Vecinos de siete villas marcharán para exigirle al Gobierno una política de Estado en adicciones

Vecinos de siete villas marcharán para exigirle al Gobierno una política de Estado en adicciones

Mediante una procesión interreligiosa, convocan a toda la sociedad a movilizarse desde plaza Urquiza hasta plaza Independencia. Entregarán un petitorio al gobernador, Juan Manzur, en el que reclaman que se abran centros terapéuticos en las zonas más calientes.

ESCOMBROS. Cinco casas de una familia de transas de “paco” fueron destrozadas por vecinos de barrio Antena. LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARÁOZ ESCOMBROS. Cinco casas de una familia de transas de “paco” fueron destrozadas por vecinos de barrio Antena. LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARÁOZ
09 Diciembre 2015
“Llevo ocho días sin fumar paco. Caminaré para exigir salud”, afirmó Pamela. “Voy a ir por mis dos hijos, y por los de todas las madres que estamos penando”, agregó Paula Beatriz, su mamá. Ellas participarán de la procesión interreligiosa que vecinos de siete barrios encabezarán mañana para solicitar a Casa de Gobierno una política de Estado para la atención y el tratamiento de adictos.

En los últimos meses, en las barriadas humildes donde el consumo de paco causa estragos, se produjeron reacciones vecinales contra el narcotráfico. En el barrio Antena, hace un mes, medio centenar de vecinos obligaron a toda una familia de transas a marcharse y destrozaron sus casas. Vecinos de “El Sifón” organizaron una procesión para pedirle a Dios que dejen de morir jóvenes ahorcados o por sobredosis. Familias de la villa “El Tuquito” también habían cortado el tránsito en Alfredo Guzmán y Roca para llamar la atención del Gobierno. Vecinos de Costanera Norte, Antena, “El Sifón”, 130 Viviendas, Alejandro Heredia y El Colmenar fueron recibidos en Los Vázquez a mediados de noviembre para un encuentro barrial. Bautizados como “Hermandad de los Barrios contra las Adicciones”, definieron realizar una procesión mañana, a las 19, desde plaza Urquiza hasta plaza Independencia para entregar un petitorio al gobernador, Juan Manzur.

Los pedidos son puntuales: equipos de trabajo territoriales en salud, comunidades terapéuticas y centros de internación estatales para mujeres, guardias de salud mental en todos los centros de salud, la ampliación de cupos en el centro Las Moritas, la integración del sistema educativo al abordaje de la problemática de las adicciones e intensificar las tareas de asistencia y prevención.

Los sectores más humildes y los grupos estigmatizados convocan a toda la sociedad a debatir de qué manera se hará frente al avance de la droga, contaron desde la organización.

Cuestión de género

“‘Mamá, usted qué prefiere: ¿fumar paco o querernos y estar con nosotros?’”. A Pamela no le tembló la voz cuando relató la conversación que tuvo hace unas semanas con una de sus hijitas. Comenzó a consumir paco junto a su hermano, hace cinco años. Los dos se encuentran en tratamiento y participan de un grupo de abordaje territorial de la Secretaría de Prevención y Asistencia de las Adicciones. Su reclamo al Gobierno es concreto: no hay comunidades terapéuticas ni centros de tratamiento en adicciones para mujeres en la provincia que dependan del Estado.

“Hay más mujeres que varones drogándose. Hay hasta abuelos y abuelas que lo pierden todo por el consumo”, explicó la joven de 27 años. Vivía en el barrio Alejandro Heredia y consumía poxirán, marihuana y pastillas. “El paco es más fiero que todo eso. He vendido todo por fumar base (residuo de pasta base): vendí mi casa, mi terreno. Me he quedado en la nada, con cuatro hijos”, confesó. Su mamá asintió. “Somos muchas las madres que estamos sufriendo por esto. El que no tiene un hijo con problemas, después tendrá un nieto adicto”, agregó con voz queda.

Pamela llegó a estar hasta 32 días consumiendo y durmiendo en la calle. Sólo tomaba agua. “De la noche a la mañana me di cuenta de que ya estaba bien metida. Andaba en el aire, no sentía nada. Pesaba 47 kilos, cuando mi peso era 95. Lo único que quería era drogarme. Cobraba el Plan “Ellas Hacen”, eran $ 2.000 y a toda esa plata la invertía en droga. Dejaba mi tarjeta en el transa directamente”, indicó. “A veces estaba tirada en la calle, en medio del frío y me decía para mí: ¿Cómo no estoy en mi casa, caliente, a la par de mis hijos? ¿Qué tengo que estar haciendo aquí? El cuerpo me volvía a pedir fumar cada vez. Siempre volvía a mi casa, y al poco tiempo volvía a consumir”, continuó. Ahora se siente bien, gracias al tratamiento, pero exige más profesionales para que realicen abordaje territorial.

“Ni transas ni ratas”

En el barrio Antena, en Banda del Río Salí, el hartazgo de los vecinos contra el narcotráfico tuvo su pico de tensión hace un mes: echaron a una familia de transas y destrozaron cinco viviendas. Las paredes que se mantienen en pie están repletas de leyendas. Vecinos de la barriada acompañarán la procesión de mañana.

“Hemos padecido tanto por el paco, y a partir del encuentro de hace un mes hemos conocido que se están desarrollando experiencias importantes de abordaje a la problemática, como la que se lleva adelante en La Costanera. Se está trabajando de alguna manera con los chicos adictos; ya no es que se trata de chicos perdidos”, explicó Cristian Correa, referente barrial que integra la Asociación Civil Solidaridad Alderetes.

“En el barrio todos tienen un familiar o un conocido con problemas de adicción. Es mi caso, tengo a mi hermano internado por una sobredosis. Esta peleando por sobrevivir. Ante esa problemática tan compleja, nos parece fundamental luchar y participar de esa procesión, para que se repliquen los dispositivos y para que deje de invisibilizarse este problema. Es una decisión política que haya salud en los barrios”, indicó.

Para Correa, que está estudiando Psicología Social, las drogas son una estrategia destinada a “controlar” a una clase social. “Comencé a formarme y entiendo que la droga es un mecanismo de control social. Estudiando comprendí las etapas y la explicación del comportamiento. Es doloroso ver el clasismo hasta en los daños que genera el consumo de las drogas. La clase trabajadora y humilde recibe el impacto del paco como una bomba. Para mí, lleva a la exterminación: están matándonos”, reflexionó.

Para el vecino del barrio Antena, el objetivo de la procesión de mañana, en el Día de los Derechos Humanos, es clara: “el pedido es que no sigan muriendo chicos ahorcados o por sobredosis”.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios