El cine, la amistad e historias cruzadas

El cine, la amistad e historias cruzadas

UN AUTOR INSPIRADO. Damiani ofrece a los lectores una ficción generosa. UN AUTOR INSPIRADO. Damiani ofrece a los lectores una ficción generosa.
19 Octubre 2014

Novela

La distracción

Marcelo Damiani

(Simurg - Buenos Aires) 

Vivimos en una época donde acecha, agazapada, la distracción. Pero no como desvío del cuidado o la vigilancia del intelecto, sino como viraje vital. Una distracción nos puede costar la vida, aunque la vida también puede ser una distracción. En ese ámbito en que lo sublime y lo profano puede caber en el simple acto de distraerse, acaba de ser editada por Simurg la novela La distracción, de Marcelo Damiani.

Todo esto (y mucho más, claro) es lo que nos plantea el autor en su nueva novela, justamente premiada por el Fondo Nacional de las Artes. El merecido premio se debe a que La distracción es una ficción generosa. Está llena de historias actuales y antiguas que por lo general se entrecruzan, y que si no lo hacen, le brindan al lector momentos de humor, de melancolía y de reflexión. El cine y la amistad son sus temas; el tono zumbón, su método; la singularidad, su esencia.

Es sabido que los buenos libros son imposibles de resumir. Sin embargo, podríamos decir que aquí el protagonista es Reynaldo Gómez, ese punzante crítico de cine uruguayo que ya tenía una gran participación en la novela anterior del autor: El oficio de sobrevivir. Ambos libros, junto con El sentido de la vida, forman lo que Damiani llama su “trilogía involuntaria”. Es que los tres comienzan con un prólogo de Alan Moon, ese personaje inclasificable que parece un pariente cercano de Gervasio Montenegro, el célebre actor creado por Borges en Seis problemas para don Isidro Parodi.

El libro es una caja de resonancia llena de ecos. Su logro mayor, quizá, es que durante la lectura uno tiene la sensación de estar en una sala de cine contemplando la última película de los hermanos Coen, basada muy libremente en una vieja comedia de Plauto, cuyo guión ha sido perpetrado por la pluma paródica de Cabrera Infante y la imaginación de un gran fabulador.

El resultado es explosivo.

© LA GACETA

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Marcos Rosenzvaig

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