Justo antes del momento más tenso, Enara y Ángelo comenzaron a llorar. Era como si percibieran el peligro que estaban a punto de afrontar, en brazos de algún comedido dispuesto a cruzar la barranca para volver a casa. Hacía más de dos horas que algunos vecinos de Potrero y Rodeo Grande construían un rudimentario puente con troncos y ramas para atravesar el furibundo río Choromoro a la altura de Gonzalo, donde hay apenas un paso por badén. O había, porque con la crecida del martes a la madrugada la traza de la ruta desapareció, se la devoró el agua. Si no fuera porque tienen apenas un mes y 12 días, respectivamente, cualquiera hubiera pensado que Enara y Ángelo lloraban de miedo. Estaban por vivir la primera aventura de sus vidas.
“La primera, sí, pero de aquí en más todos los veranos va a vivir lo mismo. El río crece siempre y el camino desaparece, y nosotros quedamos aislados hasta que baja un poco el agua y lo podemos cruzar caminando o a caballo, con suerte”, cuenta Soledad Gutierrez, mamá de Enara. Ella viajó a la ciudad el lunes al mediodía a hacerle chequeos médicos a la bebé y ayer no podía volver a casa. Lo mismo con Natalia Chaile, que vino a tramitar el documento para Ángelo, nacido el 24 de enero.
Si no hubiese sido por la buena voluntad de los vecinos que se arremangaron, machetearon y ataron los troncos con alambres de púa para hacer el paso, ninguna de ellas dos podía pasar. Lo hicieron por iniciativa propia, porque hasta ayer al mediodía ni la Provincia ni de la Comuna le habían dado una solución, aunque fuese provisoria. Los únicos que se acercaron fueron los hombres de Vialidad provincial, pero no podían avanzar con las máquinas porque primero era necesario encauzar uno de los brazos del Choromoro, porque la crecida también arrasó con un paso de alcantarilla ubicado en la intersección de las rutas 312 (la que pasa por Choromoro y Chuscha, en dirección este-oeste) con la 311 (une Rodeo Grande con San Pedro de Colalao, en dirección sur-norte). Hasta ayer al mediodía únicamente habían podido despejar la ruta 312 de un derrumbe ocurrido a la altura de La Junta, antes de llegar a Gonzalo.
“Yo no estoy enojado, no quiero que piensen que estoy enojado”, trata de convencer Américo Chocobar, de Potrero. Es uno de los hombres que trabaja para habilitar ese paso que muy probablemente desaparezca. El cielo está amenazando con nuevas tormentas en el cerro. “No estoy enojado, porque quién es uno para decir nada de la naturaleza ¿Pero cuándo el Gobierno se va a dar cuenta de que acá necesitamos un puente? Aunque sea uno de una sola mano, no tenemos muchas pretensiones”, dice Américo. Más que enojado, está desesperado. Porque no se trata sólo de circular libremente. En la finca de Rodeo el lunes cosecharon una importante cantidad de chauchas y choclos y necesitan bajarlos para venderlos.
“Estamos a punto de perder toda la producción, por eso es que a mano nos pusimos a retirar las piedras del río para tratar de pasar con el tractor y entregar la verdura al camión”, lamenta Ramón Flores, y dice que ya está “harto, harto” de hablar con funcionarios para que construyan un puente sobre el Choromoro para unir Gonzalo con Rodeo Grande.
Para ir al trabajo
Fernanda Filippi estaba preocupada. Es joven, acaba de recibirse de cocinera profesional y hace un mes que trabaja en el la cocina de una estación de servicios en la zona de El Cristo. El lunes fue su día de descanso, entonces subió a Potrero a visitar a su mamá. Durante la semana se queda en una casa en La Rinconada, junto a su hermana. “No puedo faltar un día más. Ya falté el martes, yo como sea voy a la ciudad hoy”, dice la joven. Por más buenas intenciones que haya tenido, era una irresponsabilidad cruzar el río el martes. Ayer, cuando bajó un poco el nivel y sus vecinos pudieron construir el provisorio puente de palos y alambres, se animó a llegar hasta Gonzalo para que alguien que pasara por ahí la acercara al menos hasta la ruta 9. Es que el único ómnibus que hace ese viaje quedó al borde del barranco. “Esto es cosa de todos los veranos. A mí me encanta mi lugar, pero no vuelvo más hasta mayo”, prometió Fernanda.
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