Reacción inmunológica
“La alergia a la proteína de leche de vaca se define como una reacción inmunológica mediada por la inmunoglobulina E. El niño crea unos anticuerpos contra el alimento y, al tomarlo, produce una reacción que provoca los síntomas alérgicos. Debe existir una relación directa entre la ingestión de leche o derivados y la aparición de los síntomas”, explicó el doctor Christian Boggio Marzet, pediatra gastroenterólogo y coordinador del grupo de trabajo de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica del Hospital General de Agudos Doctor Ignacio Pirovano.
El organismo se defiende
En tanto, el especialista tucumano Juan José Novoa, gastroenterólogo del Hospital de Niños, definió a la alergia alimentaria como una reacción inmune “errónea” del organismo para defenderse de las proteínas que se consideran “enemigas” o extrañas y que están presentes en determinados alimentos. Y dado que durante el primer año de vida la primera proteína a la cual se enfrentan los bebés (con o sin lactancia materna) suele ser la proteína de la leche de vaca, ésta constituye la forma de alergia alimentaria más frecuente en los niños pequeños.
En el primer año de vida
“Alrededor del 4% de los niños presenta alergia a la proteína de la leche de vaca, y la mayor cantidad de casos se concentra en el primer año de vida. La frecuencia de aparición va disminuyendo a medida que aumenta la edad de los pacientes. Algunas alergias son transitorias, otras duran hasta los 18 meses, dos o tres años de vida, y hay un tercer grupo que continuará manifestando signos alérgicos toda la vida. Pero en general, alrededor del 50% de los casos de alergia se resuelve en forma espontánea al año o a los 18 meses de vida”, detalló Novoa.
No obstante, uno de los problemas es diagnosticarla en forma correcta, ya que sus síntomas pueden confundirse fácilmente con otras condiciones. El pediatra Boggio Marzet, del Hospital Pirovano, reveló que en un estudio que realizaron “se mostró que el diagnóstico tarda, en promedio, seis meses. La edad promedio del niño al momento del diagnóstico es de 10 meses, y cuanto más tarde se detecte mayor impacto tiene en el crecimiento”, enfatizó.
Pilares del diagnóstico
Boggio Marzet y el tucumano Novoa coincidieron al señalar que para el diagnóstico de este tipo de alergia se deben tener en cuenta tres puntos: 1) la sospecha diagnóstica según los síntomas e historia clínica; 2) la eliminación de la leche de vaca de la alimentación (conocida como “dieta de exclusión” y 3) el “desafío alimentario”, es decir, dándole al niño -ex profeso- alimentos con proteína de leche de vaca para comprobar si produce la reacción alérgica.
También se pueden realizar estudios específicos en sangre y otros tests de alergia, aunque ninguno de estos parámetros de laboratorio ni cutáneos son 100% sensibles y específicos. “La presencia de síntomas clínicos cobra sobrada importancia ante la sospecha clínica. Hasta las mismas mamás a veces suelen darse cuenta”, remarcó Novoa.
La “dieta de exclusión” es la única cura
Hecho el diagnóstico, hay que iniciar de inmediato el tratamiento. Consiste en una dieta estricta sin leche de vaca y ninguno de los alimentos que la contenga (“dieta de exclusión”).
En la alimentación del niño se deberán evitar tanto los alimentos derivados de la leche como aquellos que puedan contener proteínas de leche de vaca (PLV): aromatizante, caldo deshidratado, grasa animal, caseína, aditivos espesantes (caseinatos), lactoalbúmina, fosfato de lactoalbúmina, lactoglobulina, lactosa, crema, suero lácteo, turrón y otros.
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Algunos productos que pueden contener de manera “oculta” PLV son: purés y sopas, fiambres, embutidos, frituras y tortillas no elaboradas en casa, postres, picadillos y patés, productos de panadería, cereales enriquecidos, algunas margarinas, aderezos de ensaladas y mayonesas, y pastas rellenas.“
Y como los lácteos aportan nutrientes necesarios para el crecimiento, es preciso reemplazarlos con fórmulas infantiles hipoalergénicas especiales, en base a aminoácidos y con proteínas hidrolizadas, para que no le haga daño al niño. Son fórmulas caras, pero de gran utilidad cuando los niños tienen mucha sintomatología”, subrayó el gastroenterólogo tucumano Juan José Novoa, especialista del Hospital de Niños.
“Es importante entender que la leche materna es la adecuada para el niño, la que necesita para alimentarse y crecer correctamente. La leche de vaca es de otra especie, por eso algunas personas crean reacción alérgica cuando la ingieren, con toda la sintomatología respiratoria digestiva o dérmica que genera. Por lo tanto, el mejor consejo que les puedo dar a las madres es que amamanten a sus hijos, y cuando no puedan hacerlo, que usen las fórmulas especiales”, reiteró Novoa.