Por Ezequiel Fernández Moores
04 Noviembre 2012
Ayer sábado, como todos los 3 de noviembre, los integrantes de la selección argentina campeona mundial de basquetbol de 1950 volvieron a juntarse en Buenos Aires para recordar la hazaña. Y a contarse, una vez más, que la conquista no fue fruto de la casualidad. De tener que pagarse hasta la toalla en el club pasaron a ser cuidados por clínico, ortopedista y hasta cuatro kinesiólogos. Tres meses de concentración. Licencias de trabajo y de estudio y, si era necesario, empleos en la administración pública. Seis horas por día de entrenamiento. Corrían por el Hipódromo de Palermo. Tiraban al aro hasta decir basta.
El promedio de aciertos subió de 35 a 48 cada 50 tiros. Había que perfeccionar la media distancia y mejorar el estado físico para contrarrestar la diferencia promedio de 20 centímetros de altura de las potencias rivales. El trabajo tuvo su premio: el 3 de noviembre de 1950, ayer se cumplieron 62 años exactos, Argentina ganó la final 64-50 a Estados Unidos y se coronó campeón del primer Mundial de Basquetbol.
La hazaña (lo fue pese a que Estados Unidos era en realidad el equipo de Denver Chevrolet con algunos refuerzos) será recordada dentro de un mes en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires cuando se proyecte el documental "Perón y el deporte", producido por el periodista Santiago Veiga y dirigido por Marcelo Haber. Pero el documental que trata de modo más específico la conquista es "Tiempo Muerto", de los hermanos Baltazar e Iván Tokman. El título hace referencia al medio siglo que se demoró en la Argentina en reconocer a esos primeros campeones.
"Si los yanquis hubieran tenido un equipo así hubiesen hecho 704 películas. Acá lo que hicimos fue taparlos, olvidarlos", comentó una vez el profesor Emilio Gutiérrez, impulsor del trabajo, acaso el principal investigador de la conquista, pero también de su triste historia posterior. ¿Cómo explicar hoy que numerosos grandes campeones que tuvo el deporte argentino en los años '50 pasaron del aplauso al castigo simplemente porque un golpe militar, el de 1955, se propuso borrar todo aquello vinculado con el peronismo?
No sólo cayeron en la volteada los campeones del basquet. También se castigó a la tenista Mary Terán de Weiss, homenajeada justamente el martes pasado en el Congreso con la presentación de un libro sobre su trayectoria. Lo mismo sucedió con el atleta Osvaldo Suárez, bajado del avión cuando era gran candidato a ganar oro en la maratón de los Juegos Olímpicos de Melbourne 55.
Pocos lo saben, pero hasta Juan Manuel Fangio debió sufrir la incautación de sus cuentas bancarias y fue tratado como un delincuente cuando volvió al país como campeón mundial de la Fórmula 1. ¿El pecado de todos ellos?: haber recibido apoyo económico del gobierno peronista para competir contra los mejores. La dictadura los acusó de "profesionales". En rigor, los acusó de "peronistas".
"Perón le dio todo al deporte y el deporte le dio todo a Perón", escribió sobre aquellos tiempos el periodista Félix Daniel Frascara.
La noche de la conquista del Mundial de Basquetbol el Luna Park encendió todas sus luces y 21.500 personas cantaron el himno. Marcharon luego por la avenida Corrientes hasta Callao. Llevaban diarios encendidos. La gente salía de los bares para sumarse a la marcha. El festejo pasó a la historia como "La Noche de las Antorchas". El capitán de ese equipo, el "Negro" Ricardo González, hoy joven y lúcido a sus 87 años, escuchó la pregunta de rigor en aquellos tiempos. "¿A quién le dedica el triunfo?", le preguntó Luis Elías Sojit. Los deportistas solían responder "al general Perón". "Al pueblo argentino", lo cortó González, de familia socialista. Perón solía recordárselo sonriéndose cada vez que se veían. "No me importan las ideas políticas que tengan. Lo que acaban de hacer por Argentina es mejor que el trabajo de 100 embajadores", sostuvo Perón después del triunfo en el Luna Park. También le dijo al plantel que no quería que tanta dedicación al deporte los dejara en la ruina a la hora del retiro, como sucedía con muchos campeones.
Sólo Oscar Furlong, figura del equipo, tenía una posición acomodada. El resto no. El "petiso" Raúl Pérez Varela, vendedor en Anilinas Colibrí, aprovechó el convite y pidió una orden para importar un auto y ganarse algunos miles de dólares con la reventa. A los pocos meses del golpe contra Perón, la llamada Revolución Libertadora citó a los jugadores a la calle Carlos Pellegrini 1362. Soldados armados los acompañaban incluso hasta el baño. Las órdenes para importar autos eran la prueba del "profesionalismo".
A González también le preguntaron por qué desfilaron con corbata negra en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Helsinki 52. "Porque la que murió era la mujer del presidente. ¿No le parece lógico?", contestó González, refiriéndose a Evita, que había muerto en plena competencia. Los campeones mundiales fueron suspendidos de por vida. El "Negro" González lo recuerda siempre, sin una gota de resentimiento. Cada charla con él es un canto de amor al deporte.
El promedio de aciertos subió de 35 a 48 cada 50 tiros. Había que perfeccionar la media distancia y mejorar el estado físico para contrarrestar la diferencia promedio de 20 centímetros de altura de las potencias rivales. El trabajo tuvo su premio: el 3 de noviembre de 1950, ayer se cumplieron 62 años exactos, Argentina ganó la final 64-50 a Estados Unidos y se coronó campeón del primer Mundial de Basquetbol.
La hazaña (lo fue pese a que Estados Unidos era en realidad el equipo de Denver Chevrolet con algunos refuerzos) será recordada dentro de un mes en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires cuando se proyecte el documental "Perón y el deporte", producido por el periodista Santiago Veiga y dirigido por Marcelo Haber. Pero el documental que trata de modo más específico la conquista es "Tiempo Muerto", de los hermanos Baltazar e Iván Tokman. El título hace referencia al medio siglo que se demoró en la Argentina en reconocer a esos primeros campeones.
"Si los yanquis hubieran tenido un equipo así hubiesen hecho 704 películas. Acá lo que hicimos fue taparlos, olvidarlos", comentó una vez el profesor Emilio Gutiérrez, impulsor del trabajo, acaso el principal investigador de la conquista, pero también de su triste historia posterior. ¿Cómo explicar hoy que numerosos grandes campeones que tuvo el deporte argentino en los años '50 pasaron del aplauso al castigo simplemente porque un golpe militar, el de 1955, se propuso borrar todo aquello vinculado con el peronismo?
No sólo cayeron en la volteada los campeones del basquet. También se castigó a la tenista Mary Terán de Weiss, homenajeada justamente el martes pasado en el Congreso con la presentación de un libro sobre su trayectoria. Lo mismo sucedió con el atleta Osvaldo Suárez, bajado del avión cuando era gran candidato a ganar oro en la maratón de los Juegos Olímpicos de Melbourne 55.
Pocos lo saben, pero hasta Juan Manuel Fangio debió sufrir la incautación de sus cuentas bancarias y fue tratado como un delincuente cuando volvió al país como campeón mundial de la Fórmula 1. ¿El pecado de todos ellos?: haber recibido apoyo económico del gobierno peronista para competir contra los mejores. La dictadura los acusó de "profesionales". En rigor, los acusó de "peronistas".
"Perón le dio todo al deporte y el deporte le dio todo a Perón", escribió sobre aquellos tiempos el periodista Félix Daniel Frascara.
La noche de la conquista del Mundial de Basquetbol el Luna Park encendió todas sus luces y 21.500 personas cantaron el himno. Marcharon luego por la avenida Corrientes hasta Callao. Llevaban diarios encendidos. La gente salía de los bares para sumarse a la marcha. El festejo pasó a la historia como "La Noche de las Antorchas". El capitán de ese equipo, el "Negro" Ricardo González, hoy joven y lúcido a sus 87 años, escuchó la pregunta de rigor en aquellos tiempos. "¿A quién le dedica el triunfo?", le preguntó Luis Elías Sojit. Los deportistas solían responder "al general Perón". "Al pueblo argentino", lo cortó González, de familia socialista. Perón solía recordárselo sonriéndose cada vez que se veían. "No me importan las ideas políticas que tengan. Lo que acaban de hacer por Argentina es mejor que el trabajo de 100 embajadores", sostuvo Perón después del triunfo en el Luna Park. También le dijo al plantel que no quería que tanta dedicación al deporte los dejara en la ruina a la hora del retiro, como sucedía con muchos campeones.
Sólo Oscar Furlong, figura del equipo, tenía una posición acomodada. El resto no. El "petiso" Raúl Pérez Varela, vendedor en Anilinas Colibrí, aprovechó el convite y pidió una orden para importar un auto y ganarse algunos miles de dólares con la reventa. A los pocos meses del golpe contra Perón, la llamada Revolución Libertadora citó a los jugadores a la calle Carlos Pellegrini 1362. Soldados armados los acompañaban incluso hasta el baño. Las órdenes para importar autos eran la prueba del "profesionalismo".
A González también le preguntaron por qué desfilaron con corbata negra en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Helsinki 52. "Porque la que murió era la mujer del presidente. ¿No le parece lógico?", contestó González, refiriéndose a Evita, que había muerto en plena competencia. Los campeones mundiales fueron suspendidos de por vida. El "Negro" González lo recuerda siempre, sin una gota de resentimiento. Cada charla con él es un canto de amor al deporte.
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