POR ALBA OMIL*
"Un libro para el verano": Esta expresión posibilita diversas lecturas: 1) liviana, amable, que entretenga y ayude a la distensión, serene el espíritu, no complique la vida; 2) disponer de más tiempo para gozar de una lectura demorada que permita reflexionar sobre lo leído, buscarle el trasfondo, ¿el mensaje? y hasta disfrutar de un relato bien construido, con buen manejo de la palabra y utilización de los variados recursos que el idioma ofrece para uso del autor y aprecio del lector. Nos atenemos a esta.
Un autor brasileño, contemporáneo y exitoso; un libro al que podemos calificar de infrecuente (audaz, desenfadado) y heterogéneo, complicado por la multiplicidad de sus ingredientes.
Historia: un día en la populosa ciudad de San Pablo, reflejada en espejos deformantes.
Estructura: desde el inicio, complicada aunque, paradójicamente, esquemática, económica y, a la vez, fuertemente visual. Al autor le gusta la acumulación lingüística, reflejo de la acumulación temática. Tiempo y espacio se yuxtaponen por montaje en curioso tapiz que refleja multitudes en diferentes órdenes. ¿Quién es el protagonista? Ese mundo múltiple, contradictorio y anónimo que se aglutina en el espacio narrativo, con sus problemas, sus frustraciones, sus miserias, sus ensueños. Aquí cabría un preñado etcétera pero aún así podría remarcarse un denominador común: la búsqueda de identidad en una babel que inspira compasión y repugnancia, piedad y desprecio, todo ello muy rico aunque la mayor riqueza está representada por la elaboración artística.
Libro especial para un lector exigente.
Ahora bien: si el lector busca otra cosa, amena, ligera y divertida, lea Rosaura a las diez, de Marco Denevi, que nunca perderá su bien ganado prestigio. O lea Pantalones largos, de Carlos Molina, para la risa y el goce.
* Profesora de letras. Investigadora. Escritora.
FICHA
Título: Ellos eran muchos caballos
Autor: Luiz Ruffato
Género: Novela
Editorial: Eterna cadencia
Año de publicación: 2010
Páginas: 158
FRAGMENTO
"un negrito más para joderse
un metro setenta y dos figura en el certificado de enrolamiento militar pantalones y camisa Giorgio Armani, perfume Polo rociado en el cuello, zapatos italianos, rasurado, cabello con máquina dos, Rolex de oro debajo la alfombra,
un negrito más para joderse
debe estar llegando, una de esas estrellas que sobrevuelan la calle, la mujer, el patrón
compromiso impostergable en Basilia expiqué
así, claro, él lo trata como
el hijo que le gustaría haber tenido
sí, claro, el hijo un tarado cocainómano pasea su arrogancia por las salas de los agentes de bolsa,
sí, claro, el hijo un tarado cocainómano desfila sus esteroides por mesas de discotecas y bares -que ya rompió-, por los rostros de patovicas y prostitutas -.que ya lastimó-, por máquinas de escribir de comisarías- que también ya
sí, pero es mi hijo
y soborna a la policía,
al comisario,
al dueño de la discoteca
a las prostitutas
sí, pero es mi hijo."