La lógica en fuga

La pared de la Facultad de Derecho duró 15 días limpia. Desde el viernes 5, cuando se inauguró la restauración del casco antiguo de la casona de 25 de Mayo 471 hasta la noche del sábado, cuando militantes pintaron todas las paredes posibles de esa calle, entre las plazas Urquiza e Independencia, luego de la marcha para pedir justicia por la muerte de Mariano Ferreyra.

Pensamos: durante meses estuvo cerrado el edificio y la gente de Derecho debió irse a otro lado; los transeúntes debieron pasar por una pasarela; y los ciudadanos (todos, incluso los militantes), solventar indirectamente la revalorización. Pero apenas se fue el policía de custodia se arruinó la fachada.

¿Por qué? Preguntamos al grupo de las pintadas. La respuesta de Juan Rovere, referente del PTS, generó un dilema de conciencia:

- "Casi ni se reflejó (en LA GACETA) la marcha. Hay pocas posibilidades de difundir el problema de Mariano Ferreyra... Tampoco tiene tanto costo por volver a arreglar esa pared", explicó.

- ¿Pero no hay otra forma de llamar la atención por una causa que se considera justa?

- Vamos haciendo muchas cosas. Hicimos un corte frente a la Facultad, una radio abierta... Entiendo lo que usted dice, pero lo cierto es que poco y nada han reflejado el tema asentamientos y el tema Mariano Ferreyra. Ayer un pirulo y hoy ni siquiera eso.

- Si te pintaran tu casa, qué dirías?

- Si es por Mariano Ferreyra, bienvenido.

Listo. Según este criterio, un reclamo legítimo justifica el exceso. Suena maquiavélico pero igual nos hace sentir impotentes, como burgueses insensibles que piensan en miserables paredes, como si fuéramos el horrible cocinero del relato de Galeano, que les pregunta a las gallinas con qué salsa quieren ser cocinadas. Listo. No se entiende esa lógica en fuga, que permite que se pintarrajee un lugar ajeno (que, no obstante, nos refleja a todos) sin que haya un argumento para evitarlo. Y que nos indica que esto volverá a ocurrir.