Por Mirta Isabel Lazzaroni
10 Marzo 2014
“Pude empezar a generar dinero cuando acepté que me lo merecía”
La relación con el dinero a veces se complica. Ya sea porque se lo sobrevalora o porque se lo desestima. Una psicóloga explica que ambas posturas están equivocadas. Dos mujeres cuentan cómo lograron vencer sus prejuicios y mejorar su situación económica.
“PODEROSO CABALLERO”. La relación que establecemos con el dinero habla mucho sobre nuestra personalidad. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ
Mary de García siempre habría trabajado, a veces como empleada y otras, como vendedora independiente. Cuando estaba cerca de los 50 años, con sus hijos ya casados, perdió su empleo, y no encontraba cómo generar dinero. “Yo sentía que tenía mala suerte -cuenta Mary-, que mi edad me jugaba en contra, que ya me había pasado el tiempo de encontrar trabajo, que estaba capacitada para generar dinero por mi cuenta. Y sufría muchísimo”.
Explica que sufría tanto cuando no tenía plata como cuando la tenía. “Me dolía tener que gastar el dinero, porque yo quería ahorrar para poner un negocio, pero nunca lo conseguía”, recuerda.
No era ese el único problema. Mary no se permitía gastar ni un centavo en ella misma. “Prefería comprarme ropa en las ferias americanas a adquirir una prenda nueva, porque me daba mucha culpa”, confiesa. “De alguna manera, sentía que no merecía tener dinero, creía que yo había nacido para ser pobre”, dice con tristeza recordando aquella época ya superada.
“Mala prensa”
La licenciada Beatriz Goldberg, psicóloga y escritora, afirma que si somos capaces de “dejar atrás una relación conflictiva con el dinero sea por los malos momentos que pasamos cuando nos falta o por la culpa que a veces suele aquejarnos cuando lo ganamos en abundancia, sorteamos un obstáculo que nos resta energía para ocuparnos de algo más que de lo material”.
En su libro “Dime cómo te llevas con tu dinero y te diré quién eres”, Goldberg aborda varias aristas de los problemas que se suscitan en la relación con el dinero. “Cuando no podemos manejar bien el dinero, este termina por manejarnos a nosotros. Por esta razón, muchas veces la plata tiene mala prensa”, afirma.
“Mejorar nuestra relación con el dinero nos posibilita proyectar hacia el futuro y ocuparnos de nosotros mismos”, añade.
Y eso fue, precisamente, lo que logró Mary. “Retomé mi participación en una agrupación humanista, El Mensaje de Silo, donde se realizan diversas prácticas de trabajo interno -relata-. Así fue cómo, después de un proceso de un par de años, pude reconocer que yo no tenía dificultades para conseguir dinero si se trataba de otros, solo tenía problemas para conseguirlo para mí”.
Descubrir esa situación fue la llave que le permitió comenzar a cambiar de actitud. Consiguió un trabajo de mediodía, que no le gustaba mucho, pero que le permitió ahorrar unos pesos y, así, retomó su actividad de vendedora independiente. “Ahora acepto el dinero, me digo que está bien que sea para mí, y estoy aprendiendo a disfrutarlo. Por otra parte, mis expectativas se han modificado y ya no tengo ambiciones desmedidas; me siento bien pudiendo teniendo las cosas que realmente necesito”, finaliza.
Autovaloración
“Sobrevalorar la función del dinero o, por el contrario, minusvalorarla constituyen dos errores que tienen igual importancia”, advierte Goldberg.
Eso es lo que le pasaba a Noemí Ponce, quien también trabaja por su cuenta. “Yo estaba pendiente de lo que los demás dijeran de mí. Yo sentía que no me valoraban, que mi trabaja no era importante (o prestigioso), y entonces, los resultados, y por ende, mis ingresos, eran muy irregulares.
Noemí también participa de El Mensaje de Silo, corriente espiritual basada en el Humanismo Universalista fundado por el mendocino, ya fallecido, Mario Rodríguez Cobos (Silo).
“Las cosas cambiaron cuando yo empecé a valorarme más a mí misma, y separar lo que soy como persona de mi trabajo. No solo pude regularizar mi actividad sino que, además, siento que puede hacerla crecer”, comenta.
“El cambio no se dio de un día para el otro -aclara-, sino que poco a poco, con las prácticas que nosotros hacemos y, sobre todo, intercambiando con amigos de esta organización, fui perdiendo el prejuicio que tenía sobre mi trabajo (publicaciones barriales), y entendí que mi actividad es tan válida como cualquier otra que esté encuadrada legalmente”.
Integración social
Para Noemí fue muy importante tener la posibilidad de inscribirse como monotributista social. “Por un lado, cuento con un aporte para poder jubilarme y con una obra social. Pero lo fundamental es que me siento integrada a la economía de mi provincia y de mi país, y siento que lo que hago es útil para todos, no solo para mí”, destaca.
Lo interesante es que, según comenta, cuando ella pudo emplazarse desde un lugar mental más abierto, la gente empezó a valorarla también. “Siento que hay un reconocimiento hacia lo que hago y que estas publicaciones constituyen un verdadero servicio a la comunidad”, concluye.
Explica que sufría tanto cuando no tenía plata como cuando la tenía. “Me dolía tener que gastar el dinero, porque yo quería ahorrar para poner un negocio, pero nunca lo conseguía”, recuerda.
No era ese el único problema. Mary no se permitía gastar ni un centavo en ella misma. “Prefería comprarme ropa en las ferias americanas a adquirir una prenda nueva, porque me daba mucha culpa”, confiesa. “De alguna manera, sentía que no merecía tener dinero, creía que yo había nacido para ser pobre”, dice con tristeza recordando aquella época ya superada.
“Mala prensa”
La licenciada Beatriz Goldberg, psicóloga y escritora, afirma que si somos capaces de “dejar atrás una relación conflictiva con el dinero sea por los malos momentos que pasamos cuando nos falta o por la culpa que a veces suele aquejarnos cuando lo ganamos en abundancia, sorteamos un obstáculo que nos resta energía para ocuparnos de algo más que de lo material”.
En su libro “Dime cómo te llevas con tu dinero y te diré quién eres”, Goldberg aborda varias aristas de los problemas que se suscitan en la relación con el dinero. “Cuando no podemos manejar bien el dinero, este termina por manejarnos a nosotros. Por esta razón, muchas veces la plata tiene mala prensa”, afirma.
“Mejorar nuestra relación con el dinero nos posibilita proyectar hacia el futuro y ocuparnos de nosotros mismos”, añade.
Y eso fue, precisamente, lo que logró Mary. “Retomé mi participación en una agrupación humanista, El Mensaje de Silo, donde se realizan diversas prácticas de trabajo interno -relata-. Así fue cómo, después de un proceso de un par de años, pude reconocer que yo no tenía dificultades para conseguir dinero si se trataba de otros, solo tenía problemas para conseguirlo para mí”.
Descubrir esa situación fue la llave que le permitió comenzar a cambiar de actitud. Consiguió un trabajo de mediodía, que no le gustaba mucho, pero que le permitió ahorrar unos pesos y, así, retomó su actividad de vendedora independiente. “Ahora acepto el dinero, me digo que está bien que sea para mí, y estoy aprendiendo a disfrutarlo. Por otra parte, mis expectativas se han modificado y ya no tengo ambiciones desmedidas; me siento bien pudiendo teniendo las cosas que realmente necesito”, finaliza.
Autovaloración
“Sobrevalorar la función del dinero o, por el contrario, minusvalorarla constituyen dos errores que tienen igual importancia”, advierte Goldberg.
Eso es lo que le pasaba a Noemí Ponce, quien también trabaja por su cuenta. “Yo estaba pendiente de lo que los demás dijeran de mí. Yo sentía que no me valoraban, que mi trabaja no era importante (o prestigioso), y entonces, los resultados, y por ende, mis ingresos, eran muy irregulares.
Noemí también participa de El Mensaje de Silo, corriente espiritual basada en el Humanismo Universalista fundado por el mendocino, ya fallecido, Mario Rodríguez Cobos (Silo).
“Las cosas cambiaron cuando yo empecé a valorarme más a mí misma, y separar lo que soy como persona de mi trabajo. No solo pude regularizar mi actividad sino que, además, siento que puede hacerla crecer”, comenta.
“El cambio no se dio de un día para el otro -aclara-, sino que poco a poco, con las prácticas que nosotros hacemos y, sobre todo, intercambiando con amigos de esta organización, fui perdiendo el prejuicio que tenía sobre mi trabajo (publicaciones barriales), y entendí que mi actividad es tan válida como cualquier otra que esté encuadrada legalmente”.
Integración social
Para Noemí fue muy importante tener la posibilidad de inscribirse como monotributista social. “Por un lado, cuento con un aporte para poder jubilarme y con una obra social. Pero lo fundamental es que me siento integrada a la economía de mi provincia y de mi país, y siento que lo que hago es útil para todos, no solo para mí”, destaca.
Lo interesante es que, según comenta, cuando ella pudo emplazarse desde un lugar mental más abierto, la gente empezó a valorarla también. “Siento que hay un reconocimiento hacia lo que hago y que estas publicaciones constituyen un verdadero servicio a la comunidad”, concluye.
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