Por Guillermo Monti
09 Octubre 2014
Amy Dunne ha desaparecido, justo en el día de su aniversario. En la casa hay signos de violencia (¿fue un rapto?), pero los policías asignados al caso van encontrando demasiadas pistas que indican lo contrario. En el centro de la escena queda Nick, el marido de Amy. Los medios escarban en la vida de la pareja y afloran evidencias de que las cosas no marchaban bien entre ellos. De repente, la desconfianza se apodera de todos.
“Perdida” es una película inteligente y eso ya es mucho decir en estos tiempos en los que esa cualidad -la inteligencia- es propia de las ficciones televisivas. Hay una novela inquietante por detrás, cuya autora -Gillian Flynn- se encargó también de escribir el guión. Y hay un director en el punto justo de su madurez creativa, capaz de construir un clima de angustiante suspenso durante dos horas y media que pasan volando. Es, posiblemente, lo mejor de David Fincher en su carrera, y eso que en el CV acredita “El club de la pelea”, “Pecados capitales”, “La red social” y hasta la subvalorada “Alien 3”. Eso sin contar que es el hombre detrás del suceso de “House of cards”. OK, también hizo “El curioso caso de Benjamin Button”, pésima desde todo punto de vista. Nadie es perfecto.
De movida, Fincher interpela al espectador. Lo saca de la zona de confort a la que suele conducir el cine de hoy para meterlo en la historia de las narices, lo obliga involucrarse en el juego de las conjeturas y a identificarse con mucho de lo que sucede en la intimidad del hogar de los Dunne. Todos esos desafíos sobrevuelan la platea. Bienvenidos sean. Desde lo formal Fincher también elude la linealidad para desenredar la madeja al compás de flashbacks. Va y viene en una línea temporal que marca rigurosamente en la pantalla. Cada secuencia está documentada por el tiempo transcurrido desde la desaparición de Amy y el apunte no es anecdótico. Para Fincher el tiempo es importante y le sirve para medir cómo van modificándose las conductas.
“Perdida” puede leerse en distintos niveles de profundidad. En el tapiz tejido por Fincher y por Flynn hay puntadas que se descubren en la medida que el espectador acepte mirar con detenimiento. Por encima está la trama policial, seguida por el thriller psicológico, continuado a su vez por el contexto social. La tensión, la violencia, el sexo y las relaciones familiares son notas de una partitura compleja. Y hay más en el pentagrama; por ejemplo la manipulación de la opinión pública, aunque con un giro ingenioso, porque al principio los medios instalan su postura, pero después los protagonistas se apoderan de ellos para utilizarlos en su beneficio.
Además de bien contada y notablemente escrita, “Perdida” se vale de un Ben Affleck enfocado y de la magnífica Rosamund Pike, a quien le llegó el rol estelar que merecía desde hace largo rato. De diálogos precisos y de silencios imprescindibles se nutre la historia, por momentos ascética y de una violencia rojo sangre cuando hace falta.
¿En que estás pensando?, ¿en qué nos convertimos?, se pregunta Nick mientras acaricia a su mujer. Me gustaria destriparle el cerebro para saberlo, se responde en silencio. De pronto, ella gira y le aplica la más terrible y enigmática de las miradas. “Perdida” ya está jugando en la lotería del Oscar que viene y tiene con qué.
Origen: EEUU, 2014. Dirección: David Fincher. CON: Ben Affleck, Rosamund Pike, Carrie Coon, Kim Dickens. Violencia: con escenas. Sexo: con escenas. Comprensión: fácil, atención a los flashbacks. Para destacar: la música de Trent Reznor y Atticus Ross es clave para sostener el suspenso. La actuación: sobresale Carrie Coon, una estrella del teatro que ya había mostrado su calidad en la serie de HBO “The Leftovers”.