Mientras la mayor parte de los argentinos dormía, en la madrugada del miércoles 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas derrocaron al gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón. Los responsables del golpe cívico-militar pusieron en marcha el llamado Proceso de Reorganización Nacional. Sus primeras medidas fueron la pena de muerte para aquellos que dañaran a cualquier miembro de las fuerzas de seguridad, el saneamiento de la Corte Suprema de Justicia, el allanamiento y la intervención de los sindicatos, la prohibición de toda actividad política y la censura a los medios de comunicación. “Las Fuerzas Armadas desarrollarán, durante la etapa que hoy se inicia, una acción regida por pautas perfectamente determinadas. Por medio del orden, del trabajo, de la observancia plena de los principios éticos y morales, de la justicia, de la realización integral del hombre, del respeto a sus derechos y dignidad. Así la República llegará a la unidad de los argentinos y a la total recuperación del ser nacional, metas irrenunciables”, señala un fragmento de la proclama.
Este proceso desembocó en una sangrienta y larga noche de siete años, que dejó como saldo miles desaparecidos, una guerra perdida a manos de Gran Bretaña y un país económicamente quebrado, entre otras cosas. Con el retorno de la democracia, el presidente Raúl Alfonsín ordenó el juzgamiento de los miembros de las juntas militares, que fueron condenados, durante la década de 1990 indultados, apoyándose en la “Teoría de los dos demonios”. En 2006, la Justicia declaró la inconstitucionalidad de los indultos, y los acusados de crímenes de lesa humanidad fueron juzgados; los procesos se mantienen hasta la actualidad.
“Sí, hay una teoría de los dos demonios, pero son dos demonios muy diferentes. Hay un elemento diferenciador. Una cosa es una iniciativa privada, una asociación para delinquir y otra cosa es hacer del Estado una asociación para delinquir. Hay un elemento diferenciador entre la violencia surgida de la iniciativa de los guerrilleros, y una violencia que comienza con el secuestro del Estado y el uso de todos los recursos del Estado para ciertas funciones que los que lo han capturado deciden que son importantes y que imponen al resto de la sociedad. Creo que aquí hay una diferencia muy básica, que tiene una dimensión moral. Y que caracteriza muy bien la naturaleza muy diferente de los dos movimientos”, escribió el historiador Tulio Halperín Donghi.
Hoy, se conmemora el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y Justicia. A cuatro décadas de esa fecha que pobló de oscuridad y sangre nuestra historia, sería positivo que reflexionáramos sobre lo que hemos vivido. Mientras la Justicia sigue haciendo su trabajo, deberíamos meditar acerca de los desencuentros, la intolerancia, la descalificación constante del otro que piensa diferente, los fundamentalismos de cualquier ideología, que siguen dividiéndonos en la actualidad. Luego de 40 años y próximos a celebrar el bicentenario de nuestra independencia, sería oportuno si nos atreviéramos a despojarnos de odios y rencores de antigua data, y apostando a la buena comunicación, lográramos trabajar juntos por la grandeza del país, a partir de las coincidencias que seguramente son mayores que las diferencias. La unión es uno de los puntos de partida esenciales para el progreso de una nación, sería promisorio que así lo entendiéramos.