03 Mayo 2015
Un magnate entre el poder y los negocios
El hombre más rico de Asia ha fortalecido sus negocios en el mundo del cine y proyecta ganarle a la industria estadounidense en menos de una década. Wanda, su emporio, ha inaugurado una serie de parques de diversiones que promueven la cultura china y, en Shangai, buscará competir con Disneylandia. Michel Forsythe / The New York Times.
Tomohiro Ohsumi/Bloomberg
HONG KONG.- Controla miles de pantallas de cine por todo el mundo, sirviendo a más cinéfilos que cualquier otra cadena de cines. Ha invertido miles de millones de dólares en proyectos de bienes raíces en cuatro continentes. Está construyendo rascacielos en Londres y en Chicago. Busca comprar un estudio de Hollywood. Hay casi 430.000 millonarios en China, más que en cualquier otro país aparte de Estados Unidos. Pero, Wang Jianlin sobresale, y no sólo debido a que es la persona más rica en Asia, con una fortuna estimada en más de U$S 35.000 millones.
Wang, de 60 años, ha surgido como el raro magnate del sector privado en posición de lograr el progreso de intereses de Beijing en el extranjero, con influencia en industrias y comunidades alrededor del mundo. Primeros ministros le envían notas de agradecimiento, al tiempo que estrellas de Hollywood vuelan a China cuando él los convoca. En marzo, en un evento para cortejar a inversionistas extranjeros, él fue uno de apenas una docena de empresarios que se reunió con el presidente Barack Obama.
La manera en que el hijo de un soldado de a pie en la Revolución comunista de Mao Zedong fue catapultado a la fila superior de la élite global es una historia arquetípica de la transición de China hacia el capitalismo, así como de las desmedidas oportunidades que presenta a aquellos con el talento o las conexiones; o en el caso de Wang, ambas. Sin embargo su historia también es singular. Formó uno de los portafolios de bienes raíces más valiosos en una nación en la que el estado conserva la propiedad de toda tierra.
Un estudio de “The New York Times” sobre su éxito proyecta una luz sobre la opaca intersección de negocios y poder en las cumbres de la economía china, donde la competencia del mercado a menudo es distorsionada por los caprichos de dirigentes del Partido Comunista. Los empresarios han impulsado crecimiento acelerado en China durante más de tres décadas, pero deben alcanzar algún arreglo con el partido. Wang dice que ha prosperado entregando lo que ansían ambiciosos funcionarios del partido: un aparador de desarrollos de bienes raíces que impulsen el crecimiento y apuntalen sus carreras. A cambio, dice, los funcionarios le venden los derechos para urbanizar lotes selectos de tierra a precios bajos.
Su conglomerado, Grupo Wanda, es mejor conocido en China por sus Plazas Wanda, masivos complejos de compras con cines, torres de oficinas y hoteles. Desde que construyó el primero en la ciudad de Changchun en 2002, ha abierto más de 100 en otras 70 ciudades chinas, generando los ingresos que financian sus ambiciones en el extranjero. Sin embargo, hay un aspecto de su relación con las autoridades que Wang nunca saca a colación en entrevistas, y del que no se ha informado en las versiones sobre su éxito, publicadas en China y el extranjero: parientes de algunos de los políticos más poderosos de la nación y sus socios de negocios poseen acciones considerables en su empresa.
Una revisión de registros corporativos entablada ante el gobierno identificó inversiones hechas de 2007 a 2011, cuando Wanda estaba en manos privadas y rara vez vendía acciones a forasteros. Entre quienes tuvieron la primera oportunidad de comprar una participación en su empresa estuvo Qi Qiaoqiao, la hermana mayor del presidente actual de China, Xi Jinping. (En octubre de 2013, ella vendió o transfirió sus acciones en la empresa a un viejo socio de negocios.) Otros de los primeros inversionistas incluyeron a un socio comercial de la hija del ex Primer Ministro Wen Jiabao, así como parientes de otros dos miembros del gobernante Politburó en esa época, Jia Qingling y Wang Zhaoguo. Juntas, sus participaciones en la división de bienes raíces de Wang Jianlin, Propiedades Comerciales Dalian Wanda, fueron valuadas en U$S 1.100 millones cuando efectuó su primera oferta pública de acciones en Hong Kong, en diciembre. Sus acciones en la subsidiara del cine de Wang fueron valuadas en U$S 17,2 millones cuando cotizó por separado en enero. Sus valores en cartera en ambas empresas valen más de U$S 1.500 millones actualmente.
No hay indicación de que alguno de los políticos cuyos parientes y socios de negocios poseían acciones en Wanda hubiera intervenido a nombre de la empresa en cualquiera de sus tratos con el gobierno. Tampoco hay evidencia de que alguno de los políticos se beneficiara personalmente de la abundancia que estos inversionistas cosecharon. Los inversionistas y funcionarios no respondieron a preguntas por escrito o no fue posible localizarlos para que comentaran al respecto. Wang rechazó una petición de entrevista y no respondió a preguntas por escrito presentadas a Wanda. Sin embargo, en declaraciones públicas, a menudo él usa la misma frase para describir la forma en que maneja su relación con las autoridades: “mantenerse cerca del gobierno y lejos de la política”. “Es un hecho que la economía de China es dirigida por el gobierno y que la industria de bienes raíces depende de aprobaciones, así que alguien cree que puede pasar por alto al gobierno en este negocio, yo le diría que eso es imposible”, declaró Wang a la televisión del estado en febrero. Pero, al mismo tiempo, por ejemplo, no pagamos sobornos”.
A medida que su fortuna ha subido y sus inversiones se han extendido en el exterior, Wang ha surgido como un franco promotor de su país natal. En entrevistas y discursos, tiende a presentarse como el rostro pragmático de grandes negocios en China.
Además de invertir en la industria fílmica, Wanda ha inaugurado una serie de parques de diversiones que promueven la cultura china, incluido uno que tiene un edificio con la forma de una tetera china y que, destaca Wang, competirá con un Disneyland en construcción en Shanghái. Cuando Wang compró AMC, conservó al equipo estadounidense de administración e hizo énfasis en que su empresa no dictaría los filmes que fueran presentados en cines estadounidenses. Pero, con el pronóstico de que China superaría a Norteamérica en ingresos de taquilla para 2018, Hollywood ya está enfocado en atender a cinéfilos chinos y en satisfacer a los censores que determinan cuáles películas pueden exhibirse en salas chinas.
Con frecuencia, Wang nota que el mercado chino tendrá el doble del tamaño del mercado norteamericano para 2023.
Los extranjeros necesitan prestar atención a esta nueva realidad, advirtió cuando fue anfitrión de DiCaprio y Kidman para la ceremonia inaugural de su estudio en Qingdao. “Aquellos que se den cuenta de esto en primer lugar en el mundo de la industria fílmica y estén entre los primeros en cooperar con China, serán los primeros en cosechar los beneficios”, dijo.
Wang, de 60 años, ha surgido como el raro magnate del sector privado en posición de lograr el progreso de intereses de Beijing en el extranjero, con influencia en industrias y comunidades alrededor del mundo. Primeros ministros le envían notas de agradecimiento, al tiempo que estrellas de Hollywood vuelan a China cuando él los convoca. En marzo, en un evento para cortejar a inversionistas extranjeros, él fue uno de apenas una docena de empresarios que se reunió con el presidente Barack Obama.
La manera en que el hijo de un soldado de a pie en la Revolución comunista de Mao Zedong fue catapultado a la fila superior de la élite global es una historia arquetípica de la transición de China hacia el capitalismo, así como de las desmedidas oportunidades que presenta a aquellos con el talento o las conexiones; o en el caso de Wang, ambas. Sin embargo su historia también es singular. Formó uno de los portafolios de bienes raíces más valiosos en una nación en la que el estado conserva la propiedad de toda tierra.
Un estudio de “The New York Times” sobre su éxito proyecta una luz sobre la opaca intersección de negocios y poder en las cumbres de la economía china, donde la competencia del mercado a menudo es distorsionada por los caprichos de dirigentes del Partido Comunista. Los empresarios han impulsado crecimiento acelerado en China durante más de tres décadas, pero deben alcanzar algún arreglo con el partido. Wang dice que ha prosperado entregando lo que ansían ambiciosos funcionarios del partido: un aparador de desarrollos de bienes raíces que impulsen el crecimiento y apuntalen sus carreras. A cambio, dice, los funcionarios le venden los derechos para urbanizar lotes selectos de tierra a precios bajos.
Su conglomerado, Grupo Wanda, es mejor conocido en China por sus Plazas Wanda, masivos complejos de compras con cines, torres de oficinas y hoteles. Desde que construyó el primero en la ciudad de Changchun en 2002, ha abierto más de 100 en otras 70 ciudades chinas, generando los ingresos que financian sus ambiciones en el extranjero. Sin embargo, hay un aspecto de su relación con las autoridades que Wang nunca saca a colación en entrevistas, y del que no se ha informado en las versiones sobre su éxito, publicadas en China y el extranjero: parientes de algunos de los políticos más poderosos de la nación y sus socios de negocios poseen acciones considerables en su empresa.
Una revisión de registros corporativos entablada ante el gobierno identificó inversiones hechas de 2007 a 2011, cuando Wanda estaba en manos privadas y rara vez vendía acciones a forasteros. Entre quienes tuvieron la primera oportunidad de comprar una participación en su empresa estuvo Qi Qiaoqiao, la hermana mayor del presidente actual de China, Xi Jinping. (En octubre de 2013, ella vendió o transfirió sus acciones en la empresa a un viejo socio de negocios.) Otros de los primeros inversionistas incluyeron a un socio comercial de la hija del ex Primer Ministro Wen Jiabao, así como parientes de otros dos miembros del gobernante Politburó en esa época, Jia Qingling y Wang Zhaoguo. Juntas, sus participaciones en la división de bienes raíces de Wang Jianlin, Propiedades Comerciales Dalian Wanda, fueron valuadas en U$S 1.100 millones cuando efectuó su primera oferta pública de acciones en Hong Kong, en diciembre. Sus acciones en la subsidiara del cine de Wang fueron valuadas en U$S 17,2 millones cuando cotizó por separado en enero. Sus valores en cartera en ambas empresas valen más de U$S 1.500 millones actualmente.
No hay indicación de que alguno de los políticos cuyos parientes y socios de negocios poseían acciones en Wanda hubiera intervenido a nombre de la empresa en cualquiera de sus tratos con el gobierno. Tampoco hay evidencia de que alguno de los políticos se beneficiara personalmente de la abundancia que estos inversionistas cosecharon. Los inversionistas y funcionarios no respondieron a preguntas por escrito o no fue posible localizarlos para que comentaran al respecto. Wang rechazó una petición de entrevista y no respondió a preguntas por escrito presentadas a Wanda. Sin embargo, en declaraciones públicas, a menudo él usa la misma frase para describir la forma en que maneja su relación con las autoridades: “mantenerse cerca del gobierno y lejos de la política”. “Es un hecho que la economía de China es dirigida por el gobierno y que la industria de bienes raíces depende de aprobaciones, así que alguien cree que puede pasar por alto al gobierno en este negocio, yo le diría que eso es imposible”, declaró Wang a la televisión del estado en febrero. Pero, al mismo tiempo, por ejemplo, no pagamos sobornos”.
A medida que su fortuna ha subido y sus inversiones se han extendido en el exterior, Wang ha surgido como un franco promotor de su país natal. En entrevistas y discursos, tiende a presentarse como el rostro pragmático de grandes negocios en China.
Además de invertir en la industria fílmica, Wanda ha inaugurado una serie de parques de diversiones que promueven la cultura china, incluido uno que tiene un edificio con la forma de una tetera china y que, destaca Wang, competirá con un Disneyland en construcción en Shanghái. Cuando Wang compró AMC, conservó al equipo estadounidense de administración e hizo énfasis en que su empresa no dictaría los filmes que fueran presentados en cines estadounidenses. Pero, con el pronóstico de que China superaría a Norteamérica en ingresos de taquilla para 2018, Hollywood ya está enfocado en atender a cinéfilos chinos y en satisfacer a los censores que determinan cuáles películas pueden exhibirse en salas chinas.
Con frecuencia, Wang nota que el mercado chino tendrá el doble del tamaño del mercado norteamericano para 2023.
Los extranjeros necesitan prestar atención a esta nueva realidad, advirtió cuando fue anfitrión de DiCaprio y Kidman para la ceremonia inaugural de su estudio en Qingdao. “Aquellos que se den cuenta de esto en primer lugar en el mundo de la industria fílmica y estén entre los primeros en cooperar con China, serán los primeros en cosechar los beneficios”, dijo.
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