12 Junio 2016
EN SALTA. Kiguel fue uno de los expositores del Precoloquio NOA de IDEA. prensa idea
En economía, los milagros no existen. En todo caso, se generan situaciones excepcionales para casos puntuales. La Argentina, en ese contexto, viene con una expectativa social y empresarial bastante elevada acerca del cambio de rumbo para la economía del próximo semestre. Miguel Kiguel, doctor en Economía por la Universidad de Columbia, sostiene que “la madre de todas las batallas no es la inflación, sino el crecimiento”. Y que, en ese sentido, hay que generar las condiciones necesarias para que la actividad repunte. En una charla con LA GACETA, luego de participar del Precoloquio NOA del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), el también director de la consultora Econviews sostuvo que el cambio esperado llegará, pero con una recuperación lenta.
-¿Es posible revertir el proceso actual que vive la economía argnetina en el corto plazo?
-El Gobierno está cambiando las políticas económicas. La primera mitad del año fue más contractiva; bajó el gasto público; subió las tasas de interés y no repartió tanta plata entre los agentes económicos. Además, en esa mitad de este 2016 subieron los precios, pero no en la misma intensidad los salarios. Hubo un efecto muy fuerte sobre el poder adquisitivo de la población. Ese proceso comienza lentamente a revertirse. La inflación empieza a ceder. El gasto público es un poco más expansivo, y el Gobierno suelta la caja para la ejecución de obras públicas. A su vez, muchas provincias están saldando los compromisos asumidos con sus proveedores. La tasa de interes, que estaba en el 38% en algún momento, tiende a ubicarse muy cerca del 28% en un futuro no muy distante. Entonces, los salarios van a comenzar a recuperarse. A eso hay que agregarle el ingreso del dinero que se redistribuirá entre los jubilados (por el programa de Reparación que está en discusión en el Congreso nacional) y también los recursos que ingresarán a través del blanqueo de capitales. Todos estos factores seguramente van a generar más demanda y, por ende, se traducirá en más oferta.
-¿Se puede esperar un milagro económico durante el segundo semestre?
-No. Creo que sería malo apostar a los milagros. Hay que apostar por una recuperación lenta, pero segura. Venimos de una economía estancada y que ahora tiene más probabilidades de rebotar. Más allá de eso, creo que no debe sorprender que en la Argentina, pronto, pueda darse una “V”, es decir una recuperación rápida, empezando tibiamente este proceso hacia el tercer trimestre, con una tendencia a fortalecerse en el cuarto.
-Mientras tanto, la economía que hereda el mentado segundo semestre llega con una proyección de caída del consumo de entre un 3% y un 5% y una estimación de inflación anual de hasta un 35%...
-Creo que se puede crecer independientemente de ese escenario proyectado. Las paritarias salen con aumentos importantes: los maestros lograron un 33%, igual que los bancarios. En las automotrices, la suba acordada trepó al 35% y en el comercio una primera del 20% y ahora se espera otra del 10% o el 12%. Habrá recomposición, pero no será igual que la inflación si se toma en cuenta la carrera de los primeros cuatro o cinco meses del año. Creo que este esquema de incrementos, de todas maneras, será positivo para el consumo.
-La población aún sigue padeciendo los efectos del tarifazo. A eso se agrega las restricciones al gas para la industria. ¿Se puede modificar este panorama?
-No creo que eso suceda en el corto plazo. Hay que hacer los caños y eso lleva tiempo, por la naturaleza de las inversiones que hay que ejecutar en el sistema. Tal vez uno pueda pensar que el tipo de cambio puede modificarse en un plazo de 24 horas, pero para hacer una central térmica se necesitan no menos de dos años. Lo que quiero decir es que se trata de una política estructural que hay que asumirla en algún momento. En el mientras tanto, y en el mejor de los casos, vamos a ver que no habrá tantos problemas energéticos porque la población tal vez consuma menos por una cuestión de costo tarifario. En suma, es necesario que se incremente la oferta energética. Y eso lleva tiempo.
-La población creía que, tras el arreglo con los holdouts, iban a llover capitales en la Argentina; ¿por qué eso no está ocurriendo?
- Los capitales están viniendo, pero hay que hacer necesariamente una distinción: hay capitales financieros e inversiones reales. Creo que los capitales están viniendo y algunas provincias están recibiéndolos. Eso, hasta hace poco, no estaba disponible. Buenos Aires se endeudó a una de las tasas más bajas de la historia reciente. Está ingresando financiamiento, pero para que haya proyectos, falta algo de tiempo. Podemos ver que están ingresando capitales para invertir en energías renovables y no renovables; además, hay fondos colocados por compañías telefónicas. Este proceso no es de la noche a la mañana, particularmente para las empresas multinacionales que deben consultar a sus casas matrices y después de un año de consulta poner en marcha una inversión.
-¿La inflación es la madre de todas las batallas?
-En realidad, creo que la madre de todas las batallas es el crecimiento. Naturalmente que, para crecer, hay que resolver la cuestión inflacionaria. Insisto, la clave es el crecimiento y la generación de empleos.
-¿Es posible revertir el proceso actual que vive la economía argnetina en el corto plazo?
-El Gobierno está cambiando las políticas económicas. La primera mitad del año fue más contractiva; bajó el gasto público; subió las tasas de interés y no repartió tanta plata entre los agentes económicos. Además, en esa mitad de este 2016 subieron los precios, pero no en la misma intensidad los salarios. Hubo un efecto muy fuerte sobre el poder adquisitivo de la población. Ese proceso comienza lentamente a revertirse. La inflación empieza a ceder. El gasto público es un poco más expansivo, y el Gobierno suelta la caja para la ejecución de obras públicas. A su vez, muchas provincias están saldando los compromisos asumidos con sus proveedores. La tasa de interes, que estaba en el 38% en algún momento, tiende a ubicarse muy cerca del 28% en un futuro no muy distante. Entonces, los salarios van a comenzar a recuperarse. A eso hay que agregarle el ingreso del dinero que se redistribuirá entre los jubilados (por el programa de Reparación que está en discusión en el Congreso nacional) y también los recursos que ingresarán a través del blanqueo de capitales. Todos estos factores seguramente van a generar más demanda y, por ende, se traducirá en más oferta.
-¿Se puede esperar un milagro económico durante el segundo semestre?
-No. Creo que sería malo apostar a los milagros. Hay que apostar por una recuperación lenta, pero segura. Venimos de una economía estancada y que ahora tiene más probabilidades de rebotar. Más allá de eso, creo que no debe sorprender que en la Argentina, pronto, pueda darse una “V”, es decir una recuperación rápida, empezando tibiamente este proceso hacia el tercer trimestre, con una tendencia a fortalecerse en el cuarto.
-Mientras tanto, la economía que hereda el mentado segundo semestre llega con una proyección de caída del consumo de entre un 3% y un 5% y una estimación de inflación anual de hasta un 35%...
-Creo que se puede crecer independientemente de ese escenario proyectado. Las paritarias salen con aumentos importantes: los maestros lograron un 33%, igual que los bancarios. En las automotrices, la suba acordada trepó al 35% y en el comercio una primera del 20% y ahora se espera otra del 10% o el 12%. Habrá recomposición, pero no será igual que la inflación si se toma en cuenta la carrera de los primeros cuatro o cinco meses del año. Creo que este esquema de incrementos, de todas maneras, será positivo para el consumo.
-La población aún sigue padeciendo los efectos del tarifazo. A eso se agrega las restricciones al gas para la industria. ¿Se puede modificar este panorama?
-No creo que eso suceda en el corto plazo. Hay que hacer los caños y eso lleva tiempo, por la naturaleza de las inversiones que hay que ejecutar en el sistema. Tal vez uno pueda pensar que el tipo de cambio puede modificarse en un plazo de 24 horas, pero para hacer una central térmica se necesitan no menos de dos años. Lo que quiero decir es que se trata de una política estructural que hay que asumirla en algún momento. En el mientras tanto, y en el mejor de los casos, vamos a ver que no habrá tantos problemas energéticos porque la población tal vez consuma menos por una cuestión de costo tarifario. En suma, es necesario que se incremente la oferta energética. Y eso lleva tiempo.
-La población creía que, tras el arreglo con los holdouts, iban a llover capitales en la Argentina; ¿por qué eso no está ocurriendo?
- Los capitales están viniendo, pero hay que hacer necesariamente una distinción: hay capitales financieros e inversiones reales. Creo que los capitales están viniendo y algunas provincias están recibiéndolos. Eso, hasta hace poco, no estaba disponible. Buenos Aires se endeudó a una de las tasas más bajas de la historia reciente. Está ingresando financiamiento, pero para que haya proyectos, falta algo de tiempo. Podemos ver que están ingresando capitales para invertir en energías renovables y no renovables; además, hay fondos colocados por compañías telefónicas. Este proceso no es de la noche a la mañana, particularmente para las empresas multinacionales que deben consultar a sus casas matrices y después de un año de consulta poner en marcha una inversión.
-¿La inflación es la madre de todas las batallas?
-En realidad, creo que la madre de todas las batallas es el crecimiento. Naturalmente que, para crecer, hay que resolver la cuestión inflacionaria. Insisto, la clave es el crecimiento y la generación de empleos.
NOTICIAS RELACIONADAS
Lo más popular