Por Carlos Páez de la Torre H
29 Abril 2015
VALIOSO TESTIMONIO. Portada del primer tomo de las “Memorias” de La Madrid, inéditas hasta entonces, que costeó el Gobierno de Tucumán. la gaceta / archivo
En 1895, con motivo del centenario del nacimiento del general Gregorio Aráoz de La Madrid, el Gobierno de Tucumán costeó la primera edición de las “Memorias” del famoso guerrero tucumano. Se imprimieron en dos tomos, en la casa Kraft, de Buenos Aires, y constituyen hasta hoy un testimonio de enorme valor historiográfico.
Interesa en esta ocasión rescatar cierto aspecto de aquella edición de Kraft. La misma contenía decenas de retratos de próceres, obtenidos tras una laboriosa pesquisa. Piénsese que en esa época los libros ilustrados eran muy escasos. Por encargo del gestor de la impresión –don Adolfo P. Carranza- el historiador José Antonio Pillado (1845-1914) procedió a compilar las efigies, que fueron estampadas con la mejor calidad gráfica obtenible en la época.
Una curiosidad era que, en el tomo primero, las “Memorias” llevaban un índice donde, al consignar cada ilustración, se describía minuciosamente su origen, algo nada común en las impresiones de la época. Esto redoblaba el valor de los tomos, sobre todo porque muchos de los retratos eran absolutamente inéditos hasta ese momento.
Era el caso de los rostros de Eustoquio Díaz Vélez, de José Rondeau, de Juan Francisco Borges, de José Miguel Díaz Vélez, de José Félix Aldao, del obispo José Eusebio Colombres (un daguerrotipo); de Crisóstomo Álvarez, de Fortunata García de García, por ejemplo. Gracias a esta edición, se conocieron por primera vez. Hoy, están vastamente difundidos.
Al final del índice, expresaba Pillado: “Damos aquí por terminado nuestro trabajo y, si no resulta tan completo como hubiéramos deseado, culpa es del escaso tiempo del que hemos podido disponer”.
Interesa en esta ocasión rescatar cierto aspecto de aquella edición de Kraft. La misma contenía decenas de retratos de próceres, obtenidos tras una laboriosa pesquisa. Piénsese que en esa época los libros ilustrados eran muy escasos. Por encargo del gestor de la impresión –don Adolfo P. Carranza- el historiador José Antonio Pillado (1845-1914) procedió a compilar las efigies, que fueron estampadas con la mejor calidad gráfica obtenible en la época.
Una curiosidad era que, en el tomo primero, las “Memorias” llevaban un índice donde, al consignar cada ilustración, se describía minuciosamente su origen, algo nada común en las impresiones de la época. Esto redoblaba el valor de los tomos, sobre todo porque muchos de los retratos eran absolutamente inéditos hasta ese momento.
Era el caso de los rostros de Eustoquio Díaz Vélez, de José Rondeau, de Juan Francisco Borges, de José Miguel Díaz Vélez, de José Félix Aldao, del obispo José Eusebio Colombres (un daguerrotipo); de Crisóstomo Álvarez, de Fortunata García de García, por ejemplo. Gracias a esta edición, se conocieron por primera vez. Hoy, están vastamente difundidos.
Al final del índice, expresaba Pillado: “Damos aquí por terminado nuestro trabajo y, si no resulta tan completo como hubiéramos deseado, culpa es del escaso tiempo del que hemos podido disponer”.
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