Cada vez más tucumanos se autolesionan para poder cobrar la indemnización laboral

Cada vez más tucumanos se autolesionan para poder cobrar la indemnización laboral

La Asociación Tucumana de Salud Ocupacional busca estrategias para combatir estos actos, que desvirtúan la Ley de Riesgo de Trabajo

Algo está funcionando mal. Parece que los tucumanos estamos especializándonos en eso de “hecha la ley, hecha la trampa”. Y los médicos laborales están muy preocupados: crece el número de trabajadores que se autolesionan para recibir compensaciones económicas de la aseguradoras.

“Es impresionante. Da la sensación de que todas las escaleras de los cosecheros del limón están torcidas”, contó preocupado, pero con un toque de humor negro, el presidente de la Asociación Tucumana de Salud Ocupacional (ATSO), Héctor Arquez. Y añadió: “Eso no es todo... todos caen igual. No se lesionan un brazo, o la espalda... Todos se fracturan dos dedos de una mano”.

Si las sospechas del doctor Arquez y sus colegas se confirman, lo de los dedos no es casualidad: según establece la legislación vigente sobre riesgos de trabajo, las secuelas de fracturas de ese tipo causan una discapacidad laboral permanente que debe ser indemnizada.

Investigación
Algo está funcionado mal, en efecto, si tenemos en cuenta que el primer objetivo que se plantea la ley 24.557, conocida como Ley sobre Riesgos del Trabajo, es prevenir los accidentes. Exactamente lo contrario de “fabricarlos”.

La doctora Sigrit Sigstad, médica laboral y auditora de una ART, está llevando a cabo un trabajo de investigación sobre este tema polémico.

“En 2010 llegaron a mi consultorio 42 personas para que las revisara y las derivara a tratamiento. Todas tenían el mismo empleador. Eran tucumanos que trabajaban como cosecheros en Río Negro y Neuquén. De ellos, 27 habían sufrido lesiones en una mano. Lo que llamaba la atención era que todos presentaban fracturas o contusiones de dedos de la mano; todos referían haberse caído de la escalera, y casi todos presentaban lesión en la segunda falange del dedo índice”, contó. Estas coincidencias la empujaron a buscar más datos. Hoy, cuatro años después de aquellas primeras “coincidencias”, compañeros de trabajo de algunos siniestrados y llamados telefónicos anónimos denuncian que hay sujetos a los que cada vez más trabajadores les pagan para que les causen las lesiones.

“Los números a fines del mes pasado eran escalofriantes: según informaron dos de las ART en las que están asegurados en su mayoría los cosecheros, en promedio se cometen este tipo de actos (fracturas intencionales) una vez por día”, añadió.

El poder de una bisagra
El doctor Arquez sigue apelando al humor negro cuando cuenta anécdotas. “A uno, que según nos dijeron parece que vive en la zona de Los Ralos, lo llamo ‘Cañito’, porque usa un tubo con una bisagra para ‘trabajar’. Pone un dedo de sus clientes dentro del tubo y de un golpe lo dobla por la bisagra”, explicó... y uno imagina el ruido, y le corre el horror por la espalda.

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