“El Matrero” dejó una huella en Monteros

“El Matrero” dejó una huella en Monteros

La película de 1939, que dirigió Caviglia, tiene varias escenas de exteriores en Monteros. Aún vive un extra

EXTRA. Valentín González, 89 años EXTRA. Valentín González, 89 años
“Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza”. La frase del poeta y dramaturgo inglés Alfred Tennyson (1809-1892) es una metáfora exacta de la realidad que transita, a los 89 años de edad, el monterizo Valentín Mario González: hace 76 años, por 30 segundos de extra y $3 de salario, fue inmortalizado en el celuloide. Él y su caballo participaron en la película “El Matrero”, en blanco y negro, de 83 minutos de duración.

El rodaje que dirigió Orestes Caviglia en 1939 no sólo alteró la fisonomía de Monteros, sino que también conmocionó a la comunidad de esa ciudad del sur tucumano durante los días que el equipo de filmación invadió las calles de “La Rosa de Abolengo”.

“Muy chango”

“Cuando se rodó el filme era muy chango todavía. No recuerdo bien si tenía 13 o 14 años. Tampoco pude averiguar cómo se habían enterado que mi padre criaba y alquilaba caballos. Por lo general, yo los sacaba a pastar y a varear. Incluso solía montarlos en pelo y los alimentaba en base a melaza, maíz y alfalfa. La cuestión es que la gente de la producción de Argentina Sono Filme me habló para que efectuara algunas pasadas. Debía atravesar, en un hermoso animal y sin montura, el viejo puente de algarrobo, para el tránsito de carretas, ubicado en la calle 24 de Septiembre, sobre el arroyo El Tejar”, contó don Valentín, que desde hace cinco años quedó postrado en una silla de ruedas, debido a un accidente cerebrovascular.

Tres pasadas, tres pesos

“Sólo por realizar tres pasadas, sin montura y al galope, percibí tres pesos de salario”, remarcó.

“En esa época -añadió- ya trabajaba en el ingenio Ñuñorco. Los Buffo me pagaban $1 semanal. A la tarde concurría a la escuela primaria. Mi padre también cumplía tareas para el ingenio. Era inspector de cañas”.

De extra a gremialista

Valentín González, el memorioso extra de la primera producción cinematográfica foránea que apeló al paisaje tucumano para sus escenas de exteriores, nunca más fue llamado para exhibir sus destrezas de jinete. No tan sólo en otra producción cinematográfica con tintes gauchescos sino tampoco de otro género. Cambió su infancia de chango que disfrutaba con la naturaleza y la familia paterna, para transformarse en trabajador azucarero y dirigente gremial. “Integré la directiva de la Fotia y fui preso por ser peronista. En la década del 70 fui secuestrado del interior del sindicato del Ñuñorco. Me llevaron al Arsenal Miguel de Azcuénaga. Me hicieron firmar el telegrama de renuncia. Me pegaron y dejaron morado entero. Después me liberaron. No sé cómo aún sigo vivo”.

El puente de algarrobo fue reemplazado por otro de cemento, que fue inaugurado en 1960 por Lázaro Barbieri. “Al viejo lo habían sacado por esa década. Me parece que en la época del intendente Acosta”, añadió dubitativamente González, padre de dos mujeres (jubiladas) y abuelo de seis nietos e igual cantidad de bisnietos.

Hasta antes del ACV ejercía la presidencia de la Federación Centro de Jubilados y Pensionados Nacionales de Tucumán. “Ahora me alimento sano y apelo a la medicina alternativa para superar mis problemas motrices. Espero vivir unos años más. Aún tengo proyectos de vida. Me gustaría escribir sobre todo lo que viví”, destacó González

El escritor español Pío Baroja (1872-1956) afirma que “aunque tengamos la evidencia de que hemos de vivir constantemente en la oscuridad y en las tinieblas, sin objeto y sin fin, hay que tener esperanza”. Y en ese sentido don Valentín, como su amigo Domingo Luis Russo y una empleada que lo acompañan en gran parte del día, contagian esperanza y también optimismo.

La vieja iglesia

Donde hoy se encuentra la iglesia de Nuestra Señora del Rosario hasta 1940, cuando fue demolido, funcionó el viejo templo. “En ese santuario que hoy ya no existe se filmaron otras escenas de El Matrero”, explicó Emilio Nuñez, licenciado en Artes Plásticas y empleado municipal, que reside en las inmediaciones.

Emilio también es autor de un cuadro al óleo del puente ubicado sobre el arroyo El Tejar, que en evocación a su infancia lo denominó “Lugar de Juegos”.

“No sólo don González trabajó en la película; creo que hubo otros. Pero él es uno de los pocos que siguen con vida. Me contaron que Amelia Bence, que recién iniciaba su carrera artística, era quien más admiración y sorpresa provocaba a quienes asistían a la filmación”, destacó Núñez.

En ese mismo puente hace cuatro años y medio se arrojaron al arroyo las cenizas de uno de los hijos dilectos de esa ciudad, el escritor y periodista Julio “El Chivo” Ardiles Gray, que trabajó en LA GACETA. También a media cuadra del puente, sobre la calle Márquez Alurralde, entre Rivadavia y 24 de Septiembre, aún se encuentra la casa paterna del escritor.

La Interpueblos

Otro inquieto, archivista e investigador constante del pretérito monterizo, Tulio Ottonello, detalló que el puente del filme era atravesado por la 24 de Septiembre, que hoy ocupa la traza de la vieja ruta a los Valles Calchaquíes y en la actualidad desemboca en Soldado Maldonado y la interpueblos. “Acá hay dos copias del original de la película, que están en poder de los hermanos Ricardo y Emilio Núñez”, enfatizó. Y por cierto una copia de una de esos dos DVD llegó a nuestro poder, por su gentileza.

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