Café, medialunas y Psicoanálisis
Fragmento de Encuentros (El lado B del amor)*. La sensación de completud que genera el amor, y esto lo sabemos porque mal que mal todos nos hemos enamorado alguna vez, es sólo un engaño que dura apenas un rato, si tenemos mucha suerte. Como dice Alejandro Dolina, "amar es inventarse cada día falsedades compartidas".
Por Gabriel Rolón
Aristófanes desarrolla una teoría para explicar el origen de las distintas tendencias amorosas. Es lo que se conoce como "El Mito de los Andróginos" y veremos cómo la idea que recorre esa teoría, expuesta en una noche de borrachera hace tantos siglos, guarda mucha relación con la manera en la que muchas personas, probablemente la mayoría, piensan aún hoy el amor.
Según este mito, en el comienzo, el mundo estaba habitado por seres circulares llamados Andróginos, formados cada uno de ellos por dos de los que somos ahora. Es decir que había andróginos compuestos por dos hombres, otros por dos mujeres y un tercer grupo formado por un hombre y una mujer. Eran seres eternos y completos que, por eso, no necesitaban reproducirse y desconocían la muerte.
Esta condición de inmortalidad y completud los embriagó de soberbia, hasta el punto de que se animaron a compararse con los dioses. Estos, enojados y a modo de represalia, los partieron al medio dividiendo a cada uno en dos mitades que mezclaron y esparcieron por el mundo. En ese mismo acto, también les fue arrebatada la vida eterna y nos dice Aristófanes que, a partir de entonces, todos vamos por la vida deseando encontrar esa otra mitad para unirnos con ella y ser nuevamente seres completos e inmortales.
Así, los andróginos compuestos por dos hombres dieron origen a la homosexualidad masculina, los compuestos por dos mujeres a la homosexualidad femenina y los compuestos por un hombre y una mujer, a la heterosexualidad.
Como vemos, este mito deja sobrevolando dos cuestiones muy importantes. La primera, la unión existente entre la sexualidad y la muerte y la segunda, la idea de que es posible encontrar nuestra otra mitad que nos complete.
Desde ya, les adelanto que este no es más que un sueño romántico, un anhelo inalcanzable ya que -y aquí nos metemos de lleno en una idea psicoanalítica-, la completud no existe. Nadie puede tenerlo todo, y vivir implica que todo tiene un costo y que en cada logro hay una pérdida.
La sensación de completud que genera el amor, y esto lo sabemos porque mal que mal todos nos hemos enamorado alguna vez, es sólo un engaño que dura apenas un rato, si tenemos mucha suerte.
Como dice Alejandro Dolina, "amar es inventarse cada día falsedades compartidas". O podríamos ser un poco menos poéticos y más psicoanalíticos y decir, junto a Jacques Lacan, que "amar es dar lo que no se tiene a quien no lo es".
Y es que, debo ser sincero: creo que en estos tiempos el amor tiene demasiada buena prensa y parece flotar en el aire la idea de que es siempre algo maravilloso; les aseguro que no es así, que no todos los amores son necesariamente buenos y que, en ningún caso, nos proporcionan la completud anhelada.
Sin embargo, lejos de lo que pudiera parecer, no es ésta una postura cínica acerca del amor, por el contrario, considero que el amor es uno de los motores más importantes de la vida. Y, para no caer en confusiones, digamos que sostener que la sensación de completud que el amor genera es engañosa, no implica afirmar que el amor no pueda ser un sentimiento verdadero.
* Editorial Planeta.