10 Mayo 2014
CONTRA LA DIALÉCTICA DE LAS DIVISIONES. Monseñor Lozano (Comisión de Pastoral Social) y monseñor Arancedo encabezaron el plenario en Pilar. dyn (archivo)
BUENOS AIRES.- La Iglesia advirtió ayer que la Argentina está “enferma de violencia” y atribuyó esta situación a la corrupción tanto pública como privada que es “un verdadero cáncer social”, en palabras del papa Francisco, y causante de “injusticia y muerte”. La Conferencia Episcopal Argentina, que preside monseñor José María Arancedo, sostuvo en una declaración que “una violencia cada vez más feroz y despiadada provoca lesiones graves y llega en muchos casos al homicidio” y aseguró que “los hechos delictivos no solamente han aumentado en cantidad, sino también en agresividad”.
“Es evidente la incidencia de la droga en algunas conductas violentas y en el descontrol de los que delinquen, en quienes se percibe escasa y casi nula valoración de la vida propia y ajena”, aseveró.
La declaración “Felices los que trabajan por la Paz” se dio a conocer en el marco de su 107 Asamblea Plenaria reunida desde el lunes en Pilar, donde los obispos expresaron su preocupación por los múltiples “escenarios violentos” que se perciben en la sociedad, entre ellos la pobreza, la desnutrición infantil, la gente durmiendo en las calles, el abandono del sistema educativo y las peleas entre barrabravas, “a veces ligados a dirigentes políticos y sociales”.
División social
Además, criticaron que en el país se promueva, con frecuencia, “una dialéctica que alienta las divisiones y la agresividad”, y afirmó que “para construir una sociedad saludable es imprescindible un compromiso de todos en el respeto de la ley”.
La Iglesia reclamó “no estigmatizar” a los pobres, porque “ellos sufren de manera particular la violencia y son víctimas de robos y asesinatos, aunque no aparezcan de modo destacado en las noticias”, y exhortaron a “ampliar la mirada y reconocer que también son violencia las situaciones de exclusión social, de privación de oportunidades, de hambre y de marginación, de precariedad laboral y de empobrecimiento estructural de muchos, que contrasta con la insultante ostentación de riqueza de parte de otros”.
Al referirse a la corrupción como “un verdadero cáncer social”, como la definió el pontífice argentino, los obispos dijeron que “desviar dineros que deberían destinarse al bien del pueblo, provoca ineficiencia en servicios elementales de salud, educación, transporte”.
“Estos delitos habitualmente prescriben o su persecución penal es abandonada, garantizando y afianzando la impunidad. Son estafas económicas y morales que corroen la confianza del pueblo en las instituciones de la República, y sientan las bases de un estilo de vida caracterizado por la falta de respeto a la ley. A ello se agregan mafias del crimen organizado sin freno, dedicadas a la trata de personas para la esclavitud laboral o sexual, el tráfico de drogas y armas, y los desarmaderos de autos robados”, agregaron.
La Iglesia consideró que “sólo si las leyes justas son respetadas, y quienes las violan son sancionados, podremos reconstruir los lazos sociales dañados por el delito, la impunidad y la falta de ejemplaridad de quienes tenemos alguna autoridad”, y pidió que “los reclamos por nuestros derechos, que deben ser firmes pero pacíficos, sin amenazas ni restricciones injustas a los derechos de los demás”.
“Frente al delito, deseamos ver jueces y fiscales que actúen con diligencia, que tengan los medios para cumplir su función, y que gocen de la independencia, la estabilidad y la tranquilidad necesarias. La lentitud de la Justicia deteriora la confianza de los ciudadanos en su eficacia. Algunos profesionales suelen utilizar de modo inescrupuloso artilugios legales para burlar o esquivar la Justicia: también esto es inmoral”, cuestionaron.
Recuperar la verdad
Tras lamentar que los argentinos “nos estamos acostumbrando a la violencia verbal, a las calumnias y a la mentira, que socava la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales”, consideraron que “urge en la Argentina recuperar el compromiso con la verdad, en todas sus dimensiones. Sin ese paso estamos condenados al desencuentro y a una falsa apariencia de diálogo”.
Por último, la Conferencia Episcopal alentó, a toda la sociedad, a “seguir siendo instrumentos de paz”, exhortó particularmente a la dirigencia a “desarrollar un diálogo que genere consensos y políticas de Estado para superar la situación actual”, y llamó a rezar la oración por la paz de San Francisco de Asís. (DyN)
“Es evidente la incidencia de la droga en algunas conductas violentas y en el descontrol de los que delinquen, en quienes se percibe escasa y casi nula valoración de la vida propia y ajena”, aseveró.
La declaración “Felices los que trabajan por la Paz” se dio a conocer en el marco de su 107 Asamblea Plenaria reunida desde el lunes en Pilar, donde los obispos expresaron su preocupación por los múltiples “escenarios violentos” que se perciben en la sociedad, entre ellos la pobreza, la desnutrición infantil, la gente durmiendo en las calles, el abandono del sistema educativo y las peleas entre barrabravas, “a veces ligados a dirigentes políticos y sociales”.
División social
Además, criticaron que en el país se promueva, con frecuencia, “una dialéctica que alienta las divisiones y la agresividad”, y afirmó que “para construir una sociedad saludable es imprescindible un compromiso de todos en el respeto de la ley”.
La Iglesia reclamó “no estigmatizar” a los pobres, porque “ellos sufren de manera particular la violencia y son víctimas de robos y asesinatos, aunque no aparezcan de modo destacado en las noticias”, y exhortaron a “ampliar la mirada y reconocer que también son violencia las situaciones de exclusión social, de privación de oportunidades, de hambre y de marginación, de precariedad laboral y de empobrecimiento estructural de muchos, que contrasta con la insultante ostentación de riqueza de parte de otros”.
Al referirse a la corrupción como “un verdadero cáncer social”, como la definió el pontífice argentino, los obispos dijeron que “desviar dineros que deberían destinarse al bien del pueblo, provoca ineficiencia en servicios elementales de salud, educación, transporte”.
“Estos delitos habitualmente prescriben o su persecución penal es abandonada, garantizando y afianzando la impunidad. Son estafas económicas y morales que corroen la confianza del pueblo en las instituciones de la República, y sientan las bases de un estilo de vida caracterizado por la falta de respeto a la ley. A ello se agregan mafias del crimen organizado sin freno, dedicadas a la trata de personas para la esclavitud laboral o sexual, el tráfico de drogas y armas, y los desarmaderos de autos robados”, agregaron.
La Iglesia consideró que “sólo si las leyes justas son respetadas, y quienes las violan son sancionados, podremos reconstruir los lazos sociales dañados por el delito, la impunidad y la falta de ejemplaridad de quienes tenemos alguna autoridad”, y pidió que “los reclamos por nuestros derechos, que deben ser firmes pero pacíficos, sin amenazas ni restricciones injustas a los derechos de los demás”.
“Frente al delito, deseamos ver jueces y fiscales que actúen con diligencia, que tengan los medios para cumplir su función, y que gocen de la independencia, la estabilidad y la tranquilidad necesarias. La lentitud de la Justicia deteriora la confianza de los ciudadanos en su eficacia. Algunos profesionales suelen utilizar de modo inescrupuloso artilugios legales para burlar o esquivar la Justicia: también esto es inmoral”, cuestionaron.
Recuperar la verdad
Tras lamentar que los argentinos “nos estamos acostumbrando a la violencia verbal, a las calumnias y a la mentira, que socava la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales”, consideraron que “urge en la Argentina recuperar el compromiso con la verdad, en todas sus dimensiones. Sin ese paso estamos condenados al desencuentro y a una falsa apariencia de diálogo”.
Por último, la Conferencia Episcopal alentó, a toda la sociedad, a “seguir siendo instrumentos de paz”, exhortó particularmente a la dirigencia a “desarrollar un diálogo que genere consensos y políticas de Estado para superar la situación actual”, y llamó a rezar la oración por la paz de San Francisco de Asís. (DyN)
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