09 Marzo 2013
El oro y el barro de la política
Lincoln enfrenta una grave encrucijada: necesita apoyo político extra partidario para aprobar la enmienda constitucional que acabará con la esclavitud y quiere terminar con la guerra civil, pero sabe que el fin de la contienda significará también el fracaso de la iniciativa en la cámara.
En los primeros minutos de esta extensa película, los que hayan ido al cine a disfrutar de una nueva entrega de acción y escenas multitudinarias se sentirán gratificados y creerán que Spielberg está por entregarles una versión de "Rescatando al soldado Ryan" ambientada (perfectamente) en la época de la Guerra Civil norteamericana. Pero la ilusión dura poco: apenas se acallan los cañones comienzan las escenas en interiores, con diálogos sustanciosos y exigentes en cuanto a la atención del espectador, y el director se dedica a la pintura de los distintos personajes que van a animar la acción a lo largo de las más de dos horas de proyección que restan.
Spielberg da en el clavo al mover la cámara lo estrictamente necesario como para construir un relato que se apoya básicamente en las excelentes actuaciones de los miembros de su elenco, encabezados por el portentoso Daniel Day Lewis (destinatario de un Oscar absolutamente merecido). Es impresionante la composición física de su Lincoln y deleita al espectador con los matices, las miradas, las inflexiones de la voz. Pero Day Lewis no está solo: es formidable también la interpretación de Tommy Lee Jones (a cargo de uno de los personajes más ricos de la película) y están en muy alto nivel los trabajos de David Strathairn, Sally Field y James Spader, entre muchos otros.
Pero además de la excelencia en el rubro actoral y de los asombrosos detalles de la reconstrucción de época resulta sumamente interesante el abordaje que el guión hace de la figura de Lincoln al mostrarlo sumido en los dilemas que le propone el momento histórico que le toca protagonizar. En efecto, el presidente probo, honesto e irreprochable debe meter las manos en el barro de la política para lograr el fin último que lo desvela. Al mismo tiempo, quiere desesperadamente terminar con la guerra civil que desangra a su patria, pero sabe que si lo hace antes de que la abolición de la esclavitud quede consagrada por la enmienda constitucional que está por votar la cámara, la incorporación de los estados del sur a la Unión significará el fin de la iniciativa. A esta jugosa coyuntura política e institucional se le agrega el drama familiar del presidente y su esposa, que sobrellevan como pueden la muerte de uno de sus hijos y los choques con otro de los vástagos, que pretende abortar sus estudios de abogacía para enrolarse en las filas del ejército.
Todos estos dilemas y contradicciones aparecen magníficamente expresados en la pantalla y mantienen en vilo al espectador, gracias a una narración vibrante por parte del director y de los trabajos de un excelente plantel de actores y actrices. Y, además, por la fuerza propia del tema de la esclavitud y de la discriminación racial, un asunto que proyecta sus consecuencias aún a nuestra propia época.
Spielberg no ha elegido plasmar una biografía de Lincoln (de hecho, se centra en los últimos días de su vida) ni ha pretendido deslumbrar al espectador con escenas de masas y batallas espectaculares. En cambio, ha logrado un filme potente, interesante y sumamente atractivo (aunque moleste de tanto en tanto la obviedad con la que la música subraya ciertos pasajes "épicos") y consigue plantear con inteligencia varios temas que dan para la polémica y la discusión. Y lo ha hecho con recursos cinematográficos de muy alto nivel.
Spielberg da en el clavo al mover la cámara lo estrictamente necesario como para construir un relato que se apoya básicamente en las excelentes actuaciones de los miembros de su elenco, encabezados por el portentoso Daniel Day Lewis (destinatario de un Oscar absolutamente merecido). Es impresionante la composición física de su Lincoln y deleita al espectador con los matices, las miradas, las inflexiones de la voz. Pero Day Lewis no está solo: es formidable también la interpretación de Tommy Lee Jones (a cargo de uno de los personajes más ricos de la película) y están en muy alto nivel los trabajos de David Strathairn, Sally Field y James Spader, entre muchos otros.
Pero además de la excelencia en el rubro actoral y de los asombrosos detalles de la reconstrucción de época resulta sumamente interesante el abordaje que el guión hace de la figura de Lincoln al mostrarlo sumido en los dilemas que le propone el momento histórico que le toca protagonizar. En efecto, el presidente probo, honesto e irreprochable debe meter las manos en el barro de la política para lograr el fin último que lo desvela. Al mismo tiempo, quiere desesperadamente terminar con la guerra civil que desangra a su patria, pero sabe que si lo hace antes de que la abolición de la esclavitud quede consagrada por la enmienda constitucional que está por votar la cámara, la incorporación de los estados del sur a la Unión significará el fin de la iniciativa. A esta jugosa coyuntura política e institucional se le agrega el drama familiar del presidente y su esposa, que sobrellevan como pueden la muerte de uno de sus hijos y los choques con otro de los vástagos, que pretende abortar sus estudios de abogacía para enrolarse en las filas del ejército.
Todos estos dilemas y contradicciones aparecen magníficamente expresados en la pantalla y mantienen en vilo al espectador, gracias a una narración vibrante por parte del director y de los trabajos de un excelente plantel de actores y actrices. Y, además, por la fuerza propia del tema de la esclavitud y de la discriminación racial, un asunto que proyecta sus consecuencias aún a nuestra propia época.
Spielberg no ha elegido plasmar una biografía de Lincoln (de hecho, se centra en los últimos días de su vida) ni ha pretendido deslumbrar al espectador con escenas de masas y batallas espectaculares. En cambio, ha logrado un filme potente, interesante y sumamente atractivo (aunque moleste de tanto en tanto la obviedad con la que la música subraya ciertos pasajes "épicos") y consigue plantear con inteligencia varios temas que dan para la polémica y la discusión. Y lo ha hecho con recursos cinematográficos de muy alto nivel.
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