04 Mayo 2014
CALIDAD ANTE TODO. Mariano Moro exige que el teatro le ofrezca al publico espectáculos cuidados. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso
Mariano Moro está preocupado. El director y dramaturgo porteño defiende y reivindica el buen decir y los textos en verso de los grandes clásicos del Siglo de Oro español con pocas compañías, en momentos en que el teatro de las imágenes y del movimiento es una tendencia cada vez más fuerte en la escena argentina. Y en ese contexto, levanta fuerte la voz, para hacerse oír.
“Tenemos una relación con la palabra que está en un proceso de franco deterioro; está muy devaluada tanto en su cuidado como en la condición física de cómo se habla, y se le perdió el respeto. Hay un gran descuido con la poesía”, advierte en una entrevista con LA GACETA.
- ¿Hacia dónde apunta el campo teatral argentino?
- Siempre está muy activado, vivo, inquieto y creativo. Hay gente muy talentosa y creativa, pero le falta saber un poco de dónde venimos, algo que a mí me interesa particularmente. Se perdieron muchas cosas; en la cultura y en el arte nos tenemos que hacer cargo de una tradición inabarcable y riquísima, y no hacernos los tontos ni darle la espada. Tenemos mucho por detrás y si Dios está de tu parte, hacés tu pequeño aporte en algún matiz o en cierta reformulación.
- ¿Cómo se recupera el público perdido en los últimos 25 años?
- La calidad no es relativa, y cuando se ofrecen cosas muy buenas, la gente las valora porque sabe lo que ve. Reivindico el valor de la perseverancia: si algo bueno es ocasional, no sirve; no alcanza con una cosa fantástica de vez. El teatro necesita una continuidad de calidad para que la gente vaya y establezca una relación. Como argentinos, tenemos la ventaja de hacer con pocos recursos todas las cosas, pero lo malo es que somos chantas.
- ¿Hay un desapego sobre las herramientas básicas del teatro?
- Soy consciente de que estoy en un sector minoritario, porque muchos tienden a ser muy vanguardistas e innovadores, y son un poco desatentos con ciertas cuestiones básicas. En lo personal, tengo un gran amor por la literatura, que es mi pasión, y por la realización cultural. Soy dramaturgo, tengo obras nuevas y las hago mucho, en un buen diálogo y una relación privilegiada con los clásicos.
- ¿Se puede recrear un clásico?
- Hay infinitas posibilidades. Debemos tener en claro que aunque supiéramos cómo se hacía antes, no lo podríamos hacer igual ahora. Pero no hay que hacerlo de cualquier manera, sino mejor. Hay una energía sobre lo actual y los cambios de lenguaje, que marcan una doble dimensión, un juego entre lo eterno y lo absolutamente efímero. Hay una trampa: es mucho más fácil pensar que “Don Quijote” es un texto muy antiguo y entonces no lo leo, que leerlo y enriquecer mi vida para siempre. Las cosas que valen la pena dan todas trabajo.
- Pero siempre pueden haber excepciones.
- Por supuesto, puede haber una persona muy inspirada que no lo necesite, alguien que con muy poca información logre cosas maravillosas, pero son pocos. ¿Quién puede decir: ya pasé por la tragedia griega, el Siglo de Oro, Lope de Vega o Jorge Luis Borges, los genios que nos anteceden? En el teatro se trabaja con otros y con lo que el público sabe de antemano, se sube al carrusel de toda la historia, al nacimiento de la cultura clásica griega que converge con la cristiana y renace como fenómeno de ceremonia religiosa. A todo eso hay que conocerlo.
- Estás dirigiendo “El perro del hortelano”, de Lope de Vega, con el elenco del Teatro Estable...
- Tomé a los más jóvenes del elenco. Los ensayos van muy bien; si seguimos así, creo que se va a ver un trabajo sobre el verso barroco como no se ha visto nunca antes en la Argentina. Estoy muy confiado e ilusionado en la calidad que se va a alcanzar, porque me encuentro con resultados maravillosos en cada ensayo. Casi en ninguna provincia hay un elenco estable, con actores pagos con estabilidad. Para estos artistas, la calidad del trabajo es lo primero y no deben dejarse tratar como empleados públicos.
- ¿Cuándo es el estreno?
- El 24 de mayo, en el teatro San Martín, en los festejos de la fecha patria. Luego se pasa al teatro Orestes Caviglia, que está siendo remozado. La gente del elenco tiene mucha ilusión, porque hace muchos años que no están en una fiesta de gala. Fueron postergados por el Ballet y la Orquesta Estable, por lo que es un compromiso especial.
- ¿Cuál es tu referente en este género?
- La Compañía Nacional de Teatro Clásico de España. Antes de la vuelta de la democracia era todo muy forzado, y los actores recitaban sin entender lo que estaban diciendo. Hoy hacen un trabajo moderno, pero terriblemente cuidadoso y serio.
“Tenemos una relación con la palabra que está en un proceso de franco deterioro; está muy devaluada tanto en su cuidado como en la condición física de cómo se habla, y se le perdió el respeto. Hay un gran descuido con la poesía”, advierte en una entrevista con LA GACETA.
- ¿Hacia dónde apunta el campo teatral argentino?
- Siempre está muy activado, vivo, inquieto y creativo. Hay gente muy talentosa y creativa, pero le falta saber un poco de dónde venimos, algo que a mí me interesa particularmente. Se perdieron muchas cosas; en la cultura y en el arte nos tenemos que hacer cargo de una tradición inabarcable y riquísima, y no hacernos los tontos ni darle la espada. Tenemos mucho por detrás y si Dios está de tu parte, hacés tu pequeño aporte en algún matiz o en cierta reformulación.
- ¿Cómo se recupera el público perdido en los últimos 25 años?
- La calidad no es relativa, y cuando se ofrecen cosas muy buenas, la gente las valora porque sabe lo que ve. Reivindico el valor de la perseverancia: si algo bueno es ocasional, no sirve; no alcanza con una cosa fantástica de vez. El teatro necesita una continuidad de calidad para que la gente vaya y establezca una relación. Como argentinos, tenemos la ventaja de hacer con pocos recursos todas las cosas, pero lo malo es que somos chantas.
- ¿Hay un desapego sobre las herramientas básicas del teatro?
- Soy consciente de que estoy en un sector minoritario, porque muchos tienden a ser muy vanguardistas e innovadores, y son un poco desatentos con ciertas cuestiones básicas. En lo personal, tengo un gran amor por la literatura, que es mi pasión, y por la realización cultural. Soy dramaturgo, tengo obras nuevas y las hago mucho, en un buen diálogo y una relación privilegiada con los clásicos.
- ¿Se puede recrear un clásico?
- Hay infinitas posibilidades. Debemos tener en claro que aunque supiéramos cómo se hacía antes, no lo podríamos hacer igual ahora. Pero no hay que hacerlo de cualquier manera, sino mejor. Hay una energía sobre lo actual y los cambios de lenguaje, que marcan una doble dimensión, un juego entre lo eterno y lo absolutamente efímero. Hay una trampa: es mucho más fácil pensar que “Don Quijote” es un texto muy antiguo y entonces no lo leo, que leerlo y enriquecer mi vida para siempre. Las cosas que valen la pena dan todas trabajo.
- Pero siempre pueden haber excepciones.
- Por supuesto, puede haber una persona muy inspirada que no lo necesite, alguien que con muy poca información logre cosas maravillosas, pero son pocos. ¿Quién puede decir: ya pasé por la tragedia griega, el Siglo de Oro, Lope de Vega o Jorge Luis Borges, los genios que nos anteceden? En el teatro se trabaja con otros y con lo que el público sabe de antemano, se sube al carrusel de toda la historia, al nacimiento de la cultura clásica griega que converge con la cristiana y renace como fenómeno de ceremonia religiosa. A todo eso hay que conocerlo.
- Estás dirigiendo “El perro del hortelano”, de Lope de Vega, con el elenco del Teatro Estable...
- Tomé a los más jóvenes del elenco. Los ensayos van muy bien; si seguimos así, creo que se va a ver un trabajo sobre el verso barroco como no se ha visto nunca antes en la Argentina. Estoy muy confiado e ilusionado en la calidad que se va a alcanzar, porque me encuentro con resultados maravillosos en cada ensayo. Casi en ninguna provincia hay un elenco estable, con actores pagos con estabilidad. Para estos artistas, la calidad del trabajo es lo primero y no deben dejarse tratar como empleados públicos.
- ¿Cuándo es el estreno?
- El 24 de mayo, en el teatro San Martín, en los festejos de la fecha patria. Luego se pasa al teatro Orestes Caviglia, que está siendo remozado. La gente del elenco tiene mucha ilusión, porque hace muchos años que no están en una fiesta de gala. Fueron postergados por el Ballet y la Orquesta Estable, por lo que es un compromiso especial.
- ¿Cuál es tu referente en este género?
- La Compañía Nacional de Teatro Clásico de España. Antes de la vuelta de la democracia era todo muy forzado, y los actores recitaban sin entender lo que estaban diciendo. Hoy hacen un trabajo moderno, pero terriblemente cuidadoso y serio.
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