19 Junio 2016
SOLOS, ÉL Y SU GUITARRA. Serrano trae esta vez un show íntimo, en el que vuelve a sus versiones originales, aunque sin descuidar el carácter teatral. backliner.es
¿Qué sentido tiene para un cantante presentar un mismo disco en una misma ciudad con tan sólo ocho meses de diferencia? Todo el sentido, si ese artista conversa en sus composiciones con el contexto social, siempre cambiante, y así resignifica la referencia y lo referido. Es ese el caso de Ismael Serrano, que vuelve a Tucumán después de haber venido en septiembre a presentar “La llamada”, su último álbum. Ahora, dice, trae un formato más íntimo y personal ya que en el escenario no habrá nada más que él, una silla y una guitarra.
“Me apetecía mucho volver a ese formato, es un modo de medirme conmigo mismo, de hacerle paso a todo lo que he aprendido en este tiempo con la guitarra”, le dice Serrano a LA GACETA. ¿Qué más ha cambiado desde fines de 2015 hasta acá?. “Convengamos que vivimos un momento de efervescencia política. El mundo está convulso, cuestionándose muchas cosas, hay una nueva generación que asume un papel protagonista en el debate político, al menos en España. Están exigiendo y proponiendo alternativas, y eso es saludable”.
Quien conozca mínimamente las letras del madrileño y su manera de pensar la música y la coyuntura, sabe que una y la otra son inseparables para él. De hecho, considera que los artistas deberían hacer “un gran esfuerzo” para no sentirse interpelados por la realidad, “que es dramática y que afecta nuestra vida diaria y cotidiana”.
- ¿Cuál debería ser el rol del artista ante la efervescencia social?
- Cuanto menos ser un reflejo de lo que está ocurriendo porque a veces da la sensación de que la música va por un lado y la sociedad por otro. No sé hasta qué punto estamos sabiendo escribir la banda sonora de nuestro tiempo; creo que los músicos somos cronistas sociales y sentimentales, y no podemos omitir una parte de la realidad ante la cual debemos sentirnos interpelados. Lo que la música genera es un espacio de encuentro para entender que no estamos solos, para sentirnos más fuertes ante la adversidad y romper el hiperindividualismo que a veces impone este modelo de sociedad, que nos aísla. Más allá de remover conciencias, la música cuenta qué sucede. Muchas veces me preguntan por qué hacer canciones con contenido social o político. Hombre, yo le canto a lo que me emociona y es difícil no emocionarse ante un realidad tan urgente y tan dramática. Por eso me sorprende que haya tanta gente que evita... no quiero decir que toda la música tenga que ser comprometida, pero hoy hay que hacer un esfuerzo para no sentirse interpelado. La realidad no es algo que te cuentan sino que es algo propio, la vemos en nuestros trabajos, en la familia. ¿Quién no tiene un familiar desempleado que está luchando por encontrar su sitio? ¿Quién no tiene un amigo que no puede hacer frente a una hipoteca?
- De todos modos con este disco decís “basta de lamentos”.
- A menudo nos instalamos en el lamento y en la resignación, (y el álbum) es una llamada a no quedarse solamente en la queja sino a saber que hay que movilizarse para encontrar soluciones, que también eso depende de uno si es capaz de decidirlo. Vivir en democracia no es sólo votar cada cuatro años, aunque también hay que hacerlo de manera responsable, sino también participar del tejido cultural, social, asociativo; de las mareas que se han movilizado durante todos estos años en defensa de lo público. Formar parte, asumir el protagonismo que a uno le corresponde.
- En ese sentido, ¿las redes sociales pueden favorecer la quietud? Probablemente uno cree que un post hace algo aunque eso no se traduzca en acción.
- Las redes sociales tienen un doble filo. Son útiles en tanto permiten comunicarnos y debatir, y por lo tanto también invitan a la acción, pero por otro lado generan fantasías en torno a las relaciones humanas y, como consecuencia, en torno al activismo. Ocurre en varios niveles, también desde el punto de vista sentimental: mostramos una personalidad que no tenemos en la vida real y construimos relaciones totalmente ficticias, que no se corresponden con nuestra vida diaria. En lo político también, genera una fantasía que tranquiliza nuestras conciencias y que no tiene una consecuencia contundente e inmediata en el día a día. Son dos realidades paralelas que no siempre se conectan.
- ¿Esa manera de relacionarnos ya es inexorable?
- Tenemos que poner las redes al servicio de nosotros y no al revés, que nos sean eficaces en función de lo que queremos en nuestra vida real. Me parecen herramientas tremendamente útiles, no estoy en contra del progreso, más bien lo contrario. Son un invento maravilloso porque permiten el debate, el contacto y el acceso a un caudal grande de información, pero cuidado porque a veces eso se convierte en ruido. En nosotros está la capacidad de apartar ese ruido.
ACTÚA HOY
• A las 21, en el teatro San Martín (avenida Sarmiento 601).
“Me apetecía mucho volver a ese formato, es un modo de medirme conmigo mismo, de hacerle paso a todo lo que he aprendido en este tiempo con la guitarra”, le dice Serrano a LA GACETA. ¿Qué más ha cambiado desde fines de 2015 hasta acá?. “Convengamos que vivimos un momento de efervescencia política. El mundo está convulso, cuestionándose muchas cosas, hay una nueva generación que asume un papel protagonista en el debate político, al menos en España. Están exigiendo y proponiendo alternativas, y eso es saludable”.
Quien conozca mínimamente las letras del madrileño y su manera de pensar la música y la coyuntura, sabe que una y la otra son inseparables para él. De hecho, considera que los artistas deberían hacer “un gran esfuerzo” para no sentirse interpelados por la realidad, “que es dramática y que afecta nuestra vida diaria y cotidiana”.
- ¿Cuál debería ser el rol del artista ante la efervescencia social?
- Cuanto menos ser un reflejo de lo que está ocurriendo porque a veces da la sensación de que la música va por un lado y la sociedad por otro. No sé hasta qué punto estamos sabiendo escribir la banda sonora de nuestro tiempo; creo que los músicos somos cronistas sociales y sentimentales, y no podemos omitir una parte de la realidad ante la cual debemos sentirnos interpelados. Lo que la música genera es un espacio de encuentro para entender que no estamos solos, para sentirnos más fuertes ante la adversidad y romper el hiperindividualismo que a veces impone este modelo de sociedad, que nos aísla. Más allá de remover conciencias, la música cuenta qué sucede. Muchas veces me preguntan por qué hacer canciones con contenido social o político. Hombre, yo le canto a lo que me emociona y es difícil no emocionarse ante un realidad tan urgente y tan dramática. Por eso me sorprende que haya tanta gente que evita... no quiero decir que toda la música tenga que ser comprometida, pero hoy hay que hacer un esfuerzo para no sentirse interpelado. La realidad no es algo que te cuentan sino que es algo propio, la vemos en nuestros trabajos, en la familia. ¿Quién no tiene un familiar desempleado que está luchando por encontrar su sitio? ¿Quién no tiene un amigo que no puede hacer frente a una hipoteca?
- De todos modos con este disco decís “basta de lamentos”.
- A menudo nos instalamos en el lamento y en la resignación, (y el álbum) es una llamada a no quedarse solamente en la queja sino a saber que hay que movilizarse para encontrar soluciones, que también eso depende de uno si es capaz de decidirlo. Vivir en democracia no es sólo votar cada cuatro años, aunque también hay que hacerlo de manera responsable, sino también participar del tejido cultural, social, asociativo; de las mareas que se han movilizado durante todos estos años en defensa de lo público. Formar parte, asumir el protagonismo que a uno le corresponde.
- En ese sentido, ¿las redes sociales pueden favorecer la quietud? Probablemente uno cree que un post hace algo aunque eso no se traduzca en acción.
- Las redes sociales tienen un doble filo. Son útiles en tanto permiten comunicarnos y debatir, y por lo tanto también invitan a la acción, pero por otro lado generan fantasías en torno a las relaciones humanas y, como consecuencia, en torno al activismo. Ocurre en varios niveles, también desde el punto de vista sentimental: mostramos una personalidad que no tenemos en la vida real y construimos relaciones totalmente ficticias, que no se corresponden con nuestra vida diaria. En lo político también, genera una fantasía que tranquiliza nuestras conciencias y que no tiene una consecuencia contundente e inmediata en el día a día. Son dos realidades paralelas que no siempre se conectan.
- ¿Esa manera de relacionarnos ya es inexorable?
- Tenemos que poner las redes al servicio de nosotros y no al revés, que nos sean eficaces en función de lo que queremos en nuestra vida real. Me parecen herramientas tremendamente útiles, no estoy en contra del progreso, más bien lo contrario. Son un invento maravilloso porque permiten el debate, el contacto y el acceso a un caudal grande de información, pero cuidado porque a veces eso se convierte en ruido. En nosotros está la capacidad de apartar ese ruido.
ACTÚA HOY
• A las 21, en el teatro San Martín (avenida Sarmiento 601).
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