22 Mayo 2014
EL LÍDER DE LA REVOLUCIÓN. Fidel Castro es cuestionado en un libro. REUTERS
Un libro escrito por un periodista francés sobre la vida del líder de Cuba, Fidel Castro, puede transformarse en un golpe durísimo al ideario revolucionario de la izquierda, en especial de la izquierda de América Latina, que poco menos que idolatra al comandante. Axel Gyldé cuenta, a través del relato de un ex guardaespalda del líder revolucionario, que Fidel posee islas, yates y mansiones.
Juan Reinaldo Sánchez, dice: “Fidel nunca renunció a las comodidades capitalistas, ni eligió vivir con austeridad. Todo lo contrario, su modo de vida es el de un capitalista sin ningún tipo de límites”, asegura el ex custodio en La Vie Cachée de Fidel Castro (La vida oculta de Fidel Castro). El libro cuestiona severamente a los admiradores de la revolución cubana: sin vueltas asegura que el “paraíso socialista” está gobernado -desde hace 55 años- por hombres que viven con lujos inimaginables para muchos líderes de países capitalistas.
Sánchez, que tiene 65 años, trabajó durante 17 años en la seguridad personal de Fidel Castro, pero se ganó la antipatía del líder cuando pidió el pase a retiro.
El régimen lo consideró un traidor, lo torturaron y lo enviaron a prisión, donde vivió en una celda estrecha, infestada de cucarachas. En 2008 consiguió su libertad y emigró hacia Estados Unidos.
Gyldé anticipó al diario británico The Guardian detalles de su publicación. Reveló que el ex presidente de Cuba -reemplazado en el cargo por su hermano Raúl- vive en la isla privada de Cayo Piedra, al sur de la Bahía Cochinos. Allí “construyó un Jardín del Edén”, asegura.
Para trasladarse hacia allí y a través de la isla utiliza un lujoso yate, el Aquarama II, construido con madera importada de Angola y con cuatro motores obsequiados por Leonid Brezhnev, uno de los últimos jefes de la Unión Soviética, el principal aliado del régimen castrista. Por tierra, suele viajar en un Mercedes Benz. Pero tendría más propiedades. En La Habana construyó su propia mansión, que incluye un bungalow con puerto, un centro médico, cancha de baloncesto y hasta una pista para jugar a los bolos en la azotea.
Entre otros privilegios, el líder revolucionario se mueve siempre con una escolta de diez custodios. Dos de ellos deben tener su mismo tipo y factor sanguíneo, para ser potenciales donantes en caso de que lo necesite. Además de fumar los mejores habanos cubanos, es un amante del whisky. Su preferido es el Chivas Regal, importado de Escocia.
El informe que proporciona Sánchez muestra que el estilo de vida de Castro está lejos del renunciamiento del que siempre se jactó. Cuenta que solía despertarse tarde y empezar a trabajar después del mediodía. Cuando era visitado por alguno de sus amigos, como el fallecido escritor Gabriel García Márquez, pasaba gran parte del día pescando en su isla privada.
“Fidel era como un dios. Me creía sus palabras, todo lo que decía, lo seguía a todas partes y habría muerto por él”. Así se sentía Sánchez, según el relato que escribe Gyldé. Sin embargo, luego se dio cuenta de que las cosas estaban mal. Castro sentía que “Cuba le pertenecía”, asegura. “Era su amo a la manera de un terrateniente del siglo XIX. Para él, la riqueza era un instrumento de poder, de supervivencia política y de protección personal”, sostiene. Recuerda cómo guardaba cientos de diamantes en una caja de cigarros Cohiba: “A veces, tenía la mentalidad de un pirata del Caribe. Es la primera vez que habla alguien del círculo íntimo de Castro, que fue un testigo directo de los eventos que describe. Esto modifica su imagen. No sólo es que su estilo de vida se contradice con sus palabras, sino que se ponen en cuestión su psicología y sus motivaciones”, dice el autor. (Especial)
Juan Reinaldo Sánchez, dice: “Fidel nunca renunció a las comodidades capitalistas, ni eligió vivir con austeridad. Todo lo contrario, su modo de vida es el de un capitalista sin ningún tipo de límites”, asegura el ex custodio en La Vie Cachée de Fidel Castro (La vida oculta de Fidel Castro). El libro cuestiona severamente a los admiradores de la revolución cubana: sin vueltas asegura que el “paraíso socialista” está gobernado -desde hace 55 años- por hombres que viven con lujos inimaginables para muchos líderes de países capitalistas.
Sánchez, que tiene 65 años, trabajó durante 17 años en la seguridad personal de Fidel Castro, pero se ganó la antipatía del líder cuando pidió el pase a retiro.
El régimen lo consideró un traidor, lo torturaron y lo enviaron a prisión, donde vivió en una celda estrecha, infestada de cucarachas. En 2008 consiguió su libertad y emigró hacia Estados Unidos.
Gyldé anticipó al diario británico The Guardian detalles de su publicación. Reveló que el ex presidente de Cuba -reemplazado en el cargo por su hermano Raúl- vive en la isla privada de Cayo Piedra, al sur de la Bahía Cochinos. Allí “construyó un Jardín del Edén”, asegura.
Para trasladarse hacia allí y a través de la isla utiliza un lujoso yate, el Aquarama II, construido con madera importada de Angola y con cuatro motores obsequiados por Leonid Brezhnev, uno de los últimos jefes de la Unión Soviética, el principal aliado del régimen castrista. Por tierra, suele viajar en un Mercedes Benz. Pero tendría más propiedades. En La Habana construyó su propia mansión, que incluye un bungalow con puerto, un centro médico, cancha de baloncesto y hasta una pista para jugar a los bolos en la azotea.
Entre otros privilegios, el líder revolucionario se mueve siempre con una escolta de diez custodios. Dos de ellos deben tener su mismo tipo y factor sanguíneo, para ser potenciales donantes en caso de que lo necesite. Además de fumar los mejores habanos cubanos, es un amante del whisky. Su preferido es el Chivas Regal, importado de Escocia.
El informe que proporciona Sánchez muestra que el estilo de vida de Castro está lejos del renunciamiento del que siempre se jactó. Cuenta que solía despertarse tarde y empezar a trabajar después del mediodía. Cuando era visitado por alguno de sus amigos, como el fallecido escritor Gabriel García Márquez, pasaba gran parte del día pescando en su isla privada.
“Fidel era como un dios. Me creía sus palabras, todo lo que decía, lo seguía a todas partes y habría muerto por él”. Así se sentía Sánchez, según el relato que escribe Gyldé. Sin embargo, luego se dio cuenta de que las cosas estaban mal. Castro sentía que “Cuba le pertenecía”, asegura. “Era su amo a la manera de un terrateniente del siglo XIX. Para él, la riqueza era un instrumento de poder, de supervivencia política y de protección personal”, sostiene. Recuerda cómo guardaba cientos de diamantes en una caja de cigarros Cohiba: “A veces, tenía la mentalidad de un pirata del Caribe. Es la primera vez que habla alguien del círculo íntimo de Castro, que fue un testigo directo de los eventos que describe. Esto modifica su imagen. No sólo es que su estilo de vida se contradice con sus palabras, sino que se ponen en cuestión su psicología y sus motivaciones”, dice el autor. (Especial)