07 Julio 2015
AL BORDE DEL ABISMO. Mientras los vecinos piden una solución, el Gobierno dice que está trabajando. FOTO DE DIEGO ARÁOZ
Finalmente, lo que podía ocurrir en el Canal Sur, ocurrió. Un hombre cayó al vacío la semana pasada cuando atravesaba una pasarela que quedó sin baranda durante las crecientes del verano. Miguel Ángel Navarro, de 63 años, cruzaba en su moto el pequeño puente peatonal a la altura de la calle Malabia (600 metros al sur de la Independencia), cuando se desbarrancó y tuvo que ser socorrido por vecinos de la zona. Según le contó a LA GACETA, trataba de escapar de unos jóvenes que habrían intentado quitarle el vehículo. Miguel Ángel, que trabaja de sereno en una empresa constructora, terminó con fractura de tobillo y deberá someterse a una operación.
El tiempo pasa y los peligros siguen latiendo en el castigado canal que colecta la mayor parte del agua del norte y del oeste del Gran San Miguel de Tucumán, principalmente por la falta de barandas en algunos pasos peatonales, aunque en otros ya se han colocado. Según Oscar Mirkin, secretario de Obras Públicas de la Provincia, aún no es posible instalarlas en todos los sectores porque algunas máquinas que realizan la limpieza del canal trabajan desde arriba.
Peligro
Todos las mañanas, desde que comenzaron las clases, Estela Ortiz se levanta para acompañar a sus chicos hasta la Escuela N° 248, que queda hacia el Este del Canal Sur. Ellos, que viven en el barrio ATE -al igual que los chicos del barrio Policial- deben atravesar el puente peatonal que atraviesa el desagüe a la altura de la calle Malabia. Es un camino angosto, de menos de un metro de ancho, que desde las tormentas ha quedado sin ninguna protección para que los transeúntes no caigan al vacío.
“Me da mucho miedo que los chicos vayan solos por ahí. Algunos no son conscientes del peligro y pasan corriendo, jugando, puede ocurrir una tragedia porque es alto y abajo hay piedras. Deberían poner alguna protección con urgencia”, suplicó Ortiz y advirtió además que todos los motociclistas de la zona utilizan la pasarela, porque de otro modo deberían ir hasta la Independencia para atravesar el canal. Esto es lo que hizo Navarro cuando se cayó al vacío.
Edgardo Artaza fue uno de los primeros que vio caerse al canal a Navarro y, a pesar de vivir en otro barrio, se considera su vecino. Por eso, mandó presuroso a su hijo a rescatarlo. “Fue un susto muy grande; es una persona mayor y la altura del puente es mucha. Siempre hubo temor por esa pasada, y ocurrió lo que tarde o temprano iba a ocurrir”, dijo el hombre, que vive a pocos metros de la pasarela.
En El Cristo
En la zona de El Cristo, donde se encuentran las avenidas Mate de Luna-Aconquija con el Camino del Perú-Alfredo Guzmán, ya se colocaron barandas en el paso peatonal Norte, pero los vecinos aún no se han dado cuenta. Tienen sus razones: el acceso todavía está sucio, con telas plásticas que lo bloquean, la caminería tiene peligrosas zanjas que aparentemente sirven de desagüe y también hay cables de electricidad apoyados sobre un ducto de agua de metal. “No la habíamos visto a la baranda, pero prefiero cruzar por la calle. No parece demasiado seguro todavía ese paso...” dijo una vecina de la zona. María de los Ángeles Nuova, en cambio, se pone en modo “todo terreno” y sortea los montículos de tierra, las zanjas, las piedras y cruza por el paso peatonal. “Yo puedo, pero olvidate de que una persona que sufre alguna discapacidad pueda cruzar por acá”, advirtió. También en la esquina de avenida Roca y Camino del Perú fue colocada una baranda protectora para el paso peatonal, pero solo del lado norte. En la intersección con el Camino de Sirga, la pasada continúa sin protecciones.
Las máquinas siguen trabajando en el dragado del Canal Sur, que quedó lleno de áridos tras las tormentas de verano. Es un trabajo lento: se quitan 10 camionadas de ripio por día. “Hay tres empresas trabajando en el deslame del canal. Son tareas previas e indispensables para comenzar con la reparación”, explicó Mirkin, quien la semana pasada viajó a Buenos Aires para gestionar fondos. Según el funcionario, la limpieza comenzó en la desembocadura del río Salí y se expenderá hasta el Canal Caínzo, llegando a la avenida Belgrano (sentido sur-norte).
Mirkin no puede precisar cuándo empezará la obra de reconstrucción del canal, pero confía en que será pronto. “Presentamos todas las carpetas y la Nación ya nos autorizó el desembolso de $ 291 millones, de los cuales $ 200 millones serán para reparar los canales. Faltan algunos trámites administrativos, pero está casi todo listo para iniciarse”, afirmó y explicó que progresivamente se colocarán las barandas en todos los pasos, siempre que no interrumpan el trabajo de las máquinas. Según había informado el funcionario en mayo, esos trabajos incluyen la reparación integral del canal y de las caminerías que lo bordean.
Temor por cables de energía eléctrica apoyados sobre un ducto de hierro que transporta agua
Sobre el ducto de hierro que transporta agua y que atraviesa el Canal Sur a la altura de El Cristo (en la intersección con las avenidas Mate de Luna - Aconquija ), se apoyaron cables de energía eléctrica protegidos apenas con cinta aisladora. El precario arreglo deja expuestas a las personas que circulan por ahí, ante la posibilidad de que se pelen los cables, la corriente eléctrica entre en contacto con el ducto y pueda transmitirse a la baranda metálica. Los vecinos que utilizan la pasarela miran con temor el precario arreglo y advierten que en esa esquina diariamente se paran niños que venden limones.
El tiempo pasa y los peligros siguen latiendo en el castigado canal que colecta la mayor parte del agua del norte y del oeste del Gran San Miguel de Tucumán, principalmente por la falta de barandas en algunos pasos peatonales, aunque en otros ya se han colocado. Según Oscar Mirkin, secretario de Obras Públicas de la Provincia, aún no es posible instalarlas en todos los sectores porque algunas máquinas que realizan la limpieza del canal trabajan desde arriba.
Peligro
Todos las mañanas, desde que comenzaron las clases, Estela Ortiz se levanta para acompañar a sus chicos hasta la Escuela N° 248, que queda hacia el Este del Canal Sur. Ellos, que viven en el barrio ATE -al igual que los chicos del barrio Policial- deben atravesar el puente peatonal que atraviesa el desagüe a la altura de la calle Malabia. Es un camino angosto, de menos de un metro de ancho, que desde las tormentas ha quedado sin ninguna protección para que los transeúntes no caigan al vacío.
“Me da mucho miedo que los chicos vayan solos por ahí. Algunos no son conscientes del peligro y pasan corriendo, jugando, puede ocurrir una tragedia porque es alto y abajo hay piedras. Deberían poner alguna protección con urgencia”, suplicó Ortiz y advirtió además que todos los motociclistas de la zona utilizan la pasarela, porque de otro modo deberían ir hasta la Independencia para atravesar el canal. Esto es lo que hizo Navarro cuando se cayó al vacío.
Edgardo Artaza fue uno de los primeros que vio caerse al canal a Navarro y, a pesar de vivir en otro barrio, se considera su vecino. Por eso, mandó presuroso a su hijo a rescatarlo. “Fue un susto muy grande; es una persona mayor y la altura del puente es mucha. Siempre hubo temor por esa pasada, y ocurrió lo que tarde o temprano iba a ocurrir”, dijo el hombre, que vive a pocos metros de la pasarela.
En El Cristo
En la zona de El Cristo, donde se encuentran las avenidas Mate de Luna-Aconquija con el Camino del Perú-Alfredo Guzmán, ya se colocaron barandas en el paso peatonal Norte, pero los vecinos aún no se han dado cuenta. Tienen sus razones: el acceso todavía está sucio, con telas plásticas que lo bloquean, la caminería tiene peligrosas zanjas que aparentemente sirven de desagüe y también hay cables de electricidad apoyados sobre un ducto de agua de metal. “No la habíamos visto a la baranda, pero prefiero cruzar por la calle. No parece demasiado seguro todavía ese paso...” dijo una vecina de la zona. María de los Ángeles Nuova, en cambio, se pone en modo “todo terreno” y sortea los montículos de tierra, las zanjas, las piedras y cruza por el paso peatonal. “Yo puedo, pero olvidate de que una persona que sufre alguna discapacidad pueda cruzar por acá”, advirtió. También en la esquina de avenida Roca y Camino del Perú fue colocada una baranda protectora para el paso peatonal, pero solo del lado norte. En la intersección con el Camino de Sirga, la pasada continúa sin protecciones.
Las máquinas siguen trabajando en el dragado del Canal Sur, que quedó lleno de áridos tras las tormentas de verano. Es un trabajo lento: se quitan 10 camionadas de ripio por día. “Hay tres empresas trabajando en el deslame del canal. Son tareas previas e indispensables para comenzar con la reparación”, explicó Mirkin, quien la semana pasada viajó a Buenos Aires para gestionar fondos. Según el funcionario, la limpieza comenzó en la desembocadura del río Salí y se expenderá hasta el Canal Caínzo, llegando a la avenida Belgrano (sentido sur-norte).
Mirkin no puede precisar cuándo empezará la obra de reconstrucción del canal, pero confía en que será pronto. “Presentamos todas las carpetas y la Nación ya nos autorizó el desembolso de $ 291 millones, de los cuales $ 200 millones serán para reparar los canales. Faltan algunos trámites administrativos, pero está casi todo listo para iniciarse”, afirmó y explicó que progresivamente se colocarán las barandas en todos los pasos, siempre que no interrumpan el trabajo de las máquinas. Según había informado el funcionario en mayo, esos trabajos incluyen la reparación integral del canal y de las caminerías que lo bordean.
Temor por cables de energía eléctrica apoyados sobre un ducto de hierro que transporta agua
Sobre el ducto de hierro que transporta agua y que atraviesa el Canal Sur a la altura de El Cristo (en la intersección con las avenidas Mate de Luna - Aconquija ), se apoyaron cables de energía eléctrica protegidos apenas con cinta aisladora. El precario arreglo deja expuestas a las personas que circulan por ahí, ante la posibilidad de que se pelen los cables, la corriente eléctrica entre en contacto con el ducto y pueda transmitirse a la baranda metálica. Los vecinos que utilizan la pasarela miran con temor el precario arreglo y advierten que en esa esquina diariamente se paran niños que venden limones.
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