el ala oeste. La distribución dispuesta por la Presidencia de la Nación generó descontento entre los locales.
Después de los 20 minutos de homilía de Zecca -leyó el sermón casi sin levantar la vista-, intervino en la celebración litúrgica monseñor Siluan Muci, arzobispo metropolitano de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa del Patriarcado de Antioquia. Hacia el final de la ceremonia, pero antes de la lectura de la carta que el papa Francisco remitió con motivo del Bicentenario, tomaron la palabra Salomón Nussbaum, rabino de la Kehilá de Tucumán; Horacio Suárez, presbítero de la Iglesia Evangélica Metodista en Argentina; Sheij Abdel Naby El Hefnawy, del Centro Islámico de la República Argentina y el pastor Jorge Gómez, director general de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas. Obispos ortodoxos y católicos -entre ellos, el cardenal Luis Villalba y Melitón Chávez, obispo de Añatuya- acompañaron a Zecca.
Fuentes eclesiásticas comentaron que la impronta ecuménica e interreligiosa del Tedeum respondió a una gestión expresa del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, que encabeza la canciller Susana Malcorra.
Líneas inspiradoras
“Cuídense de toda avaricia porque, aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”, dijo Jesús a uno de la multitud. Parecía que la lectura del Evangelio de San Lucas iba a dar pie a un sermón sobre la corrupción, pero Zecca omitió toda referencia directa a la coyuntura política e institucional. “Hoy no es un día para ahondar en las grietas sino para recoger de nuestro pasado líneas inspiradoras de vida, y para agradecer, celebrar y mirar hacia adelante”, expresó monseñor. Previamente, el arzobispo exaltó las vivencias fraternas y jubilosas del XI Congreso Eucarístico Nacional celebrado en Tucumán durante el mes pasado.
“Los argentinos tenemos ante nuestros ojos el desafío de comenzar el tercer Centenario haciendo de la libertad la piedra de toque de una sociedad verdaderamente pluralista y democrática”, dijo el sacerdote. Y añadió que había que redescubrir el sentido de la ley, de las instituciones y de la autoridad que no es autoritarismo. Hacia el final, Zecca meditó sobre las mayorías: “no tienen siempre la razón porque el consenso –aun en el supuesto de que en todos los casos lo hubiera– no crea la verdad”.
El acto espiritual del programa oficial del 9 de Julio empezó 10 minutos después de lo previsto, a las 10.30, y se extendió durante poco más de una hora. El presidente Mauricio Macri; el gobernador Juan Manzur; la vicepresidenta Gabriela Michetti; el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti; el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo; el titular de la Cámara Baja, Emilio Monzó; los mandatarios provinciales y las autoridades extranjeras ingresaron juntos a la Catedral, y se ubicaron en las sillas y bancos de adelante. Las primeras damas Juliana Awada y Sandra Mariela Mattar Sabio aguardaban a sus respectivos consortes en los reclinatorios enfrentados al altar. Detrás de Macri y de Awada se instalaron Juan Carlos I, rey emérito de España, y los vicepresidentes boliviano y uruguayo, Álvaro García Linera y Raúl Sendic.
El resto del templo fue cuidadosamente “sectorizado” para albergar a los demás asistentes. Ministros, secretarios y parlamentarios nacionales ocuparon buena parte de la nave central, mientras que los integrantes del gabinete de Manzur, y los vocales de la Corte Suprema de Tucumán y del Tribunal de Cuentas se sentaron en una zona posterior. Legisladores, secretarios, empresarios y autoridades universitarias se ubicaron en el ala oeste. La distribución dispuesta por la Presidencia de la Nación generó descontento entre los locales.
Después de los 20 minutos de homilía de Zecca -leyó el sermón casi sin levantar la vista-, intervino en la celebración litúrgica monseñor Siluan Muci, arzobispo metropolitano de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa del Patriarcado de Antioquia. Hacia el final de la ceremonia, pero antes de la lectura de la carta que el papa Francisco remitió con motivo del Bicentenario, tomaron la palabra Salomón Nussbaum, rabino de la Kehilá de Tucumán; Horacio Suárez, presbítero de la Iglesia Evangélica Metodista en Argentina; Sheij Abdel Naby El Hefnawy, del Centro Islámico de la República Argentina y el pastor Jorge Gómez, director general de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas. Obispos ortodoxos y católicos -entre ellos, el cardenal Luis Villalba y Melitón Chávez, obispo de Añatuya- acompañaron a Zecca.
Fuentes eclesiásticas comentaron que la impronta ecuménica e interreligiosa del Tedeum respondió a una gestión expresa del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, que encabeza la canciller Susana Malcorra.
Líneas inspiradoras
“Cuídense de toda avaricia porque, aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”, dijo Jesús a uno de la multitud. Parecía que la lectura del Evangelio de San Lucas iba a dar pie a un sermón sobre la corrupción, pero Zecca omitió toda referencia directa a la coyuntura política e institucional. “Hoy no es un día para ahondar en las grietas sino para recoger de nuestro pasado líneas inspiradoras de vida, y para agradecer, celebrar y mirar hacia adelante”, expresó monseñor. Previamente, el arzobispo exaltó las vivencias fraternas y jubilosas del XI Congreso Eucarístico Nacional celebrado en Tucumán durante el mes pasado.
“Los argentinos tenemos ante nuestros ojos el desafío de comenzar el tercer Centenario haciendo de la libertad la piedra de toque de una sociedad verdaderamente pluralista y democrática”, dijo el sacerdote. Y añadió que había que redescubrir el sentido de la ley, de las instituciones y de la autoridad que no es autoritarismo. Hacia el final, Zecca meditó sobre las mayorías: “no tienen siempre la razón porque el consenso –aun en el supuesto de que en todos los casos lo hubiera– no crea la verdad”.
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