15 Febrero 2016
PIEDRA SOBRE PIEDRA. La bodega fue levantada según las técnicas constructivas del pasado en los Valles Calchaquíes: paredes redondas, poca elevación y sintonía con la naturaleza. FOTO DE Paula Martínez Nougués
Se trata de la segunda bodega en el mundo que pertenece a una comunidad indígena. Y la tenemos en Tucumán, en manos de la Comunidad Indígena de los Amaichas, en el pueblo que lleva su nombre.
Amaicha del Valle es internacionalmente conocida y es el poblado más cercano a las Ruinas de Quilmes. Esta tierra de coplas, cantores y sol durante 360 días al año hace posible el desarrollo de la actividad vitivinícola. El proyecto para armar esta bodega comunitaria, primera en el país y segunda en el planeta, comenzó en 2011 y en un mes los comuneros estarán próximos a celebrar su primera vendimia.
Construcción
La bodega lleva alrededor de cuatro años en construcción. Eligieron un diseño particular que representa las casas propias del periodo prehispánico, arraigado en el inconsciente colectivo. La edificación estuvo en manos de comuneros que utilizaron el pircado como técnica ancestral de elevación de muros para el desarrollo de los habitáculos circulares interconectados. Su construcción se caracteriza por la permanente interacción con la naturaleza.
En este proceso también participaron arquitectos de diferentes provincias, desde Tucumán a Mendoza. Los profesionales se reunieron para el diseño de las instalaciones, todo bajo la supervisión de los miembros de la Comunidad de Amaicha. Los materiales, naturalmente, fueron extraídos de la zona.
Desde la ruta 307 se observa una elevación del territorio. Es la Bodega Comunitaria Los Amaichas, que en 30 días estará comercializando su primer vino tinto y de esta forma ingresará al mercado con identidad propia.
Conciencia originaria
Los comuneros de Amaicha del Valle conforman un pueblo de la Gran Nación Diaguita que ha mantenido de forma ininterrumpida su gobierno originario. Actualmente posee 5.000 habitantes. Su territorio se extiende alrededor de 52.000 hectáreas pertenecientes al Valle Calchaquí. Sus derechos están respaldados por la Cédula Real concedida por la Corona Española en 1716 y protocolizado por el Estado Nacional en 1892.
Paula Martínez Nougués, periodista especializada en turismo, destacó: “Ahora Amaicha podrá agregar el enoturismo a sus paisajes impactantes y su producción artesanal. El enoturismo es una experiencia que permite al visitante conocer el lugar y su pasado mediante sus sabores.
Amaicha del Valle es internacionalmente conocida y es el poblado más cercano a las Ruinas de Quilmes. Esta tierra de coplas, cantores y sol durante 360 días al año hace posible el desarrollo de la actividad vitivinícola. El proyecto para armar esta bodega comunitaria, primera en el país y segunda en el planeta, comenzó en 2011 y en un mes los comuneros estarán próximos a celebrar su primera vendimia.
Construcción
La bodega lleva alrededor de cuatro años en construcción. Eligieron un diseño particular que representa las casas propias del periodo prehispánico, arraigado en el inconsciente colectivo. La edificación estuvo en manos de comuneros que utilizaron el pircado como técnica ancestral de elevación de muros para el desarrollo de los habitáculos circulares interconectados. Su construcción se caracteriza por la permanente interacción con la naturaleza.
En este proceso también participaron arquitectos de diferentes provincias, desde Tucumán a Mendoza. Los profesionales se reunieron para el diseño de las instalaciones, todo bajo la supervisión de los miembros de la Comunidad de Amaicha. Los materiales, naturalmente, fueron extraídos de la zona.
Desde la ruta 307 se observa una elevación del territorio. Es la Bodega Comunitaria Los Amaichas, que en 30 días estará comercializando su primer vino tinto y de esta forma ingresará al mercado con identidad propia.
Conciencia originaria
Los comuneros de Amaicha del Valle conforman un pueblo de la Gran Nación Diaguita que ha mantenido de forma ininterrumpida su gobierno originario. Actualmente posee 5.000 habitantes. Su territorio se extiende alrededor de 52.000 hectáreas pertenecientes al Valle Calchaquí. Sus derechos están respaldados por la Cédula Real concedida por la Corona Española en 1716 y protocolizado por el Estado Nacional en 1892.
Paula Martínez Nougués, periodista especializada en turismo, destacó: “Ahora Amaicha podrá agregar el enoturismo a sus paisajes impactantes y su producción artesanal. El enoturismo es una experiencia que permite al visitante conocer el lugar y su pasado mediante sus sabores.