Por LA GACETA
30 Julio 2015
La amenaza, el uso de la fuerza, el rapto, el fraude, el engaño, es abuso de poder, la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación sexual o laboral, son algunas de las acciones relacionadas con la trata de personas. La Organización de las Naciones Unidas estima que alrededor de 21 millones de personas están atrapadas en las redes de la esclavitud moderna.
Se celebra hoy el Día Mundial contra la Trata de Personas, fecha instituida en 2013 por la Asamblea General de la ONU, en cuya la resolución se señala que el día es necesario para concientizar sobre la situación de las víctimas del tráfico humano y para promocionar y proteger sus derechos. “Hombres, mujeres y niños caen en las manos de traficantes tanto en su propio país como en el extranjero. Todos los países están afectados por la trata, ya sea como país de origen, tránsito o destino de las víctimas. La esclavitud, tanto en su forma moderna como en la antigua, no es sólo una vergüenza, sino que es ‘la execrable suma de todas las villanías’, como la definió el abolicionista John Wesley, y no tiene cabida en nuestro mundo”, afirma la ONU.
Sobre el tema, el Departamento de Estado de Estados Unidos divulgó un informe en el que señala que la Argentina es un país de origen, tránsito y destino para hombres, mujeres y niños sometidos a la trata sexual y el trabajo forzoso. El documento sostiene que las organizaciones no gubernamentales y los funcionarios dedicados a la temática, informaron que los jueces reciben sobornos de los tratantes. “El gobierno ha informado en un reporte que la Policía fue cómplice en el 40% de los casos de trata sexual, ya sea como compradores de sexo comercial o por los contactos personales con los propietarios de prostíbulos; esto sirve como un desincentivo para que las víctimas reporten explotación”, se indica. Reconoce que el Gobierno nacional realizó esfuerzos para adaptar la legislación a los tratados internacionales, pero agrega que las provincias no han actuado en el mismo sentido, y las falencias se evidencian en la falta de asistencia a las víctimas, que generalmente se canalizan por una ONG.
El organismo estadounidense expresa que si bien se identificó un número significativo de víctimas potenciales de trata y se puso en marcha una campaña de sensibilización nacional, la financiación para servicios a las víctimas es insuficiente para ayudar al gran número de víctimas potenciales. “La corrupción, sobre todo entre los funcionarios con la trata a nivel provincial, es una grave preocupación”, se indicó.
Si bien el informe es duro, lo peor que se puede hacer es responder por reacción o peor aún victimizarse. Sería oportuno analizar minuciosamente el informe y realizar una autocrítica para dilucidar si las críticas son ciertas y si lo son, trabajar para combatir la corrupción señalada, efectuando no solo una depuración en la Policía si efectivamente una buena parte de esta ofició de cómplice, sino también educándola. La trata de personas, que es un delito, no se combate solamente desarticulando las redes que la alimentan, sino también con la prevención y por ende, con educación. Si desde temprana edad se trabaja en la importancia de los derechos humanos y en los peligros que los acechan, es posible que haya menos víctimas de esta explotación abominable.
Se celebra hoy el Día Mundial contra la Trata de Personas, fecha instituida en 2013 por la Asamblea General de la ONU, en cuya la resolución se señala que el día es necesario para concientizar sobre la situación de las víctimas del tráfico humano y para promocionar y proteger sus derechos. “Hombres, mujeres y niños caen en las manos de traficantes tanto en su propio país como en el extranjero. Todos los países están afectados por la trata, ya sea como país de origen, tránsito o destino de las víctimas. La esclavitud, tanto en su forma moderna como en la antigua, no es sólo una vergüenza, sino que es ‘la execrable suma de todas las villanías’, como la definió el abolicionista John Wesley, y no tiene cabida en nuestro mundo”, afirma la ONU.
Sobre el tema, el Departamento de Estado de Estados Unidos divulgó un informe en el que señala que la Argentina es un país de origen, tránsito y destino para hombres, mujeres y niños sometidos a la trata sexual y el trabajo forzoso. El documento sostiene que las organizaciones no gubernamentales y los funcionarios dedicados a la temática, informaron que los jueces reciben sobornos de los tratantes. “El gobierno ha informado en un reporte que la Policía fue cómplice en el 40% de los casos de trata sexual, ya sea como compradores de sexo comercial o por los contactos personales con los propietarios de prostíbulos; esto sirve como un desincentivo para que las víctimas reporten explotación”, se indica. Reconoce que el Gobierno nacional realizó esfuerzos para adaptar la legislación a los tratados internacionales, pero agrega que las provincias no han actuado en el mismo sentido, y las falencias se evidencian en la falta de asistencia a las víctimas, que generalmente se canalizan por una ONG.
El organismo estadounidense expresa que si bien se identificó un número significativo de víctimas potenciales de trata y se puso en marcha una campaña de sensibilización nacional, la financiación para servicios a las víctimas es insuficiente para ayudar al gran número de víctimas potenciales. “La corrupción, sobre todo entre los funcionarios con la trata a nivel provincial, es una grave preocupación”, se indicó.
Si bien el informe es duro, lo peor que se puede hacer es responder por reacción o peor aún victimizarse. Sería oportuno analizar minuciosamente el informe y realizar una autocrítica para dilucidar si las críticas son ciertas y si lo son, trabajar para combatir la corrupción señalada, efectuando no solo una depuración en la Policía si efectivamente una buena parte de esta ofició de cómplice, sino también educándola. La trata de personas, que es un delito, no se combate solamente desarticulando las redes que la alimentan, sino también con la prevención y por ende, con educación. Si desde temprana edad se trabaja en la importancia de los derechos humanos y en los peligros que los acechan, es posible que haya menos víctimas de esta explotación abominable.
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