25 Abril 2015
LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA
Nunca se acostumbró a vivir en la oscuridad. Y jamás de los jamases pensó en colgar la toalla y dedicarse a otro trabajo que no sea de el futbolista. Miguel Ángel Julio Rosete es para muchos un enigma. Fichó para Atlético presentando antecedentes envidiables. Incluso, este chico de 23 años nacido en Santa Marta ostenta un crédito que pocos lograron en su país: es quizás el joven con mayor cantidad de presencias en torneos internacionales con los diferentes seleccionados de Colombia, del Sub 15 al 20.
Pero así como siempre estuvo para defender la camiseta “cafetera” nunca terminó de afianzarse donde los dólares y el éxito fluyen por decantación: en el fútbol grande de su país o de cualquier continente. Hay una explicación, una media explicación, en realidad. “De pronto tuve altercados, frenos en la vida que hicieron que mi carrera no despegue”, habla en un tono tan sutil como agradable Julio, un tipo cálido, buena onda cuando de charlar se trata.
Aparentemente, el tipo vivió alguna especie de infierno cuyo sufrimiento morirá con él y en sus seres más cercanos. “Tuve un problema familiar que me afectó en lo deportivo, pero es muy personal. A nadie se lo ando contando, es mío y de mi familia”, se disculpa, dando pase a las consecuencias de sus penurias. “Se frenaron las opciones o las oportunidades que tenía, además del juego (trayectoria) que venía realizando”. Cuando habla de juego, Julio apunta al futbolista de selección, al Miguel Ángel Julio Rosetem, con cinco Campeonatos Sudamericanos sobre sus espaldas y que de pronto desapareció del mapa. Todo lo contrario a la actualidad de uno de sus amigos, el galáctico James Rodríguez, que brilla en Europa con Real Madrid.
“En su momento me autocorté la carrera. Fue hace dos años y medio. Pero después seguí con la mentalidad de querer seguir jugando fútbol”, reconoce quien eligió al “decano” como punto de partida de una nueva carrera profesional.
“Por ahí en el fútbol tenés que estar activo siempre porque si no te la cobra. Ya sea uno o dos meses. En el fútbol todo se paga”, dice con total conocimiento de causa Julio, cuya peregrinación previa a sumarse al “decano” contó con una parada en Uruguay. “Llegué a la Argentina a perseguir el sueño”, asegura el padre de María Ángel, su nena de tres años y luz de sus ojos, y esposo de Milena. “Se las extraña mucho, extrañas esas cosas bonitas de llegar a un entrenamiento y verlas. Igual, ante estas situaciones hay que adaptarse y hacerse fuerte”, se aferra a la novedad de que pronto sus dos amores estarán en Tucumán. Mientras tanto, la comunicación lo es todo. “Y ya no hay peros para no estar comunicado”, ríe quien busca matar el tiempo en vez de que el tiempo lo mate a él. “Si tienes tiempo, extrañas demasiado”.
Entre luces y sombras
La pregunta es simple, ¿qué le falta a Julio para volver a ser? “Estoy dando todo de mí para jugar, para demostrarles a mis compañeros, a los profesores y a todos que se puede. Vine a mostrar todo mi potencial y a ayudar al club para que este equipo pueda ascender”.
Ausente Pablo Garnier del 11 titular por lesión, Julio y David Valdez lucharon sanamente por un lugar hoy en el duelo contra Juventud Unida de Gualeguaychú, a las 14. Recién minutos antes del partido se conocerá al ganador.
Mientras tanto, el colombiano se define como un luchador. Ni en su peor momento pensó en rendirse. “Nunca. Cuando ya estás metido en esto no hay marcha atrás. Y cuando recordás todo lo que hiciste en selecciones, en los clubes donde estuviste, menos”, Julio no descansará hasta hallar su mejor versión.
“Estoy en busca del jugador que era antes, de ese jugador que era un león dentro de la cancha. En eso estoy, en busca de mi 100%. No estoy a la búsqueda de la perfección porque nadie es perfecto en esta vida”.
Pero así como siempre estuvo para defender la camiseta “cafetera” nunca terminó de afianzarse donde los dólares y el éxito fluyen por decantación: en el fútbol grande de su país o de cualquier continente. Hay una explicación, una media explicación, en realidad. “De pronto tuve altercados, frenos en la vida que hicieron que mi carrera no despegue”, habla en un tono tan sutil como agradable Julio, un tipo cálido, buena onda cuando de charlar se trata.
Aparentemente, el tipo vivió alguna especie de infierno cuyo sufrimiento morirá con él y en sus seres más cercanos. “Tuve un problema familiar que me afectó en lo deportivo, pero es muy personal. A nadie se lo ando contando, es mío y de mi familia”, se disculpa, dando pase a las consecuencias de sus penurias. “Se frenaron las opciones o las oportunidades que tenía, además del juego (trayectoria) que venía realizando”. Cuando habla de juego, Julio apunta al futbolista de selección, al Miguel Ángel Julio Rosetem, con cinco Campeonatos Sudamericanos sobre sus espaldas y que de pronto desapareció del mapa. Todo lo contrario a la actualidad de uno de sus amigos, el galáctico James Rodríguez, que brilla en Europa con Real Madrid.
“En su momento me autocorté la carrera. Fue hace dos años y medio. Pero después seguí con la mentalidad de querer seguir jugando fútbol”, reconoce quien eligió al “decano” como punto de partida de una nueva carrera profesional.
“Por ahí en el fútbol tenés que estar activo siempre porque si no te la cobra. Ya sea uno o dos meses. En el fútbol todo se paga”, dice con total conocimiento de causa Julio, cuya peregrinación previa a sumarse al “decano” contó con una parada en Uruguay. “Llegué a la Argentina a perseguir el sueño”, asegura el padre de María Ángel, su nena de tres años y luz de sus ojos, y esposo de Milena. “Se las extraña mucho, extrañas esas cosas bonitas de llegar a un entrenamiento y verlas. Igual, ante estas situaciones hay que adaptarse y hacerse fuerte”, se aferra a la novedad de que pronto sus dos amores estarán en Tucumán. Mientras tanto, la comunicación lo es todo. “Y ya no hay peros para no estar comunicado”, ríe quien busca matar el tiempo en vez de que el tiempo lo mate a él. “Si tienes tiempo, extrañas demasiado”.
Entre luces y sombras
La pregunta es simple, ¿qué le falta a Julio para volver a ser? “Estoy dando todo de mí para jugar, para demostrarles a mis compañeros, a los profesores y a todos que se puede. Vine a mostrar todo mi potencial y a ayudar al club para que este equipo pueda ascender”.
Ausente Pablo Garnier del 11 titular por lesión, Julio y David Valdez lucharon sanamente por un lugar hoy en el duelo contra Juventud Unida de Gualeguaychú, a las 14. Recién minutos antes del partido se conocerá al ganador.
Mientras tanto, el colombiano se define como un luchador. Ni en su peor momento pensó en rendirse. “Nunca. Cuando ya estás metido en esto no hay marcha atrás. Y cuando recordás todo lo que hiciste en selecciones, en los clubes donde estuviste, menos”, Julio no descansará hasta hallar su mejor versión.
“Estoy en busca del jugador que era antes, de ese jugador que era un león dentro de la cancha. En eso estoy, en busca de mi 100%. No estoy a la búsqueda de la perfección porque nadie es perfecto en esta vida”.
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