El drama de Blanquita, la mujer que de tan frágil apenas puede caminar

El drama de Blanquita, la mujer que de tan frágil apenas puede caminar

Los vecinos del Sur están conmovidos por la historia de esta mujer de 32 años y 25 kilos de peso. Video.

NECESITA AYUDA. Blanquita no puede comer comidas sólidas. LA GACETA / FOTO DE MIGUEL VELÁRDEZ NECESITA AYUDA. Blanquita no puede comer comidas sólidas. LA GACETA / FOTO DE MIGUEL VELÁRDEZ
07 Febrero 2014
Es tan frágil que parece a punto de desarmarse. Camina lento como si tuviera que pedirle permiso al viento. Su cuerpo es piel y huesos. Tiene 32 años y pesa tan solo 25 kilos. Una bolsa de harina de panadería pesa el doble que ella. Blanquita, como le dicen sus familiares, es discapacitada y necesita ayuda urgente. Nunca recibió una pensión, un subsidio, ni un plan social, nada. Para el Estado es como una persona que no existe. Ni siquiera tiene el DNI.

Blanquita no habla, aunque sí puede escuchar. “Hay días en que se despierta alegre, pero hoy está triste”, dice Antonia Álvarez, 58 años. Por ser la madre, ella le conoce todos los gestos y los estados de ánimo. Todavía recuerda que, al nacer, su hija pesaba dos kilos y medio. Dice que había algo raro, porque no quería comer; sólo tomaba leche. En aquel tiempo, cuando vivían en Graneros, los médicos descubrieron que la beba no podía masticar.

Antonia habla de su hija y no puede contener las lágrimas. Una mezcla de emoción, dolor e impotencia se le anuda en la garganta y le frena las palabras, mientras Blanquita está sentada a su lado, cerca de la cocina. La casa es una construcción sin terminar, ubicada en Monte Grande (en la ciudad de La Cocha), donde la familia se instaló hace 10 años. Antonia tiene cuatro hijos (dos, de un primer matrimonio y, otros dos, de su segunda pareja). “Soy separada desde muchos años”, dice pero no recuerda cuántos.

Siempre luchó sola para alimentar a los cuatro hijos. “Trabajaba en el cerco -recuerda-, de sol a sol, en la cosecha de limón, de tabaco o de mandarina (en Catamarca), según la época del año, pero ya no puedo y ellos no me dejan”, asegura señalando con la quijada al único hijo varón. Javier -27 años, de pie y apoyado en una ventana-, escucha el relato de su madre en silencio.

Las moscas se arremolinan sobre un vaso. Van y vienen inquietas. A Antonia le cuesta hablar del problema de su hija y de la pobreza de tantos años de soledad. En los largos silencios se oye el zumbido de las moscas que vuelan sobre el mantel floreado de la mesa de madera. Al frente de la casa, una plazoleta desierta recibe todo el sol de la siesta del jueves y en las calles no hay un alma. Los vecinos deben estar durmiendo.

La flacura de Blanquita empieza a saltar las fronteras del pueblo en el sur tucumano. Un grupo de vecinos se movió para organizar una campaña y conseguir ayuda. Quieren salvarla. A través de Facebook hicieron público el drama de Blanquita. Subieron la foto de su extrema debilidad física. En la imagen, Blanquita aparece sonriente. Debe haber sido uno de esos días en que despierta entusiasmada.

La gente comenzó a compartir la historia de la mujer de 25 kilos y empezaron a aparecer donaciones por todos lados. Ex futbolistas, punteros políticos, dirigentes barriales, vecinos de Aguilares, Concepción y Alberdi entregaron alimentos a la familia. Antonia sabe que algo está cambiando. Se abrió el trámite para que Blanquita obtenga su DNI. Por ahora espera que se cumplan las promesas. “Me han dicho que ya va a llegar”, responde sobre el Documento Nacional de Identidad.

Los vecinos pusieron el grito en el cielo por el nivel de desnutrición de la joven discapacitada. Algunos cuestionaron a los políticos y a los médicos; otros, pidieron donaciones. La historia de Blanquita suena como un murmullo en La Cocha. Está en riesgo su vida. Todos lo saben, pero algo hay que hacer. El reclamo de los vecinos se agranda día a día y parece llegar a ciertas puertas oficiales. Debajo de una ventana hay un bidet y un inodoro sin estrenar y piezas de grifería todavía con papel de embalar. “Eso lo ha traído la hija del intendente (Leopoldo Rodríguez)”, explica Antonia con la inocencia de una madre desesperada. “Los vecinos me van a hacer el baño, porque no tenemos”, agrega.

Qué dicen los médicos

Las quejas de la gente también tronaron en las puertas del hospital de ciudad Alberdi. Una médica y dos enfermeras visitaron a Blanquita en su casa. Ellas constataron que padece desnutrición; y le han enviado vitaminas, según le confirmó a LA GACETA la médica Susana Doncell. La médica cuenta que Blanquita es una discapacitada neurológica; y que, producto de su patología de nacimiento, no puede comer comidas sólidas, sino licuadas, pisadas. “Blanquita no es parte de una familia de extrema pobreza. Vive en casa de material, tiene agua, luz, cocina. Le habían robado la garrafa y le enviamos una. A Blanquita, la madre no la llevó al hospital. Fue el hospital el que fue a buscarla a su casa. Ella fue hace dos meses porque quería gestionarle la pensión. A Blanquita, que el mes pasado pesaba 26,5 kilos, la tenemos registrada desde hace años entre los discapacitados de La Cocha. Yo propuse hacer un equipo con nuestro nutricionista y con la madre, que tiene que entender qué clase de alimentación le tiene que dar”. ¿Se puede recuperar Blanquita? “Aunque por su contextura física no subirá mucho de peso, es fundamental el rol de la madre en la alimentación”, enfatiza la doctora Doncel.

Los hermanos de Blanquita trabajan en el campo, pero ahora no es tiempo de cosecha. “Hay que esperar hasta marzo”, dice conteniendo las lágrimas con orgullo de madre. “En el primer matrimonio me ha ido mal -remarca-, y en el segundo, peor”. Nunca dudó en agarrar el machete o lo que fuera necesario para trabajar en el campo y juntar algunos pesos. Ahora, los fines de semana, prepara rosquetes y tortillas para vender en las calles de La Cocha.

En la entrada de la casa, sobre un pequeño altar, hay dos figuras de yeso de la Virgen del Valle y un crucifijo. “Como a los cinco años, ella ha empezado a caminar. Le hemos hecho una promesa a la Virgen y así ha caminado”, afirma.

En una semana, Antonia recibió paquetes de alimentos que mandaron los vecinos solidarios. Eso es bienvenido en la familia, pero está claro que Blanquita necesita ayuda profesional. Ella tiene derecho a no quedar atrapada en su cuerpo de niña frágil, que cuando camina lento por la casa parece a punto de desmoronarse.

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