28 Mayo 2014
INFORME. En la edición del 18 de mayo se trataron casos irresueltos. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO (ARCHIVO)
Miró el diario e inmediatamente recordó uno de los casos que no había podido resolver. El comisario retirado Marcial Escobar buscó en su archivo y encontró las fotos de un cuerpo que habían encontrado el 19 de octubre de 2000 en una zona de Ticucho, y que había sido registrado como NN (no identificado).
La coincidencia de la fecha y algunas de las características que Mercedes Saldaño contó en la nota que LA GACETA publicó el domingo 18 de mayo sobre las personas que se encuentran desaparecidas, hizo que Escobar se comunicara con la fiscalía de Instrucción de la VIII° Nominación: “tal vez se trate de Pamela Laime”, les indicó el comisario, según relataron fuentes judiciales.
El dato fue doblemente sorprendente en la fiscalía. Por un lado, no se habían conectado las denuncias que Saldaño había realizado por la desaparición de su hija, con el cadáver encontrado sin identificación. Pero además, en tribunales no hay rastros del expediente en el que consta el hallazgo del cuerpo.
Ahora, la fiscala Adriana Giannoni solicitará que se realice un examen de ADN para determinar si el cadáver que está desde hace 14 años en el osario común del Cementerio del Norte, es Pamela Laime. Para ello, extraerán muestras de sangre a la madre y a la hija de la joven hasta hoy desaparecida.
No llegó al trabajo
Pamela tenía 17 años cuando tomó un colectivo en Garmendia, al este de la provincia, para ir a trabajar como empleada doméstica en la casa de un matrimonio de médicos, en San Miguel de Tucumán. Era el 18 de octubre de 2000, y su madre había quedado en encontrarse al día siguiente para organizar el cumpleaños de la hija de la adolescente.
Como su hija no se contactó con ella, Saldaño llamó a los médicos, quienes le dijeron que Pamela nunca había llegado a su lugar de trabajo.
Desde entonces, Saldaño comenzó una incansable lucha por encontrar a su hija. “Hice la denuncia en varias comisarías, fui a la fundación Pibe para que me impriman los afiches”, había contado la mujer en la nota publicada en LA GACETA hace 10 días.
Las numerosas denuncias se redujeron a una causa recién en 2006, que fue girada a la Fiscalía de Instrucción de la III° Nominación (en ese entonces a cargo de Teresita Marnero), pero nunca hubo datos que permitieran dar con el paradero de Pamela. Saldaño nunca dejó de buscarla.
Un crimen impune
El cuerpo de una mujer fue hallado en medio del monte, en Ticucho. Tenía tres heridas cortantes en la cabeza, aparentemente producidas con un hacha. Ese día estaba de turno la fiscalía de Instrucción de la VIII° Nominación, que en ese entonces estaba a cargo de Joaquina Vermal, quien murió en 2003.
Sin pistas
La primera etapa de la investigación recayó en la Brigada de Investigaciones Norte, que estaba a cargo de Escobar. Fuentes de la Fiscalía comentaron que el comisario fue trasladado a otra área a los pocos días del crimen.
Sin pistas que permitieran identificar a la víctima, el cuerpo fue derivado al osario común que se encuentra debajo de la “Cruz Mayor” del Cementerio del Norte, registrado como “NN”.
Giannoni se hizo del despacho de Vermal en 2004. Cuando recibió la noticia que aportaba el comisario Escobar, ordenó que buscaran el expediente, pero el mismo no estaba en la oficina de la Fiscalía.
En el sistema informático del Poder Judicial figuraba solamente el número de expediente. Giannoni pidió informes a la oficina de Autores Desconocidos y al Archivo Judicial, pero en ninguna de las dos oficinas estaba la causa. “Autores Desconocidos. Homicidios. Víctima: NN”, era toda la información registrada en las computadoras de los tribunales penales.
Reconstrucción
El expediente por el homicidio está siendo reconstruido en base a los archivos de la Policía Científica, en la que se encuentran los informes que había realizado en el 2000 la división Criminalística de la Regional Norte, y los resultados de la autopsia.
Si el examen de ADN confirma que el cuerpo que está en el cementerio del Norte es el de Pamela Laime, los investigadores no tendrán una tarea sencilla para tratar de dar con los responsables.
Los 14 años que pasaron sin que la causa sea investigada no sólo habrían permitido que se borraran pruebas del crimen, sino que además implican una carrera contrarreloj para la fiscala: en octubre del año que viene la causa estará prescripta.
La coincidencia de la fecha y algunas de las características que Mercedes Saldaño contó en la nota que LA GACETA publicó el domingo 18 de mayo sobre las personas que se encuentran desaparecidas, hizo que Escobar se comunicara con la fiscalía de Instrucción de la VIII° Nominación: “tal vez se trate de Pamela Laime”, les indicó el comisario, según relataron fuentes judiciales.
El dato fue doblemente sorprendente en la fiscalía. Por un lado, no se habían conectado las denuncias que Saldaño había realizado por la desaparición de su hija, con el cadáver encontrado sin identificación. Pero además, en tribunales no hay rastros del expediente en el que consta el hallazgo del cuerpo.
Ahora, la fiscala Adriana Giannoni solicitará que se realice un examen de ADN para determinar si el cadáver que está desde hace 14 años en el osario común del Cementerio del Norte, es Pamela Laime. Para ello, extraerán muestras de sangre a la madre y a la hija de la joven hasta hoy desaparecida.
No llegó al trabajo
Pamela tenía 17 años cuando tomó un colectivo en Garmendia, al este de la provincia, para ir a trabajar como empleada doméstica en la casa de un matrimonio de médicos, en San Miguel de Tucumán. Era el 18 de octubre de 2000, y su madre había quedado en encontrarse al día siguiente para organizar el cumpleaños de la hija de la adolescente.
Como su hija no se contactó con ella, Saldaño llamó a los médicos, quienes le dijeron que Pamela nunca había llegado a su lugar de trabajo.
Desde entonces, Saldaño comenzó una incansable lucha por encontrar a su hija. “Hice la denuncia en varias comisarías, fui a la fundación Pibe para que me impriman los afiches”, había contado la mujer en la nota publicada en LA GACETA hace 10 días.
Las numerosas denuncias se redujeron a una causa recién en 2006, que fue girada a la Fiscalía de Instrucción de la III° Nominación (en ese entonces a cargo de Teresita Marnero), pero nunca hubo datos que permitieran dar con el paradero de Pamela. Saldaño nunca dejó de buscarla.
Un crimen impune
El cuerpo de una mujer fue hallado en medio del monte, en Ticucho. Tenía tres heridas cortantes en la cabeza, aparentemente producidas con un hacha. Ese día estaba de turno la fiscalía de Instrucción de la VIII° Nominación, que en ese entonces estaba a cargo de Joaquina Vermal, quien murió en 2003.
Sin pistas
La primera etapa de la investigación recayó en la Brigada de Investigaciones Norte, que estaba a cargo de Escobar. Fuentes de la Fiscalía comentaron que el comisario fue trasladado a otra área a los pocos días del crimen.
Sin pistas que permitieran identificar a la víctima, el cuerpo fue derivado al osario común que se encuentra debajo de la “Cruz Mayor” del Cementerio del Norte, registrado como “NN”.
Giannoni se hizo del despacho de Vermal en 2004. Cuando recibió la noticia que aportaba el comisario Escobar, ordenó que buscaran el expediente, pero el mismo no estaba en la oficina de la Fiscalía.
En el sistema informático del Poder Judicial figuraba solamente el número de expediente. Giannoni pidió informes a la oficina de Autores Desconocidos y al Archivo Judicial, pero en ninguna de las dos oficinas estaba la causa. “Autores Desconocidos. Homicidios. Víctima: NN”, era toda la información registrada en las computadoras de los tribunales penales.
Reconstrucción
El expediente por el homicidio está siendo reconstruido en base a los archivos de la Policía Científica, en la que se encuentran los informes que había realizado en el 2000 la división Criminalística de la Regional Norte, y los resultados de la autopsia.
Si el examen de ADN confirma que el cuerpo que está en el cementerio del Norte es el de Pamela Laime, los investigadores no tendrán una tarea sencilla para tratar de dar con los responsables.
Los 14 años que pasaron sin que la causa sea investigada no sólo habrían permitido que se borraran pruebas del crimen, sino que además implican una carrera contrarreloj para la fiscala: en octubre del año que viene la causa estará prescripta.
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