25 Abril 2016
AMBIGÜEDAD DELIBERADA. En “Mercado de esclavos con aparición del busto invisible de Voltaire”, pintada en 1940 por el español, los espectadores pueden observar cosas muy diferentes.
Las relaciones entre la ciencia y el arte no son nuevas: existen desde hace mucho tiempo, al igual que la colaboración entre ellas.
Por lo general, el arte se apropia del nuevo conocimiento científico para sus propias creaciones, en tanto que la ciencia adquiere otras miradas a través del arte.
Hace tiempo que los científicos saben que el cerebro envía señales y procesa información, pero qué y cómo lo hace siempre ha sido una incógnita.
¿Envía el cerebro información desde una región del cerebro a otra? Y si es así, ¿cómo exactamente lo hace?, se interroga un estudio que publica la BBC.
Científicos de la Universidad de Glasgow, en Reino Unido, han logrado resolver el misterio de cómo el cerebro procesa lo que vemos.
Y lo hicieron con la ayuda de dos personajes inesperados: el pintor español Salvador Dalí y el escritor francés Voltaire. Concretamente, con la pintura de 1940 “Mercado de esclavos con aparición del busto invisible de Voltaire”.
El surrealista Dalí, como todo el movimiento, estuvo influido por las ideas de Sigmund Freud, y en particular creó el método que llamó “paranoia crítica”.
“Nuestro principal interés era estudiar cómo funciona el cerebro de la misma manera que una máquina de procesamiento de datos”, dijo a la BBC el profesor Philippe Schyns, quien lideró el estudio. “Típicamente observamos las señales del cerebro pero es bastante difícil saber qué exactamente hacen”, puntualizó.
Y Salvador Dalí, los ayudó, y, si se quiere, también lo hizo Voltaire.
Lo que se ve
En 1940, Dalí completó su pintura “Mercado de esclavos con aparición del busto invisible de Voltaire”.
En el centro de la obra está Voltaire. ¿O no?
Mucha gente ve su busto, pero otros ven los ojos de Voltaire como si fueran las cabezas de dos monjas.
Esta ambigüedad era por supuesto la intención de Dalí. Pero preguntándole a diferentes personas qué imagen ven, o si no ven nada, los científicos lograron mapear cómo el cerebro procesa información.
Como se esperaba, la parte derecha del cerebro maneja la parte izquierda de la imagen y viceversa.
Pero el profesor Schyns dice que la investigación reveló muchos más detalles.
“Encontramos muy al comienzo del estudio que unas 100 milésimas de segundo después de procesar el estímulo, el cerebro procesa características muy específicas, como el ojo izquierdo, el ojo derecho, una esquina de la nariz, una esquina de la boca”, explicó.
Y “posteriormente a esto, unas 200 milésimas de segundos después, encontramos que el cerebro transfiere esas características a los dos hemisferios del cerebro a fin de reconstruir una representación total del estímulo”.
Entender cómo nuestros ojos se comunican con el cerebro y cómo entonces el cerebro envía señales a sí mismo, es el resultado de 15 años de trabajo del profesor Schyns y sus colegas.
Analogía
La analogía que viene al caso es la de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial que lograron monitorear las señales de radio de los nazis, pero sólo lograron saber qué significaban gracias al código que descifraron Alan Turing y sus colegas.
“Antes de esta investigación se sabía que dos regiones del cerebro se comunicaban, como los aliados sabían que los alemanes lo estaban haciendo durante la guerra. “Pero antes de que Turing descifrara el código, la gente no sabía sobre qué se estaban comunicando”.
Ahora con el cerebro, tal y como sucedió con ese enigma, somos capaces de mapear con precisión dónde, cuándo y cómo se procesa la información.
El profesor Schyns dice que la investigación tiene muchas posibles aplicaciones: en investigaciones cerebrales en general, para lidiar con condiciones como derrames cerebrales y para lograr que la nueva generación de robots vea el mundo como lo ven los humanos. Pese a eso, se requiere seguir investigando a fondo, para llegar a conclusiones más o menos certeras.
Por lo general, el arte se apropia del nuevo conocimiento científico para sus propias creaciones, en tanto que la ciencia adquiere otras miradas a través del arte.
Hace tiempo que los científicos saben que el cerebro envía señales y procesa información, pero qué y cómo lo hace siempre ha sido una incógnita.
¿Envía el cerebro información desde una región del cerebro a otra? Y si es así, ¿cómo exactamente lo hace?, se interroga un estudio que publica la BBC.
Científicos de la Universidad de Glasgow, en Reino Unido, han logrado resolver el misterio de cómo el cerebro procesa lo que vemos.
Y lo hicieron con la ayuda de dos personajes inesperados: el pintor español Salvador Dalí y el escritor francés Voltaire. Concretamente, con la pintura de 1940 “Mercado de esclavos con aparición del busto invisible de Voltaire”.
El surrealista Dalí, como todo el movimiento, estuvo influido por las ideas de Sigmund Freud, y en particular creó el método que llamó “paranoia crítica”.
“Nuestro principal interés era estudiar cómo funciona el cerebro de la misma manera que una máquina de procesamiento de datos”, dijo a la BBC el profesor Philippe Schyns, quien lideró el estudio. “Típicamente observamos las señales del cerebro pero es bastante difícil saber qué exactamente hacen”, puntualizó.
Y Salvador Dalí, los ayudó, y, si se quiere, también lo hizo Voltaire.
Lo que se ve
En 1940, Dalí completó su pintura “Mercado de esclavos con aparición del busto invisible de Voltaire”.
En el centro de la obra está Voltaire. ¿O no?
Mucha gente ve su busto, pero otros ven los ojos de Voltaire como si fueran las cabezas de dos monjas.
Esta ambigüedad era por supuesto la intención de Dalí. Pero preguntándole a diferentes personas qué imagen ven, o si no ven nada, los científicos lograron mapear cómo el cerebro procesa información.
Como se esperaba, la parte derecha del cerebro maneja la parte izquierda de la imagen y viceversa.
Pero el profesor Schyns dice que la investigación reveló muchos más detalles.
“Encontramos muy al comienzo del estudio que unas 100 milésimas de segundo después de procesar el estímulo, el cerebro procesa características muy específicas, como el ojo izquierdo, el ojo derecho, una esquina de la nariz, una esquina de la boca”, explicó.
Y “posteriormente a esto, unas 200 milésimas de segundos después, encontramos que el cerebro transfiere esas características a los dos hemisferios del cerebro a fin de reconstruir una representación total del estímulo”.
Entender cómo nuestros ojos se comunican con el cerebro y cómo entonces el cerebro envía señales a sí mismo, es el resultado de 15 años de trabajo del profesor Schyns y sus colegas.
Analogía
La analogía que viene al caso es la de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial que lograron monitorear las señales de radio de los nazis, pero sólo lograron saber qué significaban gracias al código que descifraron Alan Turing y sus colegas.
“Antes de esta investigación se sabía que dos regiones del cerebro se comunicaban, como los aliados sabían que los alemanes lo estaban haciendo durante la guerra. “Pero antes de que Turing descifrara el código, la gente no sabía sobre qué se estaban comunicando”.
Ahora con el cerebro, tal y como sucedió con ese enigma, somos capaces de mapear con precisión dónde, cuándo y cómo se procesa la información.
El profesor Schyns dice que la investigación tiene muchas posibles aplicaciones: en investigaciones cerebrales en general, para lidiar con condiciones como derrames cerebrales y para lograr que la nueva generación de robots vea el mundo como lo ven los humanos. Pese a eso, se requiere seguir investigando a fondo, para llegar a conclusiones más o menos certeras.
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