Debajo de los parrales el almuerzo había comenzado hacía rato. Más de 20 personas estaban dispuestas a no dejar ni las sobras de un chivito asado y de jugosos trozos de carne. De repente se escuchó: "¡ahí viene la Celia!" Algunos se levantaron y salieron a su encuentro por un caminito angosto como los surcos que atraviesan las parras. En la casa de la Pachamama brindaban, recitaban y conversaban entre amigos y gauchos. "Esta casa siempre fue así. Cuando mi padre andaba con la agrupación de gauchos venían de a cientos", contó Beto Andrade, uno de los seis hijos de doña Celia Marina Segura, la Pachamama 2013, de 80 años. La misma mujer que el Concejo de Ancianos de la comunidad aborigen había elegido el año pasado.
Celia llevaba un vestido blanco, como de novia, con una vincha tejida y dos largas trenzas. Por detrás, quienes la acompañaban cargaban vasijas y fuentes llenas de verduras, hierbas aromáticas y otros frutos del valle, que los pobladores habían ofrendado durante la ceremonia.
Ella entró saludando a la parentela y a los amigos que por costumbre cada febrero llenan su casa. A su encuentro salió Belo Andrade, su esposo desde hace 55 años, y sin vueltas le plantó un enérgico beso en la boca a la Pachamama, con la que tienen 24 nietos. "¡Esa!", gritaron todos mientras aplaudían.
Eran cerca de las cuatro de la tarde. El beso fue el corolario de una jornada muy agitada, que había comenzado antes de las 12 cuando se develó el misterio de quién sería la nueva encarnación de la Madre Tierra.
En la plaza de Amaicha, Celia había ingresado seguida por su séquito: el Pujllay, Laureano Silvestre Yapura, de 84 años; el Yastay, Antonio Arjona; y la Ñusta, Camila Agustina Ayala Valero, de 14 años. La llevaban cargada como una deidad en una carroza de troncos de la que colgaban hojas de parra, roscas y flores. La secundaban sus comadres, las copleras, que se habían desprendido de distintos puntos del valle para integrarse a los festejos.
"Deseo que la Madre Tierra los bendiga. Amaicha es mi valle, donde de cada piedra florece el amor. Espero que ese amor llegue a cada uno de ustedes", fueron las primeras palabras que Celia les ofreció desde el escenario a las cerca de 20.000 personas que se repartían entre la plaza, las calles laterales y la enramada. Como si se tratara de un gol, el público gritó, aplaudió y agitó los pomos de espuma, derramando una lluvia que dejó a todos blancos y ciegos.
Fue uno de los momentos más emotivos de la fiesta, vivida a pleno por los entusiastas que inundaron Amaicha desde el jueves, y que continuarán celebrando hoy y mañana.
La maldición
En la historia de la Pachamama, doña Celia es la segunda mujer reelegida. Esto es posible -explicó su hijo Beto- porque el titulo ya no es a perpetuidad, como antes. "Hubo una época en la que se elegía a la mujer hasta que muriera, pero sucedió que cada vez que se elegía una, al poco tiempo fallecía, entonces comenzaron a creer que era una especie de maldición y no querían ser Pachamamas. Por eso se decidió renovarla cada año", agregó.
Para que no se perdiera ese carácter sagrado de la representación, el cacique y el Concejo de Ancianos de la comunidad de Amaicha comenzaron a votar todos los años a una anciana distinta. Salvo este caso y el de cinco años atrás, cuando doña Genoveva Vargas sentó precedente sobre la reelección.
"Celia hizo una muy buena gestión y hay muchos proyectos que necesitan continuidad. Además es una persona muy culta y preparada, porque fue maestra. Por eso decidimos concederle un año más", explicó Ávalos Vidal, integrante del Concejo de Ancianos amaicheño.
En el fondo de su casa, Celia tiene su propia apacheta de rocas de cuarzo, reconocidas por su poder energético. Es como el altar de los Andrade, donde todos van y piden lo que necesitan. Una creencia compartida por la comunidad que no reemplaza la religión católica que muchos profesan. "Yo hasta estudié para ser cura - contó Beto-. Pero esto es distinto. Es un contacto directo y sin intermediarios. Le pedimos a inti (el sol) la energía, a la Pachamama tener ojos de cóndor (kuntur nawin, en quechua) para discernir entre el bien y el mal, y a la quilla (la luna) la serenidad en los tiempos difíciles".
Bajo los parrales de los Andrade la celebración aparentaba un final inminente, al igual que la tarde de sol. Fue como la revancha, porque el año pasado el festejo se había diluído debido a la atípica tormenta que empapó a todos. "Pachamama, kusiya kusiya (ayuda, ayuda), esta vez nos dejaste el sol", le agradeció Belo a su Pacha.
¿Qué le pedirías a la Madre Tierra?
Estefanía Rizo
Lo primero sería salud, especialmente, para mi hijo Máximo, ya que le hacen un trasplante coclear el mes que viene. Ojalá que pueda escuchar.
Rubén Marcial
Le pediría que la próxima fiesta haya una mejor organización, especialmente, con el tema de los baños. A los puesteros se nos complicó trabajar con tan poca agua.
Alicia Rivadeneira
Mucha salud para toda la familia y también por la unidad. Pero la Pachamama ya me concedió el primer deseo, que era venir alguna vez a conocerla.
Carlos Medina
Soy artista callejero, así que le pediría que cuando pase la gorra los que escuchan sean más generosos con lo que dejan.
Lourdes López Morán
Felicidad y trabajo. También que me ayude a definir qué carrera estudiar este año.
María Luisa Hidalgo
Ex pachamama 2009
Le pediría que me diera de nuevo todo lo que me dio hasta aquí. Tengo 99 años y nunca me faltó salud, dinero ni felicidad.
Rodrigo Martínez
Le pediría que mande agua al campo porque las cosas vienen complicadas para los productores en general y para mí, que planto soja. .
Omar Ávalos
Inteligencia para poder conservar la tierra, que es lo único que tenemos. A los productores parece que sólo les importa enriquecerse y no les interesa si usan químicos.
Claudio Pérez
Que nos dé una buena producción de alfa porque es un cultivo que casi se está perdiendo en Santiago del Estero por la falta de agua para riego. .
Adrián Coronel
Paz para todas las personas y trabajo para los que no lo tienen. Y para mí, que me cure rápido de la fractura de talón.