Diputados y senadores del Congreso de la Nación sesionaron en el teatro San Martín. Se trató de una reunión especial en la que se conmemoran los 200 años de la independencia argentina.
Los parlamentarios, que esta mañana participaron de un homenaje en la Casa Histórica, ocuparon las butacas del teatro. En el escenario se ubicaron la vicepresidenta Gabriela Michetti, el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, y el titular de Diputados, Emilio Monzó.
Cuando comenzó la sesión, dio la bienvenida José Orellana, quien lamentó que haya habido parlamentarios que no participaron por cuestiones políticas.
Fernando "Pino" Solanas recordó lo que él llamó "las cinco republicas": la redacción de la Constitución en 1853; la instauración del voto universal y los derechos sociales; la afirmación de los derechos de los trabajadores con Perón; el desarrollismo de Frondizi, y la república liberal con Carlos Menem.
Por su parte, Sergio Massa habló de las cuestiones pendientes que hay en el país y dijo que no hay mucho por celebrar, sino por corregir.
"Es un honor ser elegida por mi bloque para hablar en esta sesión del Congreso. No deseo hablar por los compañeros que faltaron (el diputado tucumano kirchnerista Marcelo Santillán). Es tiempo de concordia", sentenció la senadora tucumana Beatriz Mirkin.
Este es el documento completo que se aprobó:
Hace doscientos años nuestros antecesores iniciaron en estas tierras del Tucumán una patria identificada con tres ideales: el de la dignidad e igualdad de todos los hombres y mujeres; el de su libertad personal para vivir y desarrollarse con sus familias de acuerdo a su escala de valores y el de la independencia de nuestra nación de toda otra potencia del mundo. Esos tres ideales fundadores continúan dándole su esencia y su sentido a la Nación Argentina.
Desde su nacimiento, la Nación Argentina se dio a sí misma un deber y un compromiso, que fue y es el de la unidad y libertad de los pueblos hermanos de Sudamérica. La sangre de los argentinos fecundó la independencia de muchos países del continente. Hoy nos hemos constituido como un impulsor de la paz y la democracia en la región, sosteniendo firmemente la bandera de la integración regional, para desde allí proyectar hacia el resto del mundo nuestra vitalidad, nuestra creatividad y nuestros valores.
Nuestra Nación se conformó por el acuerdo y el aporte de cada una de las provincias que le dieron su existencia y corresponde que honremos esa decisión respetando los derechos que surgen del federalismo y fortaleciendo a los gobiernos provinciales y municipales.
En doscientos años de convivencia hemos logrado consolidar las instituciones de la democracia y de la república, que son el único camino para desarrollarnos en un estado de derecho y así garantizar la plena vigencia de los derechos humanos reconocidos por nuestra Constitución Nacional.
Tras doscientos años, los representantes del pueblo de la Nación y de las provincias, ratificamos el compromiso de nuestra patria con la construcción de igualdad de oportunidades para todos; con la universalidad y calidad de la educación pública y el trabajo digno y con el cuidado del medio ambiente y el desarrollo sustentable para nosotros y para las próximas generaciones.
Empezamos hoy a recorrer el tercer siglo de nuestra historia libre. El primero de ellos fue el de la emancipación y la organización nacional. El segundo, el de la conquista de los derechos y la democracia. Tenemos frente a nosotros el desafío y a la vez la firme convicción de que este nuevo siglo que comienza será el de la equidad, el de la inclusión y el de la convivencia con respeto por la diversidad, en el marco del cumplimiento irrestricto de nuestra Constitución Nacional. Los próximos cien años serán obra y legado de las mujeres y hombres que compartimos este tiempo. El futuro lo haremos juntos, en paz, en unión y libertad.-
Dado en San Miguel de Tucumán, a seis días de julio de 2016.-
FUNDAMENTOS
Señora Presidenta del Honorable Senado de la Nación Argentina y Señor Presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación:
Nos ha tocado vivir el momento histórico en que se cumplen 200 años de la declaración de nuestra independencia, el paso sustancial que nos ha transformado en una nación libre, soberana, no solo de toda dominación extranjera, sino además, en capacidad de darnos nuestras propias normas, nuestras reglas de convivencia, y con todo ello, sembrar nuestro futuro.
Fueron dos siglos de crecimiento, de maduración, de encuentros fraternos y desencuentros complejos, en muchos casos de armonía y en muchos otros de dolor profundo, pero en todos ellos, de una apasionada búsqueda del destino que nos merecemos.
Aquel 9 de julio de 1816, los congresales enviados a Tucumán desde las provincias argentinas, empujados por el fervor de los patriotas que necesitaban la declaración de independencia como condición fundamental para encarar las batallas decisivas por la libertad, tomaron una decisión trascendental y suscribieron el Acta que nos dio nacimiento.
“Nos los Representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside al universo, en el nombre y por la autoridad de los Pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo, la justicia que regla nuestros votos: Declaramos solemnemente a la faz de la tierra que, es voluntad unánime e indudable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los Reyes de España, recuperar los derechos que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una Nación libre e independiente del Rey Fernando VII sus sucesores y Metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación, y en obsequio del respeto que se debe a la Naciones, detállense en un Manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración”.
Y fue así que nos dimos a nosotros mismos nuestra libertad. Nos llevó tiempo la organización nacional, establecer y poner en vigencia nuestra propia Constitución. Nos demandó casi toda la segunda centuria imponer la vigencia de la Ley Superior que nos habíamos dado, ganarle a la intolerancia y al imperio de las voluntades personales sobre el estado de derecho. Han sido dos siglos, donde hemos tenido un crecimiento enorme, pero nos ha costado demasiadas vidas alcanzarlo. Es sustancial acordar que iniciamos hoy la centuria de la maduración, del acuerdo en el disenso, de la paz y la armonía social, del diálogo y la convivencia, del imperio del soberano pueblo y las leyes que a sí mismo se ha dado, por sobre la voluntad individual de cualquiera; es por eso que todos los señores legisladores, acompañan el presente proyecto de resolución conjunta.