22 Enero 2015
VIEJO CONOCIDO. Julio no es un desconocido para Azconzábal: lo conoce de su paso por Independiente Medellín. FOTO DE Sebastián Domínguez
Si de pasión desmedida por el fútbol se trata, en Colombia los hinchas son tan intensos como los argentinos. Y a veces, lamentablemente, el amor por la camiseta deviene en un acto de violencia que nada tiene que ver con el show. Miguel Julio, el último refuerzo confirmado de Atlético, se presenta en sociedad.
Crack de pibe, integró los seleccionados juveniles “Cafeteros” junto a consagrados como Duván Zapata y el galáctico James Rodríguez. “Es mi amigo”, aclara con orgullo este volante central de marca que llega procedente de América de Cali, uno de los grandes de la tierra del “Pibe” Valderrama cuyo destino lo sepultó hace cuatro temporadas en la segunda categoría del fútbol colombiano. Un karma.
“La verdad, vivís todos los días presionado. Los hinchas te atosigan, te atormentan todo el tiempo con el ascenso. Llegás al punto de que no llegás relajado a los partidos. Te bravean en la calle”, traslada su experiencia en el América, donde fue víctima de una mano desubicada de un hincha. La pasó mal allá. “Hasta debí cortarme el pelo para que no me reconozcan. Era el único del plantel con pelo largo”, ahora lo cuente riéndose, aunque el infierno que vivió no fue para nada encantador.
Si en América de Cali la cosa estaba complicada acá, después del ascenso fallido a Primera, el clima tampoco es de primavera. “Necesitamos el apoyo de la gente, que nos acompañe porque nosotros vamos a dejar todo por llevar a Atlético a Primera”, jura Julio, compinche de James desde el seleccionado Sub 15 hasta el Sub 20. “Tenemos un vínculo muy bueno. Desde chicos estuvimos juntos. Por ahí, cuando el va a Medellín tratamos de hablar. Y si no se puede está bien”, lo dice Miguel entendiendo que la agenda de Rodríguez puede ser complicada.
Una anécdota imperdible fue un día en Perú con el seleccionado. “Iba una muy hermosa rubia por la calle, delante de nosotros. Todos le dijimos algo, piropos, pero después callamos. James se unió al grupo tarde y saludó a esta mujer. Cuando se voltea para devolverle la gentileza, resultó ser un travesti, ja. Fue un momento incómodo pero divertido”, recordó.
Crack de pibe, integró los seleccionados juveniles “Cafeteros” junto a consagrados como Duván Zapata y el galáctico James Rodríguez. “Es mi amigo”, aclara con orgullo este volante central de marca que llega procedente de América de Cali, uno de los grandes de la tierra del “Pibe” Valderrama cuyo destino lo sepultó hace cuatro temporadas en la segunda categoría del fútbol colombiano. Un karma.
“La verdad, vivís todos los días presionado. Los hinchas te atosigan, te atormentan todo el tiempo con el ascenso. Llegás al punto de que no llegás relajado a los partidos. Te bravean en la calle”, traslada su experiencia en el América, donde fue víctima de una mano desubicada de un hincha. La pasó mal allá. “Hasta debí cortarme el pelo para que no me reconozcan. Era el único del plantel con pelo largo”, ahora lo cuente riéndose, aunque el infierno que vivió no fue para nada encantador.
Si en América de Cali la cosa estaba complicada acá, después del ascenso fallido a Primera, el clima tampoco es de primavera. “Necesitamos el apoyo de la gente, que nos acompañe porque nosotros vamos a dejar todo por llevar a Atlético a Primera”, jura Julio, compinche de James desde el seleccionado Sub 15 hasta el Sub 20. “Tenemos un vínculo muy bueno. Desde chicos estuvimos juntos. Por ahí, cuando el va a Medellín tratamos de hablar. Y si no se puede está bien”, lo dice Miguel entendiendo que la agenda de Rodríguez puede ser complicada.
Una anécdota imperdible fue un día en Perú con el seleccionado. “Iba una muy hermosa rubia por la calle, delante de nosotros. Todos le dijimos algo, piropos, pero después callamos. James se unió al grupo tarde y saludó a esta mujer. Cuando se voltea para devolverle la gentileza, resultó ser un travesti, ja. Fue un momento incómodo pero divertido”, recordó.