Por Federico Türpe
13 Febrero 2016
Cada uno por su parte, divididos, la provincia y el municipio de la capital publicitaron extensos listados de obras que planean ejecutar en el marco del Bicentenario de la Independencia. Algunas son tan ambiciosas y faraónicas que hasta el más optimista entiende que -con suerte- llegarán apenas a la edad de un plano. Suponiendo que las intenciones estén, no hay dinero ni tiempo.
Aún así existen en Tucumán numerosos proyectos valiosos, originales, de alto impacto en la calidad de vida de la gente y, sobre todo, viables, que duermen hace años en los despachos de la perezosa administración pública.
La mayoría no fueron ejecutados por falta de visión estratégica o de disposición de los funcionarios, o porque priorizaron otras urgencias o simplemente porque fueron abortados por intereses más fuertes.
Las ideas que a continuación vamos a enumerar y contar no son propias. Sí lo son algunos agregados u omisiones, obligados por la síntesis.
Estas ideas tampoco son las mejores. Sería injusto, cuando hay cientos de planes urbanísticos geniales, elaborados por expertos locales, desconocidos para la mayoría de la sociedad e ignorados por la clase dirigente.
Hemos seleccionado sólo cinco proyectos, porque el espacio es tirano, que reúnan los siguientes requisitos: sean de alto impacto, es decir que produzcan una mejora realmente importante para el Gran Tucumán; y que sean económica y arquitectónicamente factibles.
Tren urbano e interurbano
Bendecida por los Talleres de Tafí Viejo, la capital tucumana -y el área metropolitana- cuenta con una red de vías internas como ninguna otra ciudad argentina, salvo CABA. Pocos saben, por ejemplo, que podrían viajar en tren desde Yerba Buena hasta el aeropuerto, desde Tafí Viejo hasta Banda del Río Salí o desde Lules o El Manantial hasta Alderetes. Y desde la capital a casi todas las localidades de la provincia. Afirman los expertos que si un tucumano se sitúa en cualquier lugar de la ciudad siempre tendrá una vía a no más de diez cuadras de distancia.
Sólo faltan completar 18 kilómetros de vías para que la red esté completa. Lo más costoso y complejo ya está hecho. Lo que resta por hacer es lo más sencillo, en proporción a la envergadura de lo que estamos hablando.
Un transporte público en serio -considerado el mejor del mundo en los países desarrollados- para una ciudad de un millón de habitantes, económico, no contaminante, rápido, y que ayudaría a descomprimir en gran parte uno de los principales problemas de Tucumán: el caos vehicular. En su momento, la presión de colectiveros y camioneros, empresarios y gremios, frenaron este proyecto.
Recuperación del río Salí
Doce años estuvieron anunciando la concreción de este proyecto el ex gobernador José Alperovich y el ex intendente Domingo Amaya. De todos modos, la idea original de este plan ya tiene décadas.
Consiste en recuperar las costaneras y forestarlas para crear el parque más grande de la provincia, de 14 kilómetros de largo, por un ancho variable, según la zona. La capital quiso avanzar en su margen, pero se quedó en el intento. La provincia haría el resto.
Lo primero era “llenar” el río, mediante un sistema de pequeños muros o diques. Esto, además de recuperar el curso para la pesca, la recreación o los deportes náuticos, ayudaría a sanear el río de la contaminación. Luego se iban a construir playas de arena, como hicieron varias ciudades y pueblos del Litoral o de Córdoba, en donde antes había barro y malezas.
La idea es que el Estado se haga cargo de “llenar” el río, forestar los márgenes y armar algunas playas de arena y que el resto se haga con aportes del sector privado, ya que estaba previsto generar un importante polo comercial y gastronómico, en los márgenes de la capital. Bares, restoranes, boliches o comercios vinculados a la pesca o a los deportes náuticos. Muy poca inversión para semejante resultado: contar con un gran parque y un río navegable a 20 cuadras de la plaza Independencia. Además, la recuperación del río contribuiría a refrescar un importante sector de la ciudad.
Traslado de la administración pública
Lo hicieron y lo están haciendo las ciudades más importantes del mundo, que mudaron las oficinas públicas del centro, sobre todo si es histórico. La cuadrícula nodal de Tucumán fue diseñada para una ciudad de 100.000 habitantes. Hoy tiene diez veces más, y sumado al numeroso parque automotor han convertido al centro tucumano en un pandemónium. Intransitable, caótico, violento, hostil para peatones y ciclistas, lento para los vehículos, en una ciudad que además tiene pocas avenidas y calles anchas en relación a su tamaño. Aquí vamos a la inversa y cada vez metemos más oficinas públicas en el micro y macrocentro (nueva Legislatura, nuevo fuero Penal, Registro Civil frente a la plaza Independencia, etcétera). La solución más económica planteada preveía alquilar o vender los edificios públicos del Estado en el centro (son decenas) y alquilar o comprar edificios ya existentes en zonas más alejadas, lo que además contribuiría a desarrollar sectores más postergados de la ciudad.
La más costosa contemplaba vender o alquilar los actuales y construir nuevos en otra parte. Incluso, se pensó en hacer un gran centro cívico (como hizo Salta) en las afueras de la ciudad. Uno de los lugares propuestos era Los Nogales, pero existen muchas otras opciones.
Forestación furiosa
Domingo Sarmiento bautizó a Tucumán como el Jardín de la República, siempre verde y florido. Si Sarmiento resucitara hoy seguro se llevaría una sorpresa desagradable. La ciudad ha desnaturalizado completamente su entorno, selvático. Se podría decir que hemos cementado una selva y le hemos agregado cientos de miles de máquinas de calor (autos, heladeras, aire acondicionados, cocinas, etcétera). Tucumán siempre fue caliente en verano, pero los especialistas estiman que la temperatura de la ciudad hace un siglo debe haber tenido, en promedio, unos cinco grados menos. La hemos dejado sin río y sin árboles. Hay decenas de cuadras, sobre todo en el centro, que es el lugar más caliente, sin un solo árbol. Hubo varios intentos para reforestarla completamente, para “techarla” con árboles, pero siempre se quedaron a mitad de camino. También hay cientos de propiedades abandonadas, algunas fiscales y de importantes proporciones, que podrían transformarse en espacios verdes. No debería haber en Tucumán un solo metro de vereda o calle sin sombra, pero estamos haciendo todo lo contrario. Un solo ejemplo: la peatonal Mendoza vieja tenía 14 árboles por cuadra y la nueva tiene seis.
Peatonales y ciclovías para todos
Además de que es una tendencia mundial indiscutida, todos los estudios urbanísticos que se hicieron de Tucumán, extranjeros y locales, concluyeron lo mismo: hay que peatonalizar más cuadras del centro y priorizar a los peatones y a los ciclistas por sobre los autos y las motos. Hay que silenciar la ciudad, tranquilizarla y volverla más amigable y saludable. De nuevo, aquí hacemos todo lo contrario: desalentamos al peatón y al ciclista y dejamos que los motores manden. Una constante que repiten los turistas consultados por el diario, es que esta es una de las ciudades menos respetuosas de las normas de tránsito y lo saben los ciclistas que se juegan la vida al atravesar el centro, o un peatón cuando cruza una esquina y debe mirar a todos lados, porque la prioridad de giro aquí no existe: es de los autos y las motos.
En varias metrópolis, Nuava York entre ellas, están empezando a premiar a las empresas, públicas o privadas, que alientan el uso de la bicicleta, por ejemplo, instalando duchas en los baños para que los ciclistas puedan asearse y cambiarse. Las ventajas son infinitas porque se eleva la calidad de vida de una ciudad y la salud de la población. Más actividad física, menos polución y ruido y menos accidentes de tránsito representan millones de pesos de ahorro en salud pública y privada.
Para hacer una peatonal sólo hace falta poner una cadenita en la esquina y para crear una ciclovía basta con una línea de pintura. Claro que también se pueden hacer obras más lindas y costosas, pero esto podría esperar para una segunda etapa.
Lo primero que hace falta es voluntad política, capacidad de gestión y hombres que piensen en grande.
Aún así existen en Tucumán numerosos proyectos valiosos, originales, de alto impacto en la calidad de vida de la gente y, sobre todo, viables, que duermen hace años en los despachos de la perezosa administración pública.
La mayoría no fueron ejecutados por falta de visión estratégica o de disposición de los funcionarios, o porque priorizaron otras urgencias o simplemente porque fueron abortados por intereses más fuertes.
Las ideas que a continuación vamos a enumerar y contar no son propias. Sí lo son algunos agregados u omisiones, obligados por la síntesis.
Estas ideas tampoco son las mejores. Sería injusto, cuando hay cientos de planes urbanísticos geniales, elaborados por expertos locales, desconocidos para la mayoría de la sociedad e ignorados por la clase dirigente.
Hemos seleccionado sólo cinco proyectos, porque el espacio es tirano, que reúnan los siguientes requisitos: sean de alto impacto, es decir que produzcan una mejora realmente importante para el Gran Tucumán; y que sean económica y arquitectónicamente factibles.
Tren urbano e interurbano
Bendecida por los Talleres de Tafí Viejo, la capital tucumana -y el área metropolitana- cuenta con una red de vías internas como ninguna otra ciudad argentina, salvo CABA. Pocos saben, por ejemplo, que podrían viajar en tren desde Yerba Buena hasta el aeropuerto, desde Tafí Viejo hasta Banda del Río Salí o desde Lules o El Manantial hasta Alderetes. Y desde la capital a casi todas las localidades de la provincia. Afirman los expertos que si un tucumano se sitúa en cualquier lugar de la ciudad siempre tendrá una vía a no más de diez cuadras de distancia.
Sólo faltan completar 18 kilómetros de vías para que la red esté completa. Lo más costoso y complejo ya está hecho. Lo que resta por hacer es lo más sencillo, en proporción a la envergadura de lo que estamos hablando.
Un transporte público en serio -considerado el mejor del mundo en los países desarrollados- para una ciudad de un millón de habitantes, económico, no contaminante, rápido, y que ayudaría a descomprimir en gran parte uno de los principales problemas de Tucumán: el caos vehicular. En su momento, la presión de colectiveros y camioneros, empresarios y gremios, frenaron este proyecto.
Recuperación del río Salí
Doce años estuvieron anunciando la concreción de este proyecto el ex gobernador José Alperovich y el ex intendente Domingo Amaya. De todos modos, la idea original de este plan ya tiene décadas.
Consiste en recuperar las costaneras y forestarlas para crear el parque más grande de la provincia, de 14 kilómetros de largo, por un ancho variable, según la zona. La capital quiso avanzar en su margen, pero se quedó en el intento. La provincia haría el resto.
Lo primero era “llenar” el río, mediante un sistema de pequeños muros o diques. Esto, además de recuperar el curso para la pesca, la recreación o los deportes náuticos, ayudaría a sanear el río de la contaminación. Luego se iban a construir playas de arena, como hicieron varias ciudades y pueblos del Litoral o de Córdoba, en donde antes había barro y malezas.
La idea es que el Estado se haga cargo de “llenar” el río, forestar los márgenes y armar algunas playas de arena y que el resto se haga con aportes del sector privado, ya que estaba previsto generar un importante polo comercial y gastronómico, en los márgenes de la capital. Bares, restoranes, boliches o comercios vinculados a la pesca o a los deportes náuticos. Muy poca inversión para semejante resultado: contar con un gran parque y un río navegable a 20 cuadras de la plaza Independencia. Además, la recuperación del río contribuiría a refrescar un importante sector de la ciudad.
Traslado de la administración pública
Lo hicieron y lo están haciendo las ciudades más importantes del mundo, que mudaron las oficinas públicas del centro, sobre todo si es histórico. La cuadrícula nodal de Tucumán fue diseñada para una ciudad de 100.000 habitantes. Hoy tiene diez veces más, y sumado al numeroso parque automotor han convertido al centro tucumano en un pandemónium. Intransitable, caótico, violento, hostil para peatones y ciclistas, lento para los vehículos, en una ciudad que además tiene pocas avenidas y calles anchas en relación a su tamaño. Aquí vamos a la inversa y cada vez metemos más oficinas públicas en el micro y macrocentro (nueva Legislatura, nuevo fuero Penal, Registro Civil frente a la plaza Independencia, etcétera). La solución más económica planteada preveía alquilar o vender los edificios públicos del Estado en el centro (son decenas) y alquilar o comprar edificios ya existentes en zonas más alejadas, lo que además contribuiría a desarrollar sectores más postergados de la ciudad.
La más costosa contemplaba vender o alquilar los actuales y construir nuevos en otra parte. Incluso, se pensó en hacer un gran centro cívico (como hizo Salta) en las afueras de la ciudad. Uno de los lugares propuestos era Los Nogales, pero existen muchas otras opciones.
Forestación furiosa
Domingo Sarmiento bautizó a Tucumán como el Jardín de la República, siempre verde y florido. Si Sarmiento resucitara hoy seguro se llevaría una sorpresa desagradable. La ciudad ha desnaturalizado completamente su entorno, selvático. Se podría decir que hemos cementado una selva y le hemos agregado cientos de miles de máquinas de calor (autos, heladeras, aire acondicionados, cocinas, etcétera). Tucumán siempre fue caliente en verano, pero los especialistas estiman que la temperatura de la ciudad hace un siglo debe haber tenido, en promedio, unos cinco grados menos. La hemos dejado sin río y sin árboles. Hay decenas de cuadras, sobre todo en el centro, que es el lugar más caliente, sin un solo árbol. Hubo varios intentos para reforestarla completamente, para “techarla” con árboles, pero siempre se quedaron a mitad de camino. También hay cientos de propiedades abandonadas, algunas fiscales y de importantes proporciones, que podrían transformarse en espacios verdes. No debería haber en Tucumán un solo metro de vereda o calle sin sombra, pero estamos haciendo todo lo contrario. Un solo ejemplo: la peatonal Mendoza vieja tenía 14 árboles por cuadra y la nueva tiene seis.
Peatonales y ciclovías para todos
Además de que es una tendencia mundial indiscutida, todos los estudios urbanísticos que se hicieron de Tucumán, extranjeros y locales, concluyeron lo mismo: hay que peatonalizar más cuadras del centro y priorizar a los peatones y a los ciclistas por sobre los autos y las motos. Hay que silenciar la ciudad, tranquilizarla y volverla más amigable y saludable. De nuevo, aquí hacemos todo lo contrario: desalentamos al peatón y al ciclista y dejamos que los motores manden. Una constante que repiten los turistas consultados por el diario, es que esta es una de las ciudades menos respetuosas de las normas de tránsito y lo saben los ciclistas que se juegan la vida al atravesar el centro, o un peatón cuando cruza una esquina y debe mirar a todos lados, porque la prioridad de giro aquí no existe: es de los autos y las motos.
En varias metrópolis, Nuava York entre ellas, están empezando a premiar a las empresas, públicas o privadas, que alientan el uso de la bicicleta, por ejemplo, instalando duchas en los baños para que los ciclistas puedan asearse y cambiarse. Las ventajas son infinitas porque se eleva la calidad de vida de una ciudad y la salud de la población. Más actividad física, menos polución y ruido y menos accidentes de tránsito representan millones de pesos de ahorro en salud pública y privada.
Para hacer una peatonal sólo hace falta poner una cadenita en la esquina y para crear una ciclovía basta con una línea de pintura. Claro que también se pueden hacer obras más lindas y costosas, pero esto podría esperar para una segunda etapa.
Lo primero que hace falta es voluntad política, capacidad de gestión y hombres que piensen en grande.
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