Radioaficionados: ni los smartphones ni la web les cortan la comunicación

Radioaficionados: ni los smartphones ni la web les cortan la comunicación

Entre smartphones y redes sociales, las comunicaciones radioléctricas parecen obsoletas. Sin embargo, son clave para la subsistencia de las escuelas y CAPS de alta montaña, y durante situaciones de catástrofe. En Tucumán hay unos 500 fanáticos de esta forma de comunicación.

Radioaficionados: ni los smartphones ni la web les cortan la comunicación
Ernesto Ulrich, presidente del Radio Club Tucumán, enciende los aparatos y se inicia el sonido constante de una descarga. Cuando mueve los controles parece deslizarse sobre un universo de voces apenas audibles, indescifrables. Así transcurren unos segundos hasta que hace contacto con uno de los tantos radioaficionados que a esa hora están listos para entablar una charla. "Aquí LU7 Kilo Tango a bordo de LU4 Kilo Charly". Con estas palabras, Ulrich inicia la conversación.

Los radioaficionados son un grupo de aficionados a las comunicaciones radioeléctricas. Su actividad consiste en hacer contacto con otros del país o del mundo, y realizar experimentos para mejorar estos sistemas y compartir la información sobre esas mejoras. "Es un hobby, como la pesca -explica Jacinto Silvestre Juárez, presidente del Radio Club Aguilares-. Pero también es un servicio, porque en casos de emergencia o cuando las comunicaciones colapsan o no llegan, sólo son posibles la comunicaciones por radio". Los miembros de este grupo conservan entre ellos un clima de cordialidad y compañerismo. "Existen algunas reglas, por ejemplo no podemos tocar temas como política, religión, ni deportes -cuenta Germán Quintana-. De esta manera evitamos discusiones".

Un hobby
La mayoría de los aficionados se impone el desafío de entablar comunicaciones con la mayor cantidad de lugares. Otros tienen como reto transmitir desde los lugares turísticos, históricos o de difícil acceso, como la cima de una montaña o una isla desierta. En ellos, el amor por la electrónica lleva implícita una necesidad comunicativa: la emoción de lograr que las ondas electromagnéticas viajen de una antena a otra aprovechando las condiciones de la atmósfera. Se podría decir que son coleccionistas de mensajes. Cuando dos aficionados logran establecer contacto por primera vez, cada uno le envía al otro por correo postal una tarjeta personal denominada QSL; es una muestra de camaradería y sirve como prueba para confirmar la comunicación. 

"Yo me contacté con 230 países; confirmados con tarjeta QSL sólo tengo 190", asegura Ulrich, que cuenta con una tarjeta enviada por el rey Juan Carlos, de España, uno de los más célebres radioaficionados. Silvestre también logró contactarse con el rey. "Yo lo trataba de vos. No sabía quién era", recuerda. Cuenta también que por las mañanas, muy temprano y de manera frecuente, conversa con un japonés que habla un fluido castellano. "Logré contactarme con el sargento de comunicaciones de la Fragata Libertad -agrega Daniel Biviano, otro aficionado- y en estos meses intentaré comunicarme con la Estación Internacional Espacial, que lleva un radioaficionado a bordo". Para lograr esta comunicación, deberá salir de madrugada a la calle en la que vive con sus equipos al hombro, una antena especial que apunte al cielo y que siga la órbita de la Estación. Si todo sale bien, el radioaficionado del espacio escuchará la voz de su colega en la Tierra. Quizás escuche, además, el ladrido de algún perro del vecindario sorprendido por el desvelo de su vecino.

Un servicio
El romanticismo de la actividad consiste en escenas como la anterior: la voz de un hombre de barrio Las Américas, en Tucumán, es capaz de llegar al espacio o a cualquier lugar del mundo utilizando equipos armados por él mismo. "Algunas piezas vienen hechas, pero somos nosotros los encargados de construir nuestra estación, levantar la antena, ensamblar los equipos - explica Ulrich. No necesitamos ni de líneas telefónicas ni de empresas de internet para contactarnos con el mundo". Lo cierto es que la radiotelefonía, una actividad que parece arcaica en los tiempos del teléfono móvil e inteligente y de la web, no lo es en absoluto. "En los grandes desastres, como el tsunami en Japón o el terremoto en Chile, las primeras comunicaciones fueron las de los radioaficionados -comenta Biviano-. Lo mismo pasó en las inundaciones en La Plata".

Estos individuos también prestan otros servicios de manera voluntaria y gratuita: colaboran con Defensa Civil, con la Cruz Roja y con la Policía; intervienen en eventos como el Dakar y facilitan las comunicaciones con las escuelas y CAPS de alta montaña, entre otros.

"Tenemos el corazón dividido entre el amor a los equipos y la vocación de servicio a la comunidad", concluye Biviano quien fue bombero durante muchos años. "Los radioaficionados no van a desaparecer- reflexiona Ulrich-. Es una actividad muy linda, hay mucha camaradería". Según la Comisión Nacional de Comunicaciones, en Argentina existen alrededor de 25.000 radioaficionados. Unos 500 de ellos operan en Tucumán donde hay dos Radio Clubes: el de San Miguel de Tucumán, con 90 años de actividad, y el de Aguilares, con 47.

Transmisión a Chile
Una noche de 1923, miembros del Radio Club Tucumán acondicionaban los equipos para la transmisión de un concierto que se realizaría en los días posteriores. Mientras realizaban esas tareas fueron sorprendidos por una transmisión de Valparaíso, Chile. Fue un hecho impensado para la época. Sucedió el 19 de agosto y la conversación se mantuvo durante una hora y media. El hecho fue reflejado por los diarios de Chile y por LA GACETA del 22 de agosto de 1923. "Es la primera vez que se mantiene una conversación por radio a través de la Cordillera. Y ha correspondido a nuestro Radio Club el honor de señalar este récord", decía la nota.

Indicativo 
Para ser radioaficionado es necesario un curso en cualquiera de los radio clubes oficiales. Una vez que el aspirante aprueba el examen, la Comisión Nacional de Comunicaciones le otorga su licencia y el indicativo. Se trata del conjunto de letras y números con que se identifica cada radioaficionado y varía según los países y provincias. Las siglas LU corresponden a Argentina y la letra K a Tucumán. Así, por ejemplo, el Radio Club Tucumán lleva el indicativo LU4KC.

En código Morse 
Ernesto Ulrich es uno de los pocos radioaficionados telegrafistas. La telegrafía consiste en transmitir con el sistema Morse. "Tiene como ventaja que es más fácil de decodificar en comunicaciones con mucho ruido y que uno puede comunicarse con cualquier lugar del mundo sin necesidad de saber el idioma", cuenta Ulrich.

¿Querés comunicarte con el club?
Para comunicarte con el Radio Club de Tucumán LU4KC podés llamar al 4247556 de 18 a 22 o dirigirte en el mismo horario a La Madrid 1.107. Para comunicarte con Radio Club Aguilares LU8KE llamá al 3865573109 (celular). La sede del club está en la intersección de Pellegrini y 9 de Julio, en la ciudad de Aguilares.

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