Por Guillermo Monti
19 Febrero 2014
Marianela Mirra eligió el panel de Jorge Rial para pulverizar el rumor político-farandulero más persistente de Tucumán y alrededores. No, nunca mantuvo una relación con José Alperovich. Apenas lo vio una vez. Jamás estuvo embarazada, y mucho menos como fruto de un encuentro con el gobernador. De ningún modo tuvo que ver con el accidente sufrido por el mandatario (aquella caída de la bicicleta que obligó a su traslado a Buenos Aires). Todo eso dijo Marianela Mirra en el estudio de América. Regaló infinidad de títulos, imprescindibles si pretende -como anunció- relanzar su carrera en el microuniverso del espectáculo.
¿No te preguntaron sobre esto en Tucumán?, inquirió Rial. “Nunca”, retrucó Marianela, veloz y precisa para responder. Muy relajada en cámara, como si los siete años que pasaron desde aquella apoteótica victoria en “Gran Hermano” no hubieran transcurrido. Marianela protagonizó un doble juego riesgoso: habló para Tucumán (a fin de cuentas, ¿cuánto le interesa al televidente porteño el supuesto affaire con un gobernador al que apenas conoce?) y habló para el mundillo mediático en el que aspira a insertarse cuanto antes. Se la notó segura, cómoda con el vestido blanco y las botas negras elegidas para instalarse en el sillón de “Intrusos”. Con las piernas cruzadas (y doradas) y algún tucumanismo en el léxico.
Marianela se presentó como la única integrante de la farándula tucumana. Solitaria estrella de un cielo desprovisto de luceros. “Soy la única que arma quilombo. Mejor dicho, me los arman”, sentenció entre carcajadas. Pero de paso advirtió: “es una provincia que no les da lugar a los artistas”.
Desde antes de la extensa entrevista Rial preparó el terreno. “Le voy a hacer la pregunta que Tucumán espera”, alertó. El “caso Alperovich”, por supuesto. Y Marianela desmintió todo. ¿Qué dijo? Que fue un invento, que fue algo político, que fue cosa de un grupo de difamadores. Que la versión de que Alperovich le había puesto un call center a su disposición es una ridiculez. Que se vieron una vez en Casa de Gobierno, durante la gira triunfal posvictoria de Marianela en GH. “Ahí estaba yo, con mi gorrita y mis kilos de más, preguntándome ¿qué hago? Estaban mis viejos, y creo que Alperovich ni siquiera sabía qué era Gran Hermano”, relató. Según ella todo fue un culebrón mexicano.
Del supuesto embarazo confesó detalles. Narró Marianela que estaba trabajando con el Teto Medina durante un verano, haciendo promociones en los Valles, y que después de comer empanadas en Famaillá le vinieron ganas de vomitar durante la subida a Tafí. “¿Vos no estarás embarazada?”, le habría preguntado Teto, que manejaba el auto. A la noche el tema ya daba vueltas por internet. “Entonces la culpa fue del Teto”, sentenció Rial. “Y...”, ratificó ella. De paso, Marianela le asestó un garrotazo al Ente de Turismo. “Se me utilizó, más que nada”, se quejó.
Lo que le faltó a Marianela fue tacto para metaforizar. No es lo suyo. “Dicen que tuviste que ver con una lesión que sufrió el gobernador... Y que debieron inventar que se había caído de una bicicleta”, la toreó Luis Ventura. “Noooo... Es como que lo hayan agarrado los Cullen, de la saga Crepúsculo, y le hayan arrancado el pedazo”, graficó.
Hubo más. “A Alperovich nunca lo vi. Es más, ellos no se exponen mucho. Pero fue más fácil inventar la historieta de una supuesta relación -enfatizó-. Mi familia nunca me preguntó nada porque me conocen. Además, si pasara algo yo lo diría abiertamente, no sería segundona de nadie”.
Twitter hirvió antes, durante y después del reportaje. A fin de cuentas, es el medio que Marianela eligió para opinar y para mostrarse en las fotos siempre sugerentes que suele postear. “No me avergüenza nada”, sentenció. Pero sí le molestó que se haya adjudicado su designación en el Banco Macro con alguna relación de poder. “Trabajé en la asesoría legal con un grupo de seis personas”, apuntó.
¿Es una nueva Marianela o la de siempre, determinada a afrontar el deshielo mediático después de años en los que bajó “15 cambios” (sic)? En algún momento deslizó una máxima de la buena leche: “mientras no perjudiques a nadie está todo bien”. Pero instantes antes, cuando le preguntaron sobre una relación con el conductor de TV Gonzalo Urueña, ella descerrajó: “a él no le gustan las mujeres. Es amigo mío. La mayoría de mis amigos son gays, se sacan fotos conmigo y por ahí quieren aparentar cosas que no son”. Aquí vale contextualizar y recordar que Marianela mantuvo una furiosa pelea en la web con Lucía Rossi, relacionada con Urueña. ¿Y entonces?
Entonces Marianela destacó que está sola en la vida, que se siente lista para volver al ruedo en Buenos Aires (“en esta mi familia no me banca”, confesó) y que acepta que un panel como el de “Intrusos” la ametralle a preguntas. Preguntas que no quiso contestarle a LA GACETA, pese al pedido de entrevistas que recibió repetidamente.
“¿Qué hiciste con la plata que ganaste en Gran Hermano?”, quiso saber Rial. “No me acuerdo... ¡era poca!”, describió. Definiciones como esa habrá muchas de aquí en más, siempre y cuando Marianela esté convencida de que la esperan nuevos chispazos de esa fama que tanto persigue. Aunque no quiera aceptarlo.
¿No te preguntaron sobre esto en Tucumán?, inquirió Rial. “Nunca”, retrucó Marianela, veloz y precisa para responder. Muy relajada en cámara, como si los siete años que pasaron desde aquella apoteótica victoria en “Gran Hermano” no hubieran transcurrido. Marianela protagonizó un doble juego riesgoso: habló para Tucumán (a fin de cuentas, ¿cuánto le interesa al televidente porteño el supuesto affaire con un gobernador al que apenas conoce?) y habló para el mundillo mediático en el que aspira a insertarse cuanto antes. Se la notó segura, cómoda con el vestido blanco y las botas negras elegidas para instalarse en el sillón de “Intrusos”. Con las piernas cruzadas (y doradas) y algún tucumanismo en el léxico.
Marianela se presentó como la única integrante de la farándula tucumana. Solitaria estrella de un cielo desprovisto de luceros. “Soy la única que arma quilombo. Mejor dicho, me los arman”, sentenció entre carcajadas. Pero de paso advirtió: “es una provincia que no les da lugar a los artistas”.
Desde antes de la extensa entrevista Rial preparó el terreno. “Le voy a hacer la pregunta que Tucumán espera”, alertó. El “caso Alperovich”, por supuesto. Y Marianela desmintió todo. ¿Qué dijo? Que fue un invento, que fue algo político, que fue cosa de un grupo de difamadores. Que la versión de que Alperovich le había puesto un call center a su disposición es una ridiculez. Que se vieron una vez en Casa de Gobierno, durante la gira triunfal posvictoria de Marianela en GH. “Ahí estaba yo, con mi gorrita y mis kilos de más, preguntándome ¿qué hago? Estaban mis viejos, y creo que Alperovich ni siquiera sabía qué era Gran Hermano”, relató. Según ella todo fue un culebrón mexicano.
Del supuesto embarazo confesó detalles. Narró Marianela que estaba trabajando con el Teto Medina durante un verano, haciendo promociones en los Valles, y que después de comer empanadas en Famaillá le vinieron ganas de vomitar durante la subida a Tafí. “¿Vos no estarás embarazada?”, le habría preguntado Teto, que manejaba el auto. A la noche el tema ya daba vueltas por internet. “Entonces la culpa fue del Teto”, sentenció Rial. “Y...”, ratificó ella. De paso, Marianela le asestó un garrotazo al Ente de Turismo. “Se me utilizó, más que nada”, se quejó.
Lo que le faltó a Marianela fue tacto para metaforizar. No es lo suyo. “Dicen que tuviste que ver con una lesión que sufrió el gobernador... Y que debieron inventar que se había caído de una bicicleta”, la toreó Luis Ventura. “Noooo... Es como que lo hayan agarrado los Cullen, de la saga Crepúsculo, y le hayan arrancado el pedazo”, graficó.
Hubo más. “A Alperovich nunca lo vi. Es más, ellos no se exponen mucho. Pero fue más fácil inventar la historieta de una supuesta relación -enfatizó-. Mi familia nunca me preguntó nada porque me conocen. Además, si pasara algo yo lo diría abiertamente, no sería segundona de nadie”.
Twitter hirvió antes, durante y después del reportaje. A fin de cuentas, es el medio que Marianela eligió para opinar y para mostrarse en las fotos siempre sugerentes que suele postear. “No me avergüenza nada”, sentenció. Pero sí le molestó que se haya adjudicado su designación en el Banco Macro con alguna relación de poder. “Trabajé en la asesoría legal con un grupo de seis personas”, apuntó.
¿Es una nueva Marianela o la de siempre, determinada a afrontar el deshielo mediático después de años en los que bajó “15 cambios” (sic)? En algún momento deslizó una máxima de la buena leche: “mientras no perjudiques a nadie está todo bien”. Pero instantes antes, cuando le preguntaron sobre una relación con el conductor de TV Gonzalo Urueña, ella descerrajó: “a él no le gustan las mujeres. Es amigo mío. La mayoría de mis amigos son gays, se sacan fotos conmigo y por ahí quieren aparentar cosas que no son”. Aquí vale contextualizar y recordar que Marianela mantuvo una furiosa pelea en la web con Lucía Rossi, relacionada con Urueña. ¿Y entonces?
Entonces Marianela destacó que está sola en la vida, que se siente lista para volver al ruedo en Buenos Aires (“en esta mi familia no me banca”, confesó) y que acepta que un panel como el de “Intrusos” la ametralle a preguntas. Preguntas que no quiso contestarle a LA GACETA, pese al pedido de entrevistas que recibió repetidamente.
“¿Qué hiciste con la plata que ganaste en Gran Hermano?”, quiso saber Rial. “No me acuerdo... ¡era poca!”, describió. Definiciones como esa habrá muchas de aquí en más, siempre y cuando Marianela esté convencida de que la esperan nuevos chispazos de esa fama que tanto persigue. Aunque no quiera aceptarlo.
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